Con la puesta en órbita del satélite Sentinel-5 Precursor, la humanidad dio un paso más en la lucha ante el cambio climático y la amenaza que representan los fenómenos climáticos extremos.
El lanzamiento ocurrió el pasado viernes desde el cosmódromo de Plesetsk, en Rusia, y representó un éxito más del programa global de seguimiento climático Copernicus, iniciativa conjunta entre la Unión Europea y la Agencia Espacial Europea (ESA por sus siglas en inglés).
El satélite proporcionará información esencial y exacta sobre la composición química de la atmósfera, ya que medirá las concentraciones de ozono, dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre, metano y otros contaminantes atmosféricos, con una resolución mayor que instrumentos anteriores.
En otras palabras, el Sentinel-5P permitirá a la red Copernicus mejorar sus modelos climáticos, que a su vez ayudarán a comprender y mitigar los efectos del cambio climático, así como mejorar las predicciones meteorológicas para garantizar la seguridad civil.
Como contratista principal, Airbus se encargó del desarrollo y la fabricación del satélite y de sus componentes, a través de cuatro plantas en Europa: Reino Unido, Francia, Alemania y Países Bajos.
"Sentinel-5 Precursor se ha construido en un tiempo récord a partir de la plataforma AstroBus, que cuenta con gran aceptación comercial, demostrando la capacidad de Airbus para adaptar sus productos a nuevas misiones y responder de esta forma a importantes necesidades operativas”, afirmó Colin Paynter, director general de Airbus Defence and Space en Reino Unido.
Por su parte, Josef Aschbacher, director de Programas de Observación de la Tierra de la ESA, calificó a este lanzamiento como un hito importante del programa Copernicus, con una misión inédita: "la observación del aire que respiramos”, puntualizó.
Las mediciones del Sentinel-5P serán complementados por su sucesor, el Sentinel-5, que se espera entre en operación en 2021 a bordo del satélite MetOp Segunda Generación.
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