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29/03/2024

Replanteando la estrategia de desarrollo aeronáutico integral: apertura (2)

José Medina Go… / Domingo, 10 Abril 2022 - 21:37

Existen algunos principios básicos que, aunque inicialmente puedan parecer inconexos o descontextualizados, resultan ser los pilares fundamentales para atender y resolver prácticamente cualquier problema que podamos enfrentar. También son las bases esenciales para el pensamiento estratégico contemporáneo, así compara la evaluación prospectiva del tercer milenio

Hay tres esenciales que atraigo a su atención, a saber:

  1. La Segunda Ley de la Termodinámica: en un sistema cerrado, con el paso del tiempo, la cantidad de desorden se incrementará. 
  2. El Principio de Incertidumbre de Werner Heisenberg: existe un límite a la precisión con la cual se pueden calcular y conocer los valores físicos de las partículas en cuanto a su velocidad y posición en un sistema autocontenido.
  3. El Principio de Resultados Incompletos de Kurt Gödell: el concepto de verdad no es coexistente con la capacidad de demostración en sistemas formales cerrados.

Evidentemente, para efectos de esta columna semanal me encuentro parafraseando y sintetizando; pero la esencia y la conclusión es la misma. De tres principios universales de la ciencia contemporánea podemos dilucidar una de las máximas verdades comprobables de cualquier sistema complejo, sea la intrínseca naturaleza atómica o las sociedades humanas. Podemos concluir en torno a ellos que cualquier sistema cerrado, autocontenido, orientado a su interior, sin vías de comunicación e interacción fluidas y dinámicas con otros sistemas y con su contexto exterior, y que de manera constante incremente su actividad interna en búsqueda de alcanzar un mayor desempeño, con el paso de tiempo y de manera exponencial tan sólo incrementará su desorden, sus asimetrías, su confusión; y por lo tanto, se encuentra destinado al colapso interno en una pérdida total de eficiencia. 

La conclusión que aquí apuntamos, representa clara y sintéticamente lo que está viviendo nuestro país en lo general, y nuestro sector aeronáutico mexicano en la presente administración. Actualmente el sector aeronáutico nacional, encabezado y direccionado desde la oficialidad por las autoridades federales vigentes, se encuentra siguiendo -para bien o para mal- la directiva nacional dictada desde la cúspide de Palacio Nacional. Podríamos hablar de “directiva estratégica”, pero como comentamos la semana pasada eso es solo un término ilusorio en base a las evidencias de desempeño de la actual administración y gestión pública. En la visión nacional vigente -replicada por las entidades, dependencias, instituciones y secretarías que conforman el cuerpo material del Estado mexicano- el foco de atención es “al interior”, cerrarnos al exterior, rechazar ideas y conceptos que vengan “de afuera” o que provengan de un “pasado neoliberal”. Una y otra vez, se nos habla de la “política interior”, y básicamente todo el desarrollo nacional se ha orientado dentro de nuestras fronteras.

La aviación nacional ha tenido que seguir ese patrón. El aeropuerto Felipe Ángeles, el rediseño del espacio aéreo del Valle de México, el desarrollo aeroportuario del sureste nacional, las labores de gestión pública de la AFAC y SENEAM, así como las directivas emanadas de la SICT nos muestran claramente que el enfoque es al interior de nuestras fronteras, instituciones y entidades. Más que una dinámica centrífuga, estamos en un proceso centrípeto donde todo lo que viene de “afuera” es automáticamente estigmatizado, excluido y relegado. Esto es lo que ha promovido una pérdida de inversión extranjera, la cancelación de fondos de inversión internacional en nuestro sector, e inclusive una pérdida de credibilidad y confianza de entidades internacionales en torno a la aviación nacional. 

Tal parece que se está regresando o tratando de consolidar una “visión” de la década del México de las décadas de 1960 y 1970, en donde equivocadamente se concentró todo al interior, excluyendo deliberadamente todo lo que venía del exterior, y nos llevó a casi un cuarto de siglo de atrasos, retrasos y rezagos proporcionales y relativos respecto del mundo. En aviación nos costó casi cuarenta años de atraso, y en algunos aspectos hasta hace unos años seguíamos en lucha por competir con actores internacionales mucho más avanzados conceptual y operacionalmente que nosotros. Pero parece que eso se quiere: cerrarnos al exterior y enfrascarnos al interior.

Ese es uno de los principales problemas que tenemos como sector aeronáutico mexicano contemporáneo. La evidencia es contundente, y más allá de discursos ideológicos o aspiraciones vacías imposible es tratar de afrontar una realidad que nos arrolla. Si queremos tener un desarrollo aeronáutico integral competente y competitivo con el entorno internacional, obligatorio es abrirnos a conceptos, ideas, principios, visiones, tendencias y trascendencia del exterior, e incluso de otros sectores. 

No debemos ni podemos cerrarnos. Debemos dejar atrás ese discurso de descalificación, repudio y de retórica insensible de los aportes en todos los sentidos de la comunidad internacional, del sector privado y de otros actores. Reconozcamos otra realidad: en el siglo XXI, en una economía global abierta y competitiva, nadie quiere “robarnos”, ser “leoninos”, o “quitarnos soberanía”; y menos en materia aeronáutica. Reconozcamos que un sistema internacional abierto, que crezca y desarrolle la aviación mexicana les beneficia más a actores internacionales que si trataran solo de “explotarnos”. Vaya, les conviene más que nos vaya bien a nosotros que “robarnos” deliberadamente.  

Si entendemos estas dos realidades ineludibles, comprobables y demostrables más allá de toda duda habremos dado un paso considerable en el replanteamiento de la estrategia aeronáutica nacional. Implica para ello tener autocrítica, madurez, reflexión informada, pero sobre todo voluntad para abrirnos a otras ideas; a quitarnos una venda dogmática de los ojos y ver la realidad del sistema global del tercer milenio, y ver todo lo que estamos perdiendo por tratar de regresar a un pasado imaginario que no fue y nunca será.

Para muchos será una apertura impresionante, pero otros quedarán cegados por la luz de un porvenir que podemos alcanzar, pero que lamentablemente no saben cómo manejar. Ahí la verdadera tragedia, y el verdadero obstáculo para el porvenir de la aviación nacional.

 

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