“Cuando se habla de reducir emisiones contaminantes estamos hablando de innovación y es ahí donde Airbus tiene un gran papel para aportar a la industria, como siempre lo hemos hecho, para hacer que las operaciones de nuestros clientes siempre sean más eficientes”, afirma Guillaume Gressin, vicepresidente Internacional, Estrategia y Operaciones Comerciales de Airbus.
“Sin embargo, no es algo en lo que Airbus esté trabajando solo, es un objetivo de toda la industria, primero se formaron grupos de trabajo hasta llegar a un acuerdo de corroborar la meta de cero emisiones de carbono en la última cumbre de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) que tuvo lugar en octubre pasado”, añade.
La OACI, como organismo de las Naciones Unidas, y los países mismos, están alineados con este objetivo de reducir el impacto de la aviación a nivel mundial.
El compromiso de Airbus en este objetivo global, es bajar la producción de emisiones de carbono hasta un 63% para 2030 en la fabricación de aeronaves, incluyendo el hecho de que esta es una industria que está en pleno crecimiento y que seguirán incrementándose las tasas de producción.
“Hay bastante interés de los operadores y de los pasajeros por nuestros productos, lo que significa que vamos a ir creciendo como industria y al mismo tiempo vamos a ir bajando las emisiones”, dice.
Guillaume Gressin explica que para lograr esta cifra ya se tienen objetivos muy claros y que año por año se irán mejorando los esquemas de producción; “tan solo logramos una reducción de 3% en 2021 comparado con 2020 y estamos -5% en 2022 respecto a 2021, lo hemos logrado a través de varias iniciativas internas, utilizando cada vez más energía renovable para la producción”, explica
Asimismo, indica que se tendrán menos emisiones con los aviones del futuro que ya no utilicen combustibles fósiles; pero a la par, también habrá todavía muchos aviones volando por mucho tiempo y no tendrían esas características y seguirán contaminando.
“Es por ello que el siguiente pilar donde tenemos que atacar es en fomentar la elaboración de más combustibles de aviación sustentable (SAF) y de esta manera la combustión en motores de generación más antiguos, podrá disminuir sus emisiones de dióxido de carbono, que será clave para lograr los objetivos mundiales de descarbonización”, aseveró.
Es muy importante destacar los avances tecnológicos. Explica que al principio se trataba de biocombustibles, pero al desarrollar una segunda o tercera generación de fabricación de estos combustibles, ahora se les ha otorgado la característica de ser sustentables.
“El objetivo es producir SAF sin tener un impacto o una competencia con la tierra, no queremos competir con la producción de alimentos para los humanos o de la biodiversidad”, agregó.
Actualmente, la elaboración de SAF usa desechos de distintas formas, como aceite reusado, “es decir, es un producto que ya no se usa, que se va a tirar y así se puede reutilizar en este nuevo combustible; no obstante, existen muchas formas para fabricar SAF, también se pueden utilizar los residuos orgánicos o de grasa animal que de otra manera también se tiran. Asimismo, se utilizan productos orgánicos tipo despojos forestales o como en Brasil, que se está utilizando el bagazo de la caña de azúcar para producir SAF”.
Un proceso gradual y continuo
Gressin explica que para elaborar SAF se tienen que refinar estos desechos, lo que implica que aún se contamina el medio ambiente; no obstante, la reducción de contaminantes es de un 80% respecto a los combustibles fósiles, en algunas refinerías puede ser un poco más o un poco menos, “sin embargo, se sigue trabajando para lograr bajar la emisiones hasta el 100%”.
“Algo que aún está en desarrollo, es la elaboración de combustibles sintéticos, donde vamos a hacer una alianza entre el hidrógeno, que ese sí será un combustible verde, sin emisiones contaminantes y capturando carbono que está en el aire; juntando los dos, mediante un proceso químico, formarán un nuevo hidrocarburo sintético”, detalla.
El uso del hidrógeno como combustible le interesa a Airbus de manera doble, ya que será un combustible verde y será la solución que va a perdurar por décadas para reducir el impacto ambiental de la aviación y permitirá lograr la verdadera meta de lograr las cero emisiones.
“Por eso se está impulsando la construcción de aviones con el uso de hidrógeno, para fabricar electricidad con celdas de combustible; nuestra misión es tener un avión disponible, certificado y entregado en 2035 que no tenga ninguna emisión de dióxido de carbono y por ello invertimos más de 2,000 millones de dólares cada año, a través de varios proyectos de innovación para acceder a este compromiso”, expresa.
No obstante, explica que no se trata de una fórmula mágica, no significa que a partir de 2035 toda la industria vaya a cambiar; “tenemos miles de aviones volando, así que nos va a tomar bastante tiempo para poder reemplazarlos poco a poco, y estos teniendo una vida útil de 25 a 30 años, tendremos que apoyarnos en los combustibles sostenibles que serán clave en el futuro. Pero es una oportunidad tremenda para un país como México, entrar de lleno a la producción de SAF”, apunta.
Hoy en día la producción de SAF representan menos de 1% de la disponibilidad mundial, aun así, más y más aerolíneas están firmando acuerdos de compra de SAF, esperando que haya suficiente producción: “es ahí donde tenemos que trabajar bastante para poder acelerar la producción de este tipo de combustible y por supuesto con los centros académicos para acelerar la innovación país por país”.
Hoy en día -refiere- estamos por regulación limitados a utilizar hasta un 50% de SAF, debido a que se quiere tener la suficiente seguridad y hacer suficientes pruebas sobre los motores hasta tener 100% la seguridad de que sea confiable.
Asegura que los vuelos de prueba con SAF continuarán hasta el 2030, y ya se han hecho varios anuncios, como volar el primer A380 con 100% SAF y un 330 MRTT ( Multi Role Tanker Transport) con la Real Fuerza Aérea británica en noviembre con 100% SAF.
“Airbus ya utiliza un porcentaje de SAF en su avión carguero Beluga, lo que nos permite llevar partes de aviones dentro de Europa a las líneas de ensamblaje y aunque nos representa un costo mayor, igual es parte de nuestro compromiso de reducir el impacto ambiental. Nuestra meta es llegar al 100% de SAF en este avión para 2030”.
Trabajando en innovación
Para hablar de otras contribuciones de Airbus, “primero se tiene que hablar del aerodinamismo de nuestras aeronaves, esto es clave y eso hace que nuestros productos de última generación emitan entre 20 y 25% menos emisiones que la generación del avión precedente; esto es bastante, comparado a la generación de hace 10 años, gracias a las innovaciones que hemos desarrollado a largo del tiempo a nivel de diseño”, dice.
Detalla que entre las innovaciones se encuentran los sharklets (dispositivos de punta alar) que permiten la reducción de hasta 5% en el uso de combustible, un tipo de diseño aerodinámico no existía hace 10 o 15 años.
Este nuevo diseño le otorga una mejor sustentación del avión, lo que le permite usar menos combustible, “si se hacen vuelos muy cortos, es más beneficioso que sobre un vuelo largo”.
“Pero también la motorización de los aviones con la tecnología new engine option (neo) permiten consumir hasta un 15% menos de combustible que la generación de motores precedente; de hecho, en México la mayoría de los aviones de Volaris y Viva Aerobús operan aviones neos tanto A320 como A321 y adicionalmente, se utilizan más materiales compuestos que permiten reducir el peso de los aviones, lo que también tiene un impacto sobre el consumo de combustible”, añade el directivo.
“En este caso se han logrado importantes avances gracias a nuestros socios fabricantes de motores, tanto Pratt & Whitney como de CFM Internacional -que es una alianza entre Safran y General Electric-, lo que han mejorado la eficiencia de los motores que utilizamos.
“De esta manera, el gran reto es tener un impacto visible en toda la industria, sobre todo en los productos que hemos fabricado a lo largo de su vida, tenemos un avión con un promedio de 25 años de vida útil, que va a emitir carbono durante su uso y la idea es reducir el impacto de esos productos que nosotros producimos”, aseveró.
La dificultad radica en detener este impacto, puesto que ya no tenemos la propiedad de este aparato y por tanto, tenemos que trabajar y colaborar con los operadores para que ellos también se sumen al compromiso de reducir su impacto. “Es por ello que se trabaja en encontrar soluciones y como ya se ha mencionado, el uso de SAF seguirá siendo clave, aunado a la colaboración entre todos los actores de la industria”, sentencia.
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