“La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”. Bertolt Brecht
Nuestra industria aérea ha pasado por problemas, crisis internas y externas desde que podemos recordar.
Crisis económicas, epidemias, actos terroristas y administradores sin preparación y desconocedores, además de ladrones y gobiernos permisivos, entre otras calamidades que han provocado quiebras de aerolíneas y dejado a miles de trabajadores en la calle, sin muchas posibilidades en un país en que desde hace algún tiempo no ofrece muchas a sus ciudadanos.
Hoy nuevamente vivimos crisis aérea provocada en parte, es verdad, por la pandemia, que azotó al mundo durante los últimos tres años y que amenaza con resurgir en quién sabe cuántas de sus formas, pero el manejo de la crisis por parte del gobierno y la falta de apoyos a nuestra aviación comercial, aumentaron la profundidad del problema.
Hoy parece estarle tocando a Aeromar, una línea aérea regional con 35 años de antigüedad, que se encuentra en graves problemas económicos y cuyos trabajadores, en todas las áreas, son los primeros en hacer esfuerzos y sacrificios importantes para lograr su supervivencia.
Por su parte, en el peor momento posible, nuestras autoridades fallaron en el cumplimiento de los estándares mundiales de seguridad aérea, ordenados por OACI a través de la auditoría de FAA, por lo que la degradación a categoría 2 ha venido a golpear duramente a nuestras líneas aéreas nacionales.
Las aerolíneas mexicanas se han comprometido, desde hace tiempo, con la renta y compra de nuevas y modernas aeronaves, además de personal adicional con el objeto de poder ampliar sus rutas hacia Estados Unidos, lo que por el momento no va a suceder.
Lo anterior podría representar, en algún momento, pérdidas económicas (como las de Aeromar) para las otras aerolíneas mexicanas que, a pesar de todo, han hecho un gran trabajo de supervivencia e imaginación comercial, a pesar de las restricciones que impone la categoría 2.
Para colmo, la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) tomó la decisión de prorrogar hasta el 31 de diciembre todos los trámites en ventanilla y apagar sus computadoras debido a un supuesto hackeo cibernético del cual, por cierto, no tenemos mayor información, lo que nos deja mucho qué pensar.
Para empezar, lo anterior pega directamente en la expedición, convalidación y recuperación de licencias y sus respectivas capacidades al personal técnico y, aunque a pesar de su vencimiento se consideran vigentes, las aerolíneas mexicanas están teniendo serios problemas con el manejo y movimiento logístico de su personal en todas las áreas.
Desde luego, no sabemos de verificaciones o certificaciones de empresas aéreas y escuelas de vuelo, entre otros procesos que están pendientes.
El 31 de diciembre, en que terminará la prórroga, AFAC tendrá que resolver cientos de trámites acumulados y, para eso, va a requerir de una rapidez, eficiencia y honestidad, a la que simplemente no están acostumbrados.
También se ven venir cambios a la ley de aviación civil y otros reglamentos para dar a AFAC autonomía total y cortar el cordón umbilical que la une a la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) para cumplir, de manera más eficiente, con los estándares internacionales exigidos por las auditorías de seguridad aérea.
Este proceso va a llevar, por lo menos, varios meses y en sí mismo no será suficiente para lograr una recalificación por parte de FAA ya que, además de lograr esa autonomía, se deberán cumplir con los requisitos marcados en diferentes temas que están pendientes de solucionar desde mayo de 2021.
Como si lo anterior no fuera suficiente, ahora el gobierno de la 4T pretende autorizar el cabotaje aéreo para que aerolíneas extranjeras puedan operar tramos de ruta dentro de territorio mexicano.
Lo anterior sería, de entrada, una violación a la soberanía de nuestro espacio aéreo y también una violación a convenios internacionales y a algunos conceptos contemplados en las libertades comerciales del aire, acordadas desde 1947 en el Convenio de Chicago, del cual México es estado contratante.
Por cierto que el propio administrador del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, el general Isidoro Pastor, ha propuesto cabotaje, pero solo a y desde este aeropuerto, lo que más que nada parece ser otro esfuerzo por llevar operaciones al AIFA al costo que sea, incluso afectando de manera importante a nuestras líneas aéreas nacionales, porque además sería imposible lograr reciprocidad con las megatransportadoras estadounidenses.
¿O acaso alguien puede pensar ingenuamente que Estados Unidos podría, en algún momento, otorgar permiso de cabotaje, o sea que una aeronave mexicana pudiera operar con pasajeros y carga entre dos puntos dentro de territorio norteamericano?
Con problemas como los anteriores y muchos más tienen que estar lidiando hoy mismo nuestras líneas aéreas.
Las crisis constantes y decisiones gubernamentales ya han probado que la aviación comercial requiere de profesionales preparados, expertos y honestos, con una política aérea de Estado que cuide los intereses de nuestro país en el ámbito aéreo mundial, lo contrario es lo que nos tiene metidos en un problema que va a tardar mucho tiempo en ser resuelto, y que bien puede provocar serios desajustes en nuestra industria de la aviación.
De esa industria de la aviación comercial dependen miles de empleos e importantes entradas de divisas que, hoy más que nunca, requiere nuestro México.
La industria aérea mexicana debería ser considerada, tal y como lo es en otros países del mundo, un asunto de seguridad nacional por todo lo que implica y representa y no puede ser objeto de la ignorancia, la improvisación o la falta de visión de futuro.
Después de mis experiencias por 45 años de trabajo como piloto comercial, sigo convencido de que, en aviación, quien piensa al día ya está atrasado y hoy, no solo en México, no se está pensando al día y menos a futuro, sino que de muchas maneras estamos “volando” hacia atrás, mientras la aviación de otros países aprovecha las oportunidades pospandemia apoyadas por sus respectivos gobiernos.
Para terminar, debemos decir (y hay pruebas irrefutables), que en todos los países en donde las Fuerzas Armadas se han hecho cargo de la aviación comercial y han sido autoridades de la aeronáutica civil, se han registrado rotundos fracasos, que han afectado aún más la seguridad aérea y todos los procesos y eficiencia de la industria de la aviación.
Que conste…
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