
Yo no sé usted estimado lector, pero quien firma esta nota solía realizar viajes de negocios o placer por vía aérea a comienzos de este milenio en una aerolínea tan segura, puntual, amable, cómoda, económica y confiable como llegó a ser Aviacsa, como aspiró a serlo Interjet y sin duda lo fue la Compañía Mexicana de Aviación (la original Mexicana).
Debo confesar que las extraño, tal y como siento es el caso con una parte importante de la demanda de aerotransporte en México que disfrutó de sus servicios y ahora debe enfrentarse a la disyuntiva de tener elegir entre las líneas aéreas mexicanas a una costosa aerolínea “Legacy” que a veces se porta como una “Low Cost” llamada Aeroméxico, a dos operadoras que pretenden ganarse al público bajo el modelo “Ultra Low Cost” (ULCC) conocidas como Viva y Volaris o a una pequeña nueva aerolínea gubernamental operada por lo militares con la marca Mexicana, pero aun sin modelo de negocio claro, por lo menos a quien firma esta columna.
La presente entrega nace como una reacción al bombardeo de noticias en los medios y las redes en el sentido de que la que ostenta la marca de mi adorada Mexicana está comenzando a recibir sus flamantes aeronaves Embraer, de que Viva y Volaris no están pasando por sus mejores tiempos en materia financiera y de que la cancelación de alianza estratégica entre Delta y Aeroméxico puede poner en problemas a la gran aerolínea bandera de México, noticias que hablando de nuestros vecinos del norte refieren además que una importante ULCC llamada Spirit está en serias dificultades, tantas que por ahí el CEO de United Airlines se aventó la puntada de declarar que para él las ULCC “están por desaparecer”.¿Será que estamos ante una nueva crisis en el aerotransporte en América del Norte y en México en particular? No estoy tan seguro de ello. Lo que sí me queda claro es que el modelo de alta eficiencia operativa y bajos costos y tarifas, para bien o para mal, llegó para quedarse por lo menos por un buen rato, como me queda claro que lo que tiene que suceder es que las aerolíneas mexicanas deben aprender de las lecciones de sus pares y comprender que además de tarifas competitivas el pasajero exige calidad en el servicio.
Crecientemente se pueden escuchar en las redes sociales las voces de usuarios de las aerolíneas mexicanas quejándose del mal servicio que les proporcionan. ¿Y cómo no sería este el caso si las empresas simple y sencillamente están descuidando variables tan importantes en la evaluación de sus clientes como son la seguridad, la eficiencia y la calidad? Si usted me ha favorecido con leer mis columnas en el pasado reciente en una de esas se habrá dado cuenta que he denunciado lo anterior en base experiencias personales, momentos en los que le confieso nada me gustaría más que México contase como parte de su oferta de aerotransporte con una operadora con el perfil de la norteamericana Southwest, la gran campeona del “Low Cost” norteamericano que acertadamente decidió no caer en la tentación del ULCC y que por varias décadas ha demostrado ser atractiva para los pasajeros, sostenible para los Estados Unidos y rentable para sus inversionistas.
¿Por qué no tener una Southwest en México sin exceso de pasivos laborales asociados a modelos de contratación colectiva fuera de toda realidad, que haga un gran trabajo conectando por vía aérea al país con seguridad, en los mejores horarios y frecuencias, en base a responsabilidad social y con calidad en el servicio, todo ello en base a tarifas propias del aerotransporte y no del autobús? Insisto: Mexicana e Interjet lo hicieron por años, pero en especial la que definía yo como aerolínea de genética chiapaneca, capital regiomontano y operación chilanga en la que me encantaba volar por muchas razones (Aviacsa), comenzando porque me resolvía de una manera muy buena y sencilla necesidades de aerotransporte sin generarme problemas, contrastando con las “modernas” aerolíneas mexicanas que tienden crecientemente a complicarle la vida a sus pasajeros, y eso estimado lector, no es lo que se requiere en los cielos de nuestro país.
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