Durante los primeros cuatro meses de 2025, México registró 75 incidentes aéreos, lo que representa un incremento del 53% respecto al mismo periodo del año anterior.
Las cifras, lejos de tranquilizar, encienden las alarmas sobre un sistema de tránsito aéreo que opera al límite, con un déficit estimado de 350 controladores y múltiples reportes de errores en la separación de aeronaves y en las comunicaciones.
Pese a ello, el titular de Seneam, JAVIER VEGA, ha declarado en distintos foros que los incidentes “se redujeron un 42 por ciento en 2024”, como si el pasado bastara para desviar la atención del presente.
La realidad en cabina y torre es otra: falta personal, sobran tensiones y, lo más preocupante, comienza a faltar confianza.
Y mientras la seguridad aérea exige soluciones urgentes, el foco institucional parece desviado hacia terrenos insólitos.
Después de los festejos por el 60 aniversario de ASA, el entusiasmo dio paso al desconcierto.
El Centro Internacional de Instrucción de ASA (CIIASA) —una de las joyas del sector, con capacidad reconocida para formar profesionales en Operaciones Aeroportuarias, SMS, Factores Humanos, Seguridad y más— está en riesgo de ser desviado de su vocación.
Hoy, se sabe que LUIS RUIZ HERNÁNDEZ, subsecretario de Transporte, mantiene negociaciones avanzadas para que el CIIASA se convierta en un centro de capacitación para operadores de tráileres.
Sí, tráilers… Tractocamiones…
El problema no es solo el despropósito conceptual “Kafkiano”.
Es que el CIIASA no tiene ni patios de maniobra, ni simuladores, ni tractocamiones. Nada. Es como pedirle a un cirujano que repare motores diésel con un bisturí.
Y todo esto ocurre mientras se diluye en el olvido otro proyecto sin brújula: el transporte terrestre entre el AICM y el AIFA, anunciado como solución intermodal entre aeropuertos y desaparecido sin explicación ni resultado.
Ante este panorama, la frase es clara: zapatero a tus zapatos.
ASA debe concentrarse en lo que mejor sabe hacer: operar aeropuertos, distribuir combustible, y formar talento aeronáutico de clase mundial.
No es momento de improvisar ni de distraer recursos en agendas ajenas al cielo mexicano.
Porque cuando la torre pierde el foco y los radares sociales advierten turbulencia institucional, lo que está en juego no es un experimento… sino la seguridad del vuelo.
¡Queda Dicho!
“Los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de sus autores y pueden o no reflejar el criterio de A21”