Me voy a tener que remontar a una entrega que me hicieron el favor de publicar mis editores en marzo de 2013 por el portal de noticias www.t21.com.mx , titulada: “El valor de una marca” en la que comentaba que desde que la norteamericana United introdujo su primer jet en 1959, hasta su fusión con Continental había empleado 5 esquemas o libreas radicalmente diferentes en sus aeronaves, a las que debo agregar desde entonces, ha sumado una sexta.
Tal y como lo manifesté en tal oportunidad, esa no me parece una buena práctica de mercadotecnia y más cuando “el rediseño” no resulta afortunado, caso en mi opinión, por ejemplo, los de la propia United, Lufthansa y Air India, a los que en estos días debemos sumar a Korean, cuyos nuevos colores aparecidos en la fotografía de uno de sus Boeing 787-10 me parecen un paso atrás. Recordemos que los colores de salida de la principal aerolínea de Corea del Sur se remontan al año 1984, luego de verse en la necesidad de virtualmente reinventarse ante la crisis que le provocó el derribamiento por parte de fuerzas aéreas soviéticas de su vuelo 007 en septiembre de 1983.La verdad no sé qué es lo que pasa por las cabezas, ya no digamos de quienes conciben estos “modernos” esquemas sino las de quienes invierten en ello millones de dólares y lo que es peor, las adoptan, muchas veces sin justificación. Tal y como diseñadores profesionales lo han expuesto en las redes sociales, por más que trato de verle el lado bueno a lo que le están pintando a los aviones de Aeroméxico y a todo lo que ello lo rodea, no se lo encuentro. Lo mismo me sucede cada vez que veo un avión recién pasado por el taller de pintura de la alemana Condor, cuyo diseño me recuerda a esos hombres y mujeres con pijama de rayas que colmaron los campos de concentración nazis y que por ende detesto.
Contrariamente, me encantó la recientemente implementada evolución de la identidad de la marca de Viva Aerobus, que pasó simplemente a Viva, como me ha agradado también las de KLM, Southwest y Volaris, libreas que siento han mejorado sin perder su esencia, es decir, a las que se les puede seguir identificando positivamente con lo que han sido como aerolíneas.
Quizás soy un purista en lo que se refiere a marcas, logotipos y esquemas; es más, en una de esas influye en ello, no sé si para bien o mal, el haber tenido hijos con dos diseñadoras en la especialidad. Lo cierto es que le doy mucho valor al tema de la identidad corporativa, a la que considero como uno de los principales activos de las empresas debido a que, en mi opinión, influye en sus resultados comerciales. De esta manera valoro la protección que le dan a la suya empresas como Audi, CNN, Coca Cola, Dupont, Ford, General Electric, IBM y aeronáuticamente hablando Singapore Airlines y por ahí Air France, cuya imagen percibo muy pero muy parecida desde ese año 1976 en el que comenzó a volar sus Concordes, por ejemplo. No hay que olvidar que si por algo a 23 años de haber dejado de volar se recuerda a la original Pan Am es por su icónico logo, es decir básicamente esa “esfera azul” que no es otra cosa que nuestro planeta, empleada a partir del año 1955, hoy día constituido como el único activo que le queda a la aerolínea más allá de su histórico legado, que debo confesar, es uno de mis favoritos.
En fin; como dice el refrán: “en gustos se rompen géneros”. Estoy seguro que entre los spotters en la cafetería Skyline adyacente al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México hay a quienes los nuevos colores de las aerolíneas que comento les parecen acertados, mientras que para otros no. Así es de compleja esa mente humana que los mercadólogos y diseñadores manipulan de varias maneras, incluyendo el empleo de cambios de marcas, logotipos e identidades para lograr ciertos propósitos, comenzando por los comerciales.
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