Tras el despegue del cohete Falcon 9 de SpaceX para poner en órbita el satélite taiwanés FORMOSAT-5, en agosto de 2017, un equipo de científicos descubrió que el vehículo espacial abrió un hoyo gigantesco en la ionósfera de la Tierra.
El agujero de 900 kilómetros fue ocasionado por la inusual trayectoria vertical que siguió el Falcon 9 mientras salía hacia su órbita, y que creó una onda expansiva atmosférica cuatro veces más grande que el estado de California.
La principal consecuencia que puede tener un hoyo de este tipo es una falla en los sistemas de posicionamiento y navegación GPS a nivel mundial, según el estudio de la Unión Geofísica Americana.
Cabe recalcar que la circunferencia del agujero en la ionosfera es temporal, y que los despegues verticales de cohetes son algo que rara vez ocurre. En aquella ocasión fue así debido al poco peso con el que cargaba el vehículo.
“Hemos visto muchos casos de disturbios ocasionados por cohetes, pero nunca habíamos presenciado algo así, tan perfectamente circular y en un área tan grande”, señaló el líder investigador, Charles Lin, geofísico de la Universidad Nacional Cheng Kung de Taiwán.
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