El 15 de febrero de 2013, un pequeño asteroide entró en la atmósfera sobre la ciudad rusa de Chelyabinsk y explotó con la fuerza de una bomba atómica. El asteroide tenía un diámetro de unos 20 metros y explotó a una altura de unos 30 kilómetros, liberando una energía unas 30 veces mayor que la bomba nuclear lanzada en Hiroshima en la Segunda Guerra Mundial. La explosión en sí no causó heridos, pero sí superó brevemente el brillo del sol, ante el asombro de todos los que la vieron.
Aunque las ventanas de la ciudad se quebraron cuando llegó la onda expansiva, afortunadamente este incidente solo causó daños menores y solamente unas 1,500 personas necesitaron asistencia médica por lesiones relacionadas con vidrios. En el pasado, impactos similares no han sido tan benignos, como lo descubrieron los dinosaurios hace 65 millones de años, en donde un asteroide, significativamente más grande, destruyó una gran parte de la vida en la Tierra. Con toda seguridad, estos impactos continuarán en el futuro, por lo que es importante que estemos preparados para enfrentarlos.
La defensa planetaria se encarga de defendernos de los impactos de estos objetos cercanos a la Tierra (NEOs por sus siglas en inglés) y consiste en dos tareas: identificar las posibles amenazas, y decidir cómo actuar para contrarrestarlas o mitigar sus efectos. Para identificar amenazas es necesario escudriñar el espacio constantemente para encontrar objetos en trayectoria de colisión con la Tierra. Con esto se genera y mantiene un catálogo de objetos amenazantes y continúan observándose, para decidir si en algún momento representan un peligro real y así actuar en consecuencia.
Las observaciones actuales pueden detectar NEO ‘s de más de un 1 km de diámetro desde que están lo suficientemente alejados para tomar medidas con objeto de mitigar su efecto. Estos NEOs son los más peligrosos porque podrían causar daños a nivel global. Sin embargo, los NEO´s más pequeños, digamos de decenas de metros, son también muy importantes porque su impacto sobre la Tierra podría destruir una ciudad y, por lo tanto, requerimos contar con los medios para detectarlos con tiempo. Para esto, un observatorio de NEOs en la Luna podría ser muy importante ya que permitiría mejorar nuestra capacidad de anticiparnos al posible impacto de este tipo de objetos y darnos la oportunidad de tomar las medidas necesarias para contrarrestar sus efectos destructivos.
Si alguna vez descubrimos un asteroide en curso de colisión con nosotros, podríamos desviarlo lejos de la Tierra. Una forma de hacer esto es impactarlo con una nave espacial cuando esté lo suficientemente lejos para alterar su período orbital. El asteroide se alejaría de la Tierra si esto se hiciera unos años antes de la colisión anticipada. Para esto, es necesaria también la tecnología espacial, ya que debemos fabricar y tener listas las naves para realizar esta operación.
Debido a que los impactos de asteroides representan una amenaza para todo el mundo, las Naciones Unidas han establecido dos comités técnicos sobre defensa planetaria dedicados a crear conciencia y alentar la cooperación internacional en temas relacionados con NEOs. Esto apenas es el principio para contar con una defensa planetaria adecuada, ya que se necesita crear una organización internacional que cuente con todos los recursos necesarios para evitar una colisión, lo cual requiere, además de coordinación, dinero.
Por ello, todos tenemos que continuar trabajando para consolidar esta organización. La defensa planetaria puede ser el catalizador para estimular la cooperación entre todas las naciones espaciales, ya que nadie está a salvo del riesgo de una colisión por NEOs. Por lo tanto, al enfrentar una amenaza común puede ser el incentivo para que los humanos dejemos nuestras diferencias y trabajemos en armonía para impulsar la Era Espacial. El hacerlo puede ser la diferencia entre un futuro promisorio o devastador.
