En apenas 30 años de actividad en el espacio, China ha consolidado una presencia estratégica robusta que rivaliza al nivel de los EE.UU., combina capacidades -en busca de alcanzar el dominio y liderazgo espacial- tecnológicas, políticas, económicas y militares, que se pueden agrupar en los siguientes rubros.
- Capacidades tecnológicas. China ha desarrollado un ecosistema espacial altamente integrado, liderado por la Administración Espacial Nacional China (CNSA) y respaldado por empresas estatales como CASC y CASIC, cuyos principales desarrollos pueden observarse a través de los vehículos de lanzamiento (cohetes), estaciones espaciales, misiones tripuladas y exploración planetaria.
En materia de lanzadores la serie Long March, considerada fiable y variada; puede colocar desde pequeños satélites hasta cargas pesadas en órbita geoestacionaria. En 2020, China superó a los EE. UU. en número de lanzamientos orbitales exitosos. El cohete Long March 9 (superpesado), está previsto para llevar a cabo misiones lunares tripuladas.
En el segmento de las estaciones espaciales y misiones tripuladas, la Tiangong, se encuentra operativa y autónoma, está diseñada para estancias prolongadas y colaboración internacional. Por otra parte, el Programa Shenzhou, está enfocado en el transporte regular de astronautas, además de una creciente participación china en ciencia y medicina en microgravedad.
Las misiones de exploración lunar (planetaria) de las naves Chang’e, incluida la exitosa Chang’e 5 (con retorno de muestras). China se convirtió en el primer país en lograr orbitar, aterrizar y desplegar un Rover (Zhurong) en Marte en su primer intento con la misión Tianwen-1. China también es el segundo país, después de EE.UU., en operar una nave espacial funcional en la superficie marciana. El rover Zhurong aterrizó en la zona de Utopia Planitia en mayo de 2021 y exploró la superficie durante varios meses.
Las naves espaciales Shijian-21 y Shijian-25 de China están realizando por segunda vez operaciones de encuentro y proximidad a gran altura sobre la Tierra como precursoras de una esperada prueba de reabastecimiento en órbita. De acuerdo con el seguimiento óptico terrestre de S2a Systems, empresa suiza que desarrolla y opera sistemas personalizados para vigilancia espacial óptica en todo el mundo, las naves espaciales Shijian-21 y Shijian-25, que operan en órbita geoestacionaria (GEO), aproximadamente a 35,786 kilómetros sobre el ecuador de la Tierra, aparentemente se unieron el pasado 30 de junio, lo que sugiere que las naves podría completar un acoplamiento y, potencialmente, realizar pruebas de reabastecimiento y mantenimiento en órbita, capacidad que pone en alerta al Pentágono, a la Fuerza Espacial (USSF) y a la NASA.
- Capacidades económicas y comerciales. China cuenta con una creciente industria espacial comercial, caracterizado por el crecimiento de startups como iSpace, Galactic Energy o LandSpace, impulsadas por la apertura parcial del sector. Además de la producción masiva y lanzamiento de constelaciones de satélites (por ejemplo, GW constellation, rival de Starlink). En el sector de exportación de servicios y tecnología China vende lanzamientos, satélites y tecnología a países en Asia, África y América Latina (por ejemplo, Venezuela, Pakistán, Bolivia). Aunque el enfoque principal de la BRI (Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) de China o la Nueva Ruta de la Seda, es un ambicioso proyecto de infraestructura global que busca conectar a China con el resto del mundo a través de redes terrestres y marítimas, carreteras, ferrocarriles, puertos, etc.), se centra en proyectos de transporte y energía, también existe un componente espacial que se integra en esta iniciativa, el proyecto infraestructura espacial integrada con la Iniciativa de la Franja y la Ruta / Belt and Road Spatial Information Corridor; que puede proporcionar un servicio de información espacial «cuatro en uno» para los países a lo largo de la Franja y la Ruta, que integra sensores, transmisión, conocimiento y uso, para realizar la interconexión y la intercomunicación de la información.
- Capacidades militares (uso dual y defensa). China cuenta con satélites de observación (EO), navegación y comunicación, su propio sistema global de navegación satelital Beidou, alternativo al GPS; satélites de vigilancia óptica, radar de apertura sintética (SAR) y comunicaciones seguras. En cuanto a capacidades Anti-Satélite (ASAT); desde 2007 China ha realizado pruebas exitosas de destrucción de un propio satélite meteorológico, utilizando un misil antisatélite el Fengyun-1C. Esta prueba generó controversia y preocupaciones internacionales debido a la gran cantidad de basura espacial que creó. China ha desarrollado armas láser, micro-satélites capaces de neutralizar otros sistemas orbitales y ha llevado a cabo ciberataques. Además, cuenta con la Fuerza de Apoyo Estratégico (PLASSF), Rama del Ejército Popular de Liberación especializada en guerra electrónica, ciberespacio y operaciones espaciales.
- Diplomacia y gobernanza espacial. China mantiene una activa y efectiva Cooperación Sur-Sur en misiones científicas, entrenamiento de astronautas y construcción de infraestructura terrestre. Promueve una “comunidad de destino compartido en el espacio” y participa activamente en foros multilaterales como UNCOPUOS, APSCO, APRSAF, al tiempo que promueve una gobernanza multipolar como contrapeso a EE. UU. y sus aliados.
- Visión estratégica y proyección a futuro. El Plan Espacial Nacional, Libro Blanco del Espacio 2021, establece metas claras: liderazgo científico, independencia tecnológica, sostenibilidad, y diplomacia espacial. Los objetivos a 2030–2045 incluyen misiones lunares tripuladas, minería espacial, y estaciones solares en órbita geoestacionaria. En los planes chinos, la competencia por los recursos (ISRU) y territorios orbitales juegan un papel estratégico, en particular su interés en el Polo Sur lunar, recursos de regolito y agua, como posible base para operaciones a largo plazo. Por lo que ese país mantiene una postura ambigua sobre el Tratado del Espacio Ultraterrestre (OST, 1967), al tiempo que promueve nuevas normas (soft law) para la economía espacial.
Tecnología comercial para el dominio espacial
A la luz de estos avances de China, en el caso específico de los EE.UU., es perceptible un cambio estratégico hacia el control y la superioridad espacial -en círculos decisorios del DoD y la USSF- el cual requerirá demostrar capacidades robustas tangibles en hardware en órbita, lo que implica desplegar sistemas capaces de maniobrar, inspeccionar y potencialmente neutralizar otros satélites.
Algunas de las tecnologías que la Fuerza Espacial está considerando para su futuro arsenal provienen del sector comercial, donde las empresas han desarrollado plataformas de uso dual para el mantenimiento de satélites, la remoción de escombros y el control del tráfico espacial. Herramientas como brazos robóticos capaces de agarrar y reubicar naves espaciales, sistemas autónomos de acoplamiento y reabastecimiento de combustible, módulos de propulsión espacial y sensores capaces de observar el interior de los satélites pueden adaptarse a misiones de defensa, ofreciendo a las fuerzas armadas una vía más rápida y, a menudo, más económica para desplegar capacidades que tardarían años en desarrollarse desde cero. Estas tecnologías se están volviendo centrales en la forma en que el Pentágono planea asegurar su propio acceso al espacio (y potencialmente negárselo a otros).
Los EE.UU., están considerando sistemas desarrollados comercialmente que puedan maniobrar y reaccionar rápidamente, con capacidades para inspeccionar, apoyar o interrumpir satélites cuando sea necesario. Por ejemplo, la nave espacial “Otter” de Starfish Space, que recibió un contrato de defensa de 37,5 millones de dólares en 2024 para demostrar el servicio satelital en órbita geoestacionaria. La Otter busca acoplarse a un satélite cliente y remolcarlo a un “cinturón de chatarra” para su eliminación. Esta misma tecnología también podría ayudar a reposicionar satélites activos.
La superioridad cibernética es inseparable de la superioridad espacial, un ciberataque a cualquier aspecto de un sistema espacial puede degradar el conocimiento de la situación y la preparación en todos los dominios. A medida que el espacio se convierte en el tejido conectivo de las operaciones conjuntas, el ciberataque se convierte en una superposición obligatoria para todos los aspectos: lanzamiento, orbital, terrestre y de enlace. Una sola brecha puede tener repercusiones en toda la misión, por lo que la estrategia cibernética debe ir más allá de la ofensiva y la defensa tradicionales para convertirse en un componente fundamental del diseño del sistema.
Por eso, la resiliencia debe integrarse desde el principio. El cambio de depender de grandes los activos estratégicos a sistemas más pequeños y de uso conjunto, más económicos, fáciles de reemplazar y más rápidos de implementar, es un paso significativo hacia operaciones espaciales más ágiles y ciberresilientes. El enfoque colectivo debe centrarse ahora en colaborar con proveedores que integren la ciberseguridad en todos los niveles, desde cero, un cifrado sólido y cadenas de suministro seguras y confiables.
La política de adquisición espacial debe adaptarse para satisfacer esta demanda urgente. El espacio no puede respaldar operaciones tácticas si aún está atado a estructuras obsoletas. La misma urgencia que impulsa la inversión en el programa de Infraestructura de Pruebas y Entrenamiento Operacional en preparación para potenciales conflictos espaciales debe orientar la necesaria actualización y modernización de las capacidades espaciales en general. El Departamento de Defensa es claramente consciente del valor de los sistemas espaciales comerciales que cumplen con estos estándares. En una lucha multidominio con China, esa es una brecha que no EE.UU. no puede pasar por alto.
En la órbita baja terrestre (LEO), China está ampliando drásticamente su presencia, con planes de lanzar miles de satélites como parte de dos megaconstelaciones de comunicaciones. Dado que se espera que tantos satélites chinos operen cerca de activos estadounidenses y aliados en la LEO, el riesgo de conflicto o error de cálculo aumenta considerablemente; si tan solo una de esas naves espaciales chinas llevara un arma antisatélite, localizarla sería una labor de dimensiones considerables.
Para poner en contexto la preocupación por los logros chinos en círculos de defensa estadunidense, basta mencionar que los recientes avances significativos de las naves espaciales Shijian-21 y Shijian-25, enfatizan las capacidades estratégicas de China en el espacio, particularmente en las áreas de mantenimiento, servicio y reabastecimiento en órbita / On-Orbit, Servicing, Assembly and Manufacturing (OSAM) y mitigación de desechos espaciales. Aunque oficialmente su propósito se centra en actividades civiles, estas tecnologías tienen implicaciones duales (civiles y militares) que son objeto de monitoreo internacional. A continuación, se analizan las capacidades estratégicas de cada una:
Shijian-21 (SJ-21). Lanzado en octubre de 2021, el Shijian-21 es oficialmente un satélite para “probar y verificar tecnología de mitigación de desechos espaciales”. Sin embargo, sus operaciones han demostrado capacidades avanzadas que lo sitúan como un remolcador geoestacionario y una plataforma para operaciones de servicio en órbita.
Capacidades estratégicas clave del Shijian-21:
-Mitigación de desechos espaciales y reposicionamiento de satélites: El SJ-21 ha demostrado la capacidad de aproximarse, acoplarse y remolcar otros satélites. En enero de 2022, se acopló con el satélite inactivo Beidou-2 G2 y lo movió a una órbita “cementerio” más alta, fuera de la órbita geoestacionaria operativa. Esta capacidad, si bien útil para la gestión de desechos, también implica la habilidad de mover satélites de terceros, lo que genera preocupación sobre un posible uso “contra-espacial” para deshabilitar o reubicar satélites de adversarios.
-Operaciones de Encuentro y Proximidad / Rendezvous and Proximity Operations (RPO): El SJ-21 ha realizado maniobras de aproximación precisas a otros objetos en órbita, incluyendo un sub satélite que liberó para practicar dichas maniobras. Esto indica una alta capacidad de control orbital y navegación autónoma, esenciales para cualquier tipo de servicio o intervención en el espacio.
-Inspección y monitoreo: La habilidad de realizar RPO a distancias muy cercanas sugiere que el SJ-21 puede llevar a cabo inspecciones detalladas de otros satélites, lo que podría usarse tanto para evaluar el estado de satélites propios como para recabar inteligencia sobre satélites de otros países.
-Potencial para el servicio en órbita (OSAM): Aunque oficialmente centrado en desechos, las capacidades del SJ-21 son directamente transferibles a servicios como la reparación, el mantenimiento o incluso el ensamblaje de nuevos satélites en el espacio. Esto podría prolongar la vida útil de los activos espaciales de China y reducir la necesidad de lanzamientos frecuentes.
Shijian-25 (SJ-25). Lanzado en enero de 2025, el Shijian-25 está diseñado específicamente para probar tecnologías avanzadas de reabastecimiento de combustible y prolongar la vida útil de los satélites en órbita. Su lanzamiento marca un paso crucial en la ambición de China de establecer una capacidad de “economía circular espacial”
Capacidades estratégicas clave del Shijian-25:
-Reabastecimiento de combustible en órbita: Este es el objetivo principal y más revolucionario del SJ-25. La capacidad de reabastecer satélites en órbita significaría que las naves espaciales no estarían limitadas por su cantidad inicial de propulsor, lo que les permitiría operar por períodos mucho más largos, realizar más maniobras orbitales y ser más flexibles en sus misiones. En junio de 2025, se observó que el SJ-21 y el SJ-25 realizaron un encuentro cercano, posiblemente involucrando una transferencia de combustible, lo que indica un avance significativo en esta capacidad.
-Extensión de la vida útil de satélites: Al poder reabastecer, el SJ-25 podría “revivir” satélites que se quedan sin combustible, prolongando su vida operativa y maximizando la inversión. Esto tiene claras ventajas estratégicas para mantener flotas de satélites de comunicaciones, navegación o reconocimiento por más tiempo.
-Mantenimiento y reparación en órbita: Las tecnologías necesarias para el reabastecimiento (como acoplamiento preciso, manipulación robótica, transferencia de fluidos) son fundamentales para cualquier operación de mantenimiento y reparación en el espacio. Aunque no se especifica explícitamente para reparaciones, el SJ-25 sienta las bases para futuras capacidades en este ámbito.
-Reducción de desechos espaciales (indirectamente): Al prolongar la vida útil de los satélites, se reduce la frecuencia de lanzamiento de reemplazos y, por ende, la generación de nuevos desechos. Sin embargo, la tecnología también podría usarse para reubicar o “desactivar” satélites de maneras que podrían ser consideradas estratégicamente sensibles.
-Impacto en la competencia espacial: La capacidad de reabastecimiento en órbita es una “tecnología que cambia las reglas del juego”, según algunos analistas. Pone a China en una posición competitiva directa con países como Estados Unidos, que también están desarrollando capacidades similares (como el proyecto OSAM-1 de la NASA).
Implicaciones estratégicas generales
Ambas naves espaciales, en conjunto, demuestran la creciente capacidad de China para operar de manera flexible y sostenida en el espacio. Las implicaciones estratégicas son vastas:
-Ventaja Militar: Aunque se presentan con fines civiles, las capacidades de OSAM, reabastecimiento y mitigación de desechos pueden tener un doble uso. La capacidad de aproximarse, inspeccionar, manipular o incluso “remover” satélites podría ser empleada en un conflicto para afectar los activos espaciales de un adversario, incluyendo satélites de inteligencia, comunicaciones o navegación.
-Sostenibilidad y resiliencia espacial: Para China, estas tecnologías aumentan la resiliencia de su propia infraestructura espacial. Pueden reparar o reabastecer sus satélites dañados o con poco combustible, asegurando la continuidad de sus servicios espaciales.
-Dominio Espacial: El desarrollo de estas capacidades es fundamental para la búsqueda de China de un mayor dominio en el espacio, permitiéndole operar de manera más eficiente y autónoma.
-Reducción de Costos Operacionales: Al extender la vida útil de los satélites, se reducen los costos asociados con el reemplazo frecuente de naves espaciales.
En suma, las naves espaciales Shijian-21 y Shijian-25 son pilares de la estrategia espacial de China para desarrollar capacidades avanzadas de servicio en órbita. Si bien estas capacidades son cruciales para la sostenibilidad a largo plazo de las operaciones espaciales y la mitigación de desechos, su naturaleza de doble uso las convierte en elementos estratégicos clave en la competencia global por el dominio espacial.
Las capacidades espaciales de China se encuentran entre las más avanzadas del mundo. Su estrategia combina poder duro (militar y tecnológico) con poder blando (diplomacia, cooperación, ciencia), consolidando su influencia en la futura economía espacial global de la nueva carrera espacial y el NewSpace impulsada por las empresas y que se expande rápidamente de las orbitas baja y geoestacionaria a las zonas cislunar, la Luna, Marte y otros cuerpos celestes. No solo compite geopolíticamente con EE. UU., sino que también lidera una visión alternativa del nuevo orden espacial global, centrado en la soberanía tecnológica, la cooperación entre países en desarrollo y una gobernanza menos occidentalizada.
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