¡Pum! Enciendo el televisor y aparece la noticia del cese de operaciones de Aeromar, inmediatamente mi mente se traslada a aquel día de agosto de 2010, en el que Mexicana cesaba sus operaciones.
Es muy difícil describir el sentimiento de llegar de tu último vuelo, darse la mano entre pilotos y decirnos: “fue un placer el haber compartido la cabina contigo todos estos años, y preguntarte ¿y, ahora, qué sigue?”.
El empresario Zvi Katz, dueño de Aeromar, emprendió la huída hacia Israel tras anunciar el cese de sus operaciones, debido a adeudos que ascienden a 500 millones de pesos tan sólo en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), pero ¿quién o quiénes, además, tuvieron la culpa de que el señor Zvi Katz formara parte del “club del pato laqueado”, cuyos integrantes lo conforman el señor Gastón Azcárraga, ex propietario de Mexicana, o el señor Miguel Alemán Magnani, dueño de Interjet?
Entre otros, la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), antes Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), cuya responsabilidad era entregar los reportes y estados financieros de las empresas, para detectar a tiempo las irregularidades y así asegurar la continuidad financiera y los pagos correspondientes a Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (Seneam), Grupos aeropuertuarios y al Sistema de Administración Tributaria (SAT), entre otros.
¿Hasta cuándo las autoridades seguirán permitiendo que los dueños de las empresas aéreas, al ver que dejan de ser negocio, las abandonen impunemente, después de haberlas despojado años o meses anteriores, dejando en estado de indefensión a sus trabajadores?
Solo me resta decirles a todos los colegas de Aeromar que me uno a su pena y les deseo un horizonte nuevo, lleno de oportunidades.
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