“Oler el humo antes de sentir el fuego”
Víctor Manuel del Castillo y Perez Tejada
No es la primera vez que abordamos en esta columna el tema referente a los graves problemas que enfrenta AFAC y por lo que se puede y como van las cosas en la Agencia Federal de Aviación CIVIL, podría decir que no será la última.
Infinidad de veces y a través de diferentes medios, desde su formación se han comentado todos los problemas que tiene la Agencia y la falta de capacidad económica, tecnológica y de personal que sufre y por lo visto seguirá sufriendo.
A través de los años desde su formación no ha habido manera en la que la AFAC pueda demostrar al menos algún nivel de compromiso y eficiencia en el trabajo que deben realizar sus diferentes áreas, ni en tiempo ni en forma.
Parece no haber nadie al interior de la Agencia que con su sentido de compromiso pueda estar dispuesto a colaborar y aportar soluciones, y si lo hay, nadie parece hacerle el menor caso aunque sea uno de los muy raros que mantienen una actitud profesional y ética caracterizada por su compromiso y con los valores que debería tener la Agencia en el cumplimiento de su trabajo.
Los problemas para todo aquel trabajador o empresa de la aeronáutica que deba realizar algún trámite, sin importar área o nivel, empezando con el departamento de licencias a personal o a Medicina del transporte (o como se llame), y el CIAAC son cada día mayores; y los obstáculos que hay que brincar, en forma de cada vez más complicados requisitos que algún “especialista” se concentra en idear pretextando reglas y leyes emanadas en los años 60, son por decir lo menos, aberrantes.
Hemos apuntado los problemas que presenta la AFAC y que los usuarios deben vivir todos los días para efectuar sus trámites.
Debo decir que siempre nos hemos enfocado en comentar y denunciar los problemas al interior de la Agencia sin darnos cuenta, quizá, de que la soluciones a dichos problemas no las tiene AFAC simplemente porque la AFAC es el problema.
No vamos a hablar de nuevo sobre el cúmulo de dificultades que son la causa de la falta de su eficiencia y eficacia porque la lista es grande y aumenta todos los días, pero sí es necesario apuntar que, sea quien sea y a quien le corresponda, no está haciendo su trabajo.
La AFAC no solo está dañando y obstaculizando los trámites de los usuarios trabajadores, aerolíneas, escuelas de vuelo y todos los demás, sino que se ha convertido en un lastre que cuesta a todos muchos millones de pesos cada año.
Por ahora no se ve ni quien ni como se puedan eficientar los procesos y solucionar lo que ya es un verdadero dilema, a menos que todos los involucrados, aerolíneas academias de vuelo, trabajadores usuarios y sindicatos como ASPA, todos unidos hagan algo para hacer escuchar su voz y tratar de hacer más eficiente, pensando en su propio beneficio, el trabajo de AFAC.
Increíblemente todos los involucrados en la Industria aérea han bajado la cabeza, han aceptado sin chistar las políticas aeronáuticas burocráticas, obstructivas y muy costosas impuestas por la Agencia Federal, pero como hoy mismo podemos darnos cuenta, esa no es la solución.
Ni los civiles ni los militares, ni la combinación de ambos, han logrado mejorar y hacer eficiente el trabajo de Agencia Federal de Aviación, una Agencia que representa a una industria aérea reconocida a nivel internacional pero que trabaja en el límite de una nueva degradación de categoría.
Hoy más que nunca y sin importar quien dirige o administra, nuestro México requiere de una Institución aeronáutica comprometida, con recursos económicos, tecnológicos y humanos que sea ejemplo de eficiencia lo que es quizá la parte más importante del andamiaje que sostiene la seguridad de millones de pasajeros que se transportan por aire cada año.
Desde muchas partes siguen haciéndose llamados a tiempo. Con todo respeto esta columna es otro de ellos.
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