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23/11/2024

Cooperación internacional para la seguridad

José Medina Go… / Domingo, 27 Septiembre 2020 - 20:07

La semana pasada abordamos en este espacio la urgente e imperativa necesidad de fortalecer a nuestra institución nacional titular de la Defensa y la Seguridad Aérea, la Fuerza Aérea Mexicana. Como en tantas otras ocasiones, la reflexión giró en torno al negligente abandono a la institución, a los miembros que le integran, así como de la crucial exigencia de adoptar una visión prospectiva, de futuro y de desarrollo. Lo anterior, señalábamos, era esencial para el desarrollo nacional, así como para garantizar su trascendencia en el siglo XXI.

Sin embargo, no sólo de las instituciones civiles y militares se integra la estabilidad nacional. Ciertamente, este es uno de los componentes más importantes, y es la piedra angular de la Defensa y la Seguridad Aérea Nacional. Pero falta otro importante componente que hemos señalado en repetidas ocasiones también, pero que pareciera que muchos miembros del liderazgo nacional han decidido -voluntaria o involuntariamente- ignorar y relegar: la cooperación internacional.

México es parte de la comunidad global. No podemos evitarlo, minimizarlo o restringirlo. Como parte de la sociedad internacional somos partícipes de la vida cotidiana y de los fenómenos ordinarios que afectan al planeta y la sociedad humana en su conjunto. Insensible, irracional, contraproducente y descabellado es tratar de aislarnos; y aunque algunos “dirigentes nacionales” busquen proponer regresar las miradas al interior de nuestras fronteras en vez de al exterior, estas iniciativas están sentenciadas al fracaso, a la ignominia, a la ridiculez operacional y a la necia imposibilidad de tratar de proyectar al futuro ideas de un ayer que han sido demostradas como fallidas a toda prueba.

México no puede aislarse. Voluntaria o involuntariamente, somos parte de una tendencia global imparable. En su momento se le llamó “globalización”, pero realmente es parte de una homologación de criterios, estándares y metas prospectivas de la civilización humana. Poco a poco vamos dejando de pensar como sociedades aisladas y vamos concibiendo nuestra existencia como especie y como frente unificado. Ciertamente, hay espacio para las expresiones e intereses locales, pero imposible es detener el avance global.

La aviación es clara muestra de ello, puesto que hoy por hoy es imposible aislarnos, detenernos o dejarnos rezagar por el avance aeronáutico internacional. Por ese motivo, México debe adoptar una visión compatible con la de la comunidad internacional, para preparar nuestro entorno para gestionar y desarrollar proyectos comunes, compatibles y compartidos con otros países, y de esa manera evitar ser rezagados y relegados. La industria aeroespacial mexicana desde hace años ha adoptado precisamente esta postura, y pese a las limitaciones del entorno, poco a poco se prepara para incrementar su competitividad internacional y ser partícipes de este gran concierto armonizado del desarrollo aeroespacial global.

Pero en materia de Defensa y Seguridad es otro el caso. México es parte integral del sistema de Seguridad Hemisférica y Continental, encabezado por Estados Unidos. México es parte de la distribución geográfica del Comando Norte de EUA (US-NORTHCOM) y por tanto entramos en su sistema de prioridades de defensa. En materia aérea y espacial somos parte de la Red de Defensa Aérea de Norteamérica (NORAD), y actualmente nuestro espacio aéreo es monitoreado permanentemente por nuestros vecinos del norte.

Lo anterior debería estar coordinado con el SIVA, así como con las agencias y dependencias de Seguridad y Defensa del Estado Mexicano. Hasta cierto punto lo están. Pero a partir de ciertas consideraciones, esta coordinación es virtualmente imposible. ¿La razón? Nuestro sistema de vigilancia y seguimiento aéreo es tan limitado, tan anticuado y tienen tantas “áreas grises y negras” que más que un elemento capitalizable para EUA es un riesgo.

Por lamentable que sea, México no tiene la capacidad necesaria, adecuada ni requerida para la vigilancia y la defensa eficiente de su espacio aéreo. Mucho nos falta para llegar a ese punto, y los atrasos esenciales que se han mantenido en este tema por demasiadas administraciones federales no ayuda tampoco a ello. Es por ello que México requiere una aproximación estratégica diferente, más eficiente y trascendente: la cooperación internacional.

Ciertamente, este prospecto podría ser cuestionable y hasta criticable. Muchos hablarán de la “soberanía nacional”, e incluso esta postura podría parecer “malinchista” (término que actualmente es usado más como un calificativo despectivo a cualquier visión o aproximación al exterior que como un descriptivo). Sin embargo, realmente representa una eficiente y clara aproximación en el contexto global contemporáneo para dar solución a un problema urgente. Debemos cooperar activamente con otros países, tomar la iniciativa y gestionar programas conjuntos con responsabilidades compartidas para consolidar las condiciones esenciales para la vigilancia y defensa del espacio aéreo mexicano.

Lo anterior no implica sólo acercarnos a Estados Unidos. También es importante trazar vínculos con Canadá, la Unión Europea, Asia-Pacífico e incluso el Medio Oriente. Es decir, necesitamos trazar, impulsar y promover alianzas globales, no sólo regionales. Debemos desarrollar tecnología propia, pero adoptar aproximaciones generadas en otros países. Debemos compatibilizarnos con el entorno global, no dejarnos caer en el rezago que ya estamos incurriendo.

Lo anterior requiere una gran inversión, sin duda. Pero es mejor invertir que gastar, y actualmente tenemos gastos innecesarios. El costo de no tener un apropiado sistema de vigilancia y de reacción en nuestro espacio aéreo puede ser peligrosamente alto, y cada día que pasa se incrementan las posibilidades de una vulneración grave a nuestros intereses aéreos. No es alarmismo, es describir la realidad, sobre todo al ver la experiencia de otros Estados. Pero al mismo tiempo, es reconocer que uno d ellos caminos más eficientes, claros y contundentes para consolidar la seguridad aérea nacional, internacional y global es la cooperación.

Tal vez la más grande inversión en este tema no sea la aportación económico-financiera, sino la intelectual. Requerimos abrir la mente, ampliar horizontes, mirar hacia arriba y reconocer que en el espacio aéreo y en alturas superiores a ésta no hay fronteras, no hay límites a la soberanía y que el concierto global requiere que todos sus integrantes cooperen y participen armónicamente. Implica hacer un esfuerzo por entender nuevas aproximaciones, aprender de otras experiencias, y gestionar nuevas rutas con responsabilidad conjunta y compartida.

En esencia, debemos dejar de ver al interior de nuestras fronteras, y ver al exterior. Debemos abrirnos a participar con otros actores, y no cerrarnos a los paradigmas nacionales que son por definición limitados, atrasados e incompatibles con el mundo. Es de sabios escuchar, pero es de líderes cooperar para sumar esfuerzos. Ese es el camino que debe adoptar México.

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