Hace casi 20 años el Concorde realizaba su último vuelo comercial, lo que supuso el fin de los viajes supersónicos. Ahora, la start-up suiza Destinus intenta restablecer los viajes de alta velocidad utilizando hidrógeno limpio. Sin embargo, el camino es largo y costoso.
El objetivo es ambicioso: desarrollar un avión hipersónico con capacidad para 400 pasajeros que pueda llevarte a cualquier lugar del planeta en tan sólo medio día.
"Un vuelo directo de Londres a Sídney duraría cuatro horas, y esperamos que se pueda llevar a cabo en la década de 2040", afirmó Martina Löfqvist, responsable de desarrollo de negocio de la start-up aeroespacial Destinus.
En 2021, Mikhail Kokorich, físico, inventor y empresario de Sibera, decidió fundar la empresa Destinus en Payerne, al oeste de Suiza. Kokorich se trasladó definitivamente al país alpino tras haber dimitido de otra empresa aeroespacial que había creado en Estados Unidos llamada Momentus.
Mikhail Kokorich, director de Destinus, cree que el hidrógeno es la única solución para los viajes aéreos de larga distancia por lo cual no ha querido quedarse atrás en la producción de un nuevo tipo de avión que vuele más rápido, más alto y deje menos huella ambiental que los aviones convencionales y ha abierto su propia planta de hidrógeno para desarrollar las tecnologías necesarias.
Destinus emplea a 150 personas en sucursales repartidas por toda Europa y prevé que el proyecto cueste 1,000 millones de francos suizos (1,100 millones de dólares, mdd).
En la ceremonia de inauguración de su planta, Destinus mostró su prototipo supersónico, Destinus-3. Tiene 10 metros de largo y una envergadura de 3.5 metros y se le considera como híbrido entre avión y cohete.
No obstante, despega y aterriza horizontalmente desde los aeropuertos con un motor a reacción alimentado por hidrógeno.
La idea es que, una vez alcanzada cierta altitud y velocidad, el avión cambie a un motor "ramjet", en el que el aire sobrecalentado se introduce por un conducto, se mezcla con combustible y se enciende. Eso consigue que se acelere hasta Mach 5, una velocidad hipersónica.
Sin embargo, la producción de combustible de hidrógeno no está exenta de emisiones de carbono porque la mayor parte del hidrógeno se fabrica quemando combustibles fósiles. Sólo cuando se utilizan energías limpias para producirlo por electrólisis del agua puede llamarse hidrógeno verde, el único tipo de combustible de hidrógeno realmente libre de emisiones.
Löfqvist afirma que Destinus aspira a utilizar hidrógeno verde en sus aviones, "pero ahora mismo no está muy disponible y es bastante caro. Así que, a corto plazo, mientras desarrollamos y probamos los sistemas, compraremos el hidrógeno que esté fácilmente disponible y a un precio más bajo".
El hidrógeno verde cuesta unos 27-31 dólares por kilo, mientras que el hidrógeno más barato y fácil de conseguir cuesta unos 20 dólares por kilo. Un kilogramo de combustible para reactores cuesta alrededor de un dólar. El elevado costo del hidrógeno es un obstáculo considerable para los vuelos hipersónicos propulsados por hidrógeno.
En el futuro, la empresa utilizará hidrógeno líquido en lugar de gas, porque puede almacenar mucha energía en poca masa. Sin embargo, ocupa cuatro veces más volumen en un avión que el combustible de aviación, lo que supone un reto para el diseño.
Destinus está construyendo otra instalación de pruebas cerca de Madrid para desarrollar sus motores y ha recibido subvenciones para dos proyectos por valor de 26.7 millones de euros del gobierno español para ayudar a ampliar sus capacidades de propulsión por hidrógeno.
Destinus ha recaudado hasta ahora unos 72 mdd en financiación, muy lejos de los "mil millones de francos suizos" que la empresa dice necesitar para construir un avión hipersónico comercial propulsado por hidrógeno.
Los ruidosos estampidos sónicos fueron un inconveniente para el Concorde y Destinus también lo debe tener en cuenta. El estruendo se produce cuando se vuela por encima de la velocidad del sonido, a velocidades supersónicas o hipersónicas.
Durante los cruceros supersónicos e hipersónicos, Destinus planea sobrevolar zonas despobladas, como mares o desiertos, para evitar infringir la normativa sobre ruido. Los promotores de Destinus afirman que sus aviones serán lo bastante silenciosos como para operar desde aeropuertos estándar para despegar y aterrizar.
"Destinus-3 volará por primera vez con un motor turborreactor alimentado con queroseno a finales de 2024", afirma Kokrich, fundador del proyecto. "En 2025, añadiremos un postquemador alimentado por hidrógeno para alcanzar velocidades supersónicas".
El primer avión comercial de Destinus no estará tripulado, pero Kokorich afirma que podrían utilizar los mismos motores para construir un avión para 25 personas. Löfqvist añade: "Podría volar de, digamos, Londres a Nueva York en una hora y media. Así que será como el Concorde, pero un poco más rápido y funcionando totalmente con hidrógeno".
Los especialistas en aviación coinciden en que hay que superar muchos problemas de almacenamiento de hidrógeno, cadena de suministro e infraestructuras antes de que los aviones propulsados por hidrógeno puedan ser una realidad en el transporte de pasajeros, un proceso que, en el mejor de los casos, llevaría décadas.
Eso no impide a científicos y empresarios como Mikhail Kokorich soñar a lo grande. "Es un maratón y no un sprint", dice. "Ahora nos centramos en generar ingresos para seguir financiando nuestra audaz visión".
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