Dicen que hasta al mejor tirador se le va la liebre… y al columnista también se le va el dato.
En la entrega pasada escribimos —con café en mano y convicción en la pluma— que nuestro país estaba a punto de perder su asiento en el Consejo de la OACI por falta de pago.
Pues bien, el gobierno federal ya había cubierto la deuda, y no lo sabíamos. También señalamos que Alexander de Juniac seguía presidiendo la IATA… cuando en realidad dejó el cargo hace ya varios años.
Agradecemos sinceramente a quienes nos marcaron el error con respeto (y hasta con un guiño cómplice). No somos infalibles, pero sí somos responsables.
Y así como corregimos nosotros, esperamos que también las autoridades ajusten el rumbo cuando los vientos soplan en contra y se desvían del trayecto.
Porque al final, volar, escribir —y gobernar— implica aceptar los vientos cruzados… y rectificar el curso con humildad…
ASA celebró su 60 aniversario, y más que una ceremonia, fue una bitácora viva de lo que representa: una institución que ha sido motor, torre de control y ala extendida del desarrollo aeronáutico en México.
Lo que comenzó como un esfuerzo técnico y estratégico, hoy se proyecta como un modelo de futuro.
No solo por su infraestructura o su CENTRO INTERNACIONAL DE INSTRUCCIÓN, sino por su compromiso con el medio ambiente a través del impulso al SAF, ese combustible sostenible que promete reducir hasta un ochenta por ciento las emisiones contaminantes y generar más de tres mil quinientos empleos verdes.
En tiempos donde muchos apenas planean cómo adaptarse al cambio climático, ASA ya se prepara para despegar hacia una aviación más limpia, eficiente y conectada.
CARLOS MANUEL MERINO CAMPOS lo dijo con claridad de piloto:
“El verdadero corazón de ASA es su gente.”
Y tiene razón. Porque ASA no se sostiene solo por sus pistas, hangares o torres de control, sino por cada técnico, ingeniero y profesional que hace posible que los aviones despeguen y aterricen en orden, sin drama ni sobresaltos.
En el evento, donde se compartió el “pan y la sal”, hubo de todo: exdirectores como ALFONSO SARABIA, GILBERTO LÓPEZ MEYER y JAVIER VILLAZÓN; presencia internacional; un billete conmemorativo de la LOTERÍA NACIONAL; y hasta un guiño cósmico con KATYA ECHAZARRETA, la primera mexicana en viajar al espacio.
Todo un homenaje al espíritu de mirar siempre hacia arriba.
El objetivo es ambicioso: avanzar hacia un modelo en el que, para 2050, se utilice exclusivamente biocombustible en sus operaciones, y ampliar el CIIASA para capacitar a más personal aeronáutico de excelencia a nivel internacional.
Mientras algunos insisten en recortar alas con austeridad mal entendida, ASA sigue volando con visión. Innovando. Formando. Elevando.
Apostando a que la aviación mexicana no solo sobreviva… sino que trascienda.
Porque si algo nos enseñan estos 60 años es que no se trata de cuántas veces despegas, sino de cómo eliges volar.
¡Queda dicho!
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