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04/05/2024

La gestión del tráfico espacial y sus implicaciones

Fermín Romero / Jueves, 24 Noviembre 2022 - 21:38

El sector espacial actualmente experimenta un gran crecimiento y, de acuerdo con proyecciones serias, continuará creciendo de forma acelerada, por lo cual es necesario asegurar la sostenibilidad a largo plazo de las actividades espaciales. Debo confesar que este es un tema que me apasiona y preocupa, en parte debido al papel que tuve al participar -durante varios años- representando a México, como experto gubernamental, en diferentes grupos de trabajo en las reuniones anuales de la Subcomisión de Asuntos Científicos y Técnicos de la UN COPUOS en Viena, Austria, y la Cuarta Comisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York. 

A medida que avanza el desarrollo espacial se incrementa el número de países que utilizan tecnología espacial en los diferentes sectores productivos, que cada vez dependen más de las aplicaciones espaciales. La gran cantidad de actores privados que incursionan en el mercado espacial -con enormes constelaciones satelitales (e.g. Starlink de SpaceX) principalmente en la órbita baja-, tiene un extenso impacto en las operaciones de monitoreo y control del tráfico espacial (debido a la saturación con satélites en órbita y objetos de desecho). Lo que implica una urgente evaluación técnica, económica, jurídica y política en este ámbito, que mínimamente requiere de directrices operativas y recomendaciones de aplicación a todos los usuarios públicos y privados del espacio; que además deben intercambiar información y adoptar prácticas responsables para evitar colisiones entre los diferentes sistemas espaciales en órbita.

La noción de regular el tráfico espacial (carente de una legislación común) existe prácticamente desde los inicios del derecho espacial, sin embargo, a partir de la década de los 80 resurgió como un concepto de gran relevancia, que involucra a diversos aspectos y asuntos vinculados al derecho y la política espacial, que han orientado el rumbo de importantes investigaciones, que desde entonces -y en mayor medida a inicios del actual milenio- alertaban sobre las implicaciones legales del desarrollo científico-tecnológico y su impacto en las actividades espaciales.

Asuntos como la interferencia de radiofrecuencias, el ascenso de cohetes a través del espacio aéreo soberano de otros países, la navegación en el espacio de cohetes, naves, laboratorios y estaciones espaciales, el uso de las órbitas por los satélites, el reingreso de naves y partes de cohetes, las colisiones (intencionales o no) entre los satélites y los consecuentes desechos espaciales, son algunos de los temas relacionados con la necesaria y urgente regulación en la Gestión del Tráfico Espacial (Space Traffic Management-STM).

La necesidad de establecer reglas de tráfico espacial (STM) se hizo imperiosa a partir del 24 de julio de 1996, cuando el satélite militar francés (Cerise) fue dañado por un fragmento de escombro, este hecho aceleró la urgencia de normar en materia de STM. El incremento real del tráfico espacial y la aparición de la necesidad de mitigar los desechos espaciales (tema que abordaré en alguna colaboración posterior) generaron preocupación en círculos académicos y especializados como el Instituto Americano de Aeronáutica y Astronáutica (American Institute of Aeronautics and Astronautics, AIAA), la Academia Internacional de Astronáutica (International Academy of Astronautics, IAA), así como la Oficina de las Naciones Unidas para los Asuntos del Espacio Ultraterrestre (UN OOSA), la COPUOS y la Comisión Europea, entre otras organizaciones que han impulsado estudios y análisis de este serio problema.

A nivel global no existe actualmente una definición de STM internacionalmente aceptada, más bien existe gran confusión en torno a su conceptualización, la IAA en 2006 propuso “por gestión del tráfico espacial se entiende el conjunto de disposiciones técnicas y reglamentarias para promover el acceso seguro al espacio ultraterrestre, las operaciones en el espacio ultraterrestre y el regreso del espacio ultraterrestre a la Tierra, libres de interferencias físicas o de radiofrecuencia”, la AIAA identificó tres objetivos específicos para el STM: 1. La seguridad espacial (es decir, prevenir daños en el corto plazo). 2. Sostenibilidad (es decir, reducir los daños en el largo plazo), y 3. Alcance del STM (el ciclo de vida completo de la nave espacial, desde su lanzamiento hasta su eliminación). En 2020, el Instituto Europeo de Política Espacial (ESPI), sugirió dividir el STM en tres funciones complementarias: 1. Monitoreo del tráfico espacial (es decir, la conciencia de la situación espacial/space situational awareness-SSA, un enfoque holístico sobre los principales peligros espaciales que incluye la colisión entre satélites y desechos espaciales, fenómenos meteorológicos espaciales y los objetos cercanos a la Tierra-NEOs). 2. Regulación (los principios, normas y reglas aplicables), y 3. Coordinación (las múltiples partes interesadas -multi-stakeholders- trabajando conjuntamente de manera organizada), el ESPI trabaja en colaboración con la UNOOSA y la ESA.

El Instituto de Política Científica y Tecnológica (Science and Technology Policy Institute, STPI), operado por el Instituto de Análisis de Defensa (Institute for Defense Analyses, IDA) y fondeado con recursos federales de los Estados Unidos propuso -por así convenir a los intereses estadunidenses- eliminar del STM los aspectos técnicos de la cuestión del tráfico, principalmente la SSA. De esta forma, a diferencia de la IAA, los especialistas del IDA-STPI conciben el STM como un régimen (sin considerar la SSA). Por su parte, la Federación Astronáutica Internacional (International Astronautical Federation, IAF) además de separar la SSA del STM, propuso diferenciar entre un régimen STM (centrado en cuestiones de seguridad, compuesto por normas y reglas de coordinación del tráfico espacial), así como un régimen de preservación del entorno espacial enfocado en las preocupaciones de sostenibilidad a largo plazo de las actividades espaciales (mitigación y solución a los desechos espaciales).

En los circuitos de derecho y política espacial (gubernamentales, industriales y académicos) el consenso tiende a enfocarse al desarrollo de estándares para generar la comunicación entre operadores, la coordinación voluntaria entre las múltiples partes interesadas, así como la promoción de normas de comportamiento no vinculantes (soft law). La mayoría de las iniciativas relacionadas con STM, como las directrices de sostenibilidad a largo plazo de las actividades espaciales de la UN COPUOS, las directrices de mitigación de los desechos espaciales del Comité de Coordinación Inter agencial sobre Desechos Espaciales (IADC) y las “mejores prácticas” de la Coalición para la Seguridad Espacial (Space Safety Coalition, SSC), forman parte de la promoción de la "gestión del tráfico espacial" (componente importante de la seguridad espacial) en un marco de colaboración voluntaria, en lugar de afrontar abiertamente el STM con un enfoque de cooperación hacia las operaciones espaciales seguras, en el mediano y largo plazo.

De acuerdo con el Programa de Transferencia de Tecnología de la NASA, “El STM es fundamental para garantizar que los activos orbitales en expansión operen de manera segura y eficiente, evitando colisiones e interferencias de radiofrecuencia al mismo tiempo que facilita las operaciones espaciales generalizadas en un entorno espacial cada vez más congestionado”. Una realidad que, como generación espacial actual, debemos enfrentar actuando de manera decidida, responsable, con visión de largo plazo y en un marco regulatorio amplio y vinculante (un tratado negociado a nivel multilateral), haciendo a un lado los intereses particulares de las múltiples partes interesadas. 

Solo para destacar la dimensión del problema y sus implicaciones de riesgo, según la Comisión Europea, en 2021 se registraron 435 eventos para evitar colisiones (es decir, más de uno por día); alrededor de 7 mil aproximaciones cercanas detectadas a través de tres orbitas diferentes, de las cuales 190 fueron clasificadas de alto riesgo. De acuerdo con la European Space Agency’s Space Debris Office la mayoría de las discusiones sobre STM se enfocan en los aproximadamente 35,000 objetos que se rastrean cotidianamente, que solo significa el 0,01% de la población total de objetos. Los peligros para la seguridad sostenida de las misiones espaciales (actuales y futuras) se encuentran en los millones de objetos no caracterizados e imposibles de rastrear, debido a su diminuto tamaño.  

Hasta ahora, en general, las iniciativas impulsadas por las diferentes partes interesadas han centrado sus enfoques en la gestión orbital, la prevención de colisiones, el problema de los desechos orbitales significativos y la necesidad de un exhaustivo marco regulatorio. En este contexto, Norteamérica, Europa y Asia tendrán que adoptar y adaptar sus estrategias para proteger sus intereses y mantener su capacidad de acceso y uso del espacio de forma pacífica y autónoma. Por lo cual, es necesario que el STM se constituya como una plataforma de arquitectura abierta, que promueva el intercambio de información, sea interoperable, descentralizada y escalable de acuerdo con las cambiantes y crecientes necesidades del tráfico orbital. Las tendencias actuales en la economía espacial (aproximadamente el 80% de ésta se lleva a cabo en la órbita baja) prevén un crecimiento exponencial derivado de la “democratización del acceso al espacio”, basado en el estándar cubesat de la tecnología satelital, lo que enciende las alertas sobre los potenciales riesgos derivados del constante incremento (saturación) de los satélites en operación y de desecho, y pone de relieve la urgente necesidad de establecer estándares internacionales para que todos los satélites cuenten con capacidad de maniobra.

La actividad espacial -comercial y gubernamental- están amenazadas por la congestión del entorno espacial y el vacío regulatorio actual, por lo que no es posible determinar hasta cuándo se podrá continuar operando de manera segura, sin una gestión del tráfico espacial sistematizada a nivel global, por parte de una autoridad internacional reguladora.

La siguiente semana compartiré con ustedes la traducción de la publicación de mi autoría “Toward a Global Space Management Traffic System” (Hacia un sistema global de gestión del tráfico espacial) publicada originalmente en inglés (octubre de 2020) por ASCEND 2020 Space Traffic Management-Diverse Dozen, un interesante ejercicio global de reflexión entre expertos, impulsado por el Dr. Moriba Jah (autoridad en la materia), en el que tuve el honor de participar representando a México y América Latina.  

 

“Los  artículos  firmados  son  responsabilidad  exclusiva  de  sus  autores  y  pueden  o  no  reflejar  el  criterio  de  A21”

 

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