Desde hace aproximadamente cuatro semanas se inició una “nueva campaña” mediática en torno al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles. Desde un nuevo logotipo -hay que reconocer, mucho mejor que el anterior- hasta una difusión mediática cada vez más intensa en torno a los “avances” del proyecto. Nadie puede negar que el proyecto esta avanzando a pasos agigantados, y que se ha invertido una cantidad monumental de recursos financieros, humanos y materiales. Pero hay mucho más atrás de esta campaña.
Intensificándose en las últimas semanas, principalmente a través de la apertura y difusión en medios masivos de comunicación, esta campaña busca transmitir a los observadores los “grandes avances de la obra”, difundiendo la imagen de que será un aeropuerto de “talla internacional”, de gran calidad y con una visión nueva. Para pronto, que el Felipe Ángeles es y será todo un éxito, validando así la decisión del titular del ejecutivo, y legitimando esta magna obra ante la opinión pública.
Se han difundido un puñado de fotografías y un par de videos al interior de la futura “terminal” y se da la impresión de que es un aeropuerto moderno. De manera adicional, se ha dado difusión a un conjunto de cortos videográficos en donde algunos funcionarios de aerolíneas internacionales en México ofrecen una visión extremadamente positiva del avance estas instalaciones. Si nos quedamos con estas imágenes y testimonios hasta podríamos reconsiderar nuestro escepticismo, y comenzar a convencernos de que es un proyecto viable, realizable y hasta positivo. Pero no debemos crear un criterio únicamente por lo que vemos, sino también por lo que no vemos.
Sin lugar a dudas la inversión en el Felipe Ángeles ha sido monumental. La parte militar del complejo está prácticamente terminada, sin dudas es una mejora muy considerable en comparación a como era la antigua Base Aérea Militar 1. Se han mejorado los planteles, las instalaciones, prácticamente en todo hay una mejora muy notable. Pero debemos recordar que el planteamiento inicial era el generar un extraordinario aeropuerto que sustituyera al NAIM de Texcoco (difícil tarea de entrada) con una base aérea y militar adjunta, no una excelente base aérea y militar que sustituyera al anterior (cosa que era necesaria de todas maneras) con un aeropuerto adjunto. Y justo eso es lo que está pasando.
Si analizamos críticamente las fotografías y videos del interior de la terminal que se han difundido, veremos que realmente es una instalación limitada, la cual no tiene la capacidad ni alcance que debe tener un aeropuerto internacional a la altura del país que tenemos. Nadie dice que no puede operar, solo que las capacidades que tiene inherentemente son muy limitadas. Por otro lado, el tener una terminal funcional no significa que realmente pueda operar como tal, en razón que esa consideración la otorga sus capacidades, las certificaciones con las que cuente, las aerolíneas que operen, las rutas de las mismas, y los usuarios finales.
Como se ha señalado en repetidas ocasiones, el Felipe Ángeles inherentemente no esta diseñado para tener las capacidades que habría tenido el proyecto del NAIM. Se planteó como una alternativa de relativamente bajo costo, y no se puede pedir o exigir más. Pero con esta condicionante, tampoco se puede esperar que su rendimiento potencial sea el mismo. Importantes aerolíneas nacionales e internacionales ya han manifestado que en sus planes no se encuentra operar en el Felipe Ángeles. Los costos de hacerlo son demasiado elevados, es poco práctico y poco eficiente. Pese a que un puñado de aerolíneas han declarado que podrían operar ahí, no significa que lo hagan en su momento, o bien que sean de la trascendencia necesaria para revertir la percepción de las grandes aerolíneas que operan en México.
Por otro lado, para los usuarios, sigue siendo una opción muy poco práctica llegar a Santa Lucía de manera eficiente. Aunque se haya anunciado una nueva obra para la interconexión con la Ciudad de México, sigue siendo algo que todavía queda en proyecto. Por la distancia y las condiciones del camino, sigue siendo complicado y potencialmente engorroso ese traslado.
A esto hay que sumarle otros factores que desestiman el proyecto. Por un lado, tenemos el ya discutido rediseño del espacio aéreo del Valle de México. Pese a las posturas oficiales y oficialistas, sigue siendo un desastre que todavía no se ha armonizado. Siguen los reportes de pilotos de las dificultades que están experimentando con este nuevo esquema de aerovías al centro del país, y las contradicciones del planteamiento de SENEAM y de la AFAC siguen sin ser resueltas. En múltiples medios y entornos se aprecia cómo este rediseño está siendo totalmente ineficiente y hasta riesgoso. Y a eso tenemos que sumarle que todavía no opera el Felipe Ángeles, condición que hará volar en el Valle de México algo terriblemente peligroso y complejo dadas las condiciones actuales.
Por otro lado, tenemos la pérdida de categoría de México ante la FAA y otras autoridades internacionales. Cierto es que antes ya habíamos tenido ese problema, y en razón de lo anterior un servidor al igual que numerosos especialistas nacionales e internacionales, emitieron el planteamiento que podríamos recuperar la Categoría 1 en pocos meses, por que en términos reales representaba un esfuerzo considerable, pero no imposible. Pero no, tal parece que los objetivos son otros, por que en vez de atender los problemas que enfrentamos los mismos se han profundizado.
De hecho, es notorio que las labores para recuperar la Categoría 1 no están en la AFAC ni en SCT, sino en la Secretaría de Relaciones Exteriores, quienes han monopolizado los planteamientos y pronunciamientos. Bajo la lógica de que es un tema “por encargo, no por cargo”, estamos ante un sinsentido, ya que no es un tema de competencia ni de experiencia de la Cancillería. Y a esto debemos sumarle el lamentablemente elevado número de quejas, denuncias y operaciones irregulares en los manejos financieros, laborales y contractuales del proceso de construcción del AIFA. Mientras que esperaríamos una auditoría de la SFP o una investigación interna de la SEDENA o de SCT, vemos la negación, la descalificación y la opacidad en la información. Mala señal.
En síntesis, todo lo anterior da y transmite una imagen al entorno internacional del Aeropuerto Felipe Ángeles muy distinta de la que se quiere imprimir en la mente de quienes ven unas cuantas fotos, unos cuantos videos y entrevistas, y un puñado de testimonios aislados. Esta imagen quiere legitimar un proyecto ante una población que tienen problemas mucho más graves en cierne, y que realmente tienen poca o nula capacidad de decisión y operación en materia aeronáutica nacional. El objetivo es dar sustento mediático y popular a una obra de alcance limitado y con poca proyección real en la aeronáutica del siglo XXI. A los que realmente deberían convencer es a la comunidad internacional, en los sectores públicos y privados. Ahí no sirve tan sólo una campaña mediática ni una instrucción por decreto. Ahí se toman en cuenta muchas cosas más, mismas que hasta el momento no se han manifestado con claridad.
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