El Capitán de Navío de Aeronáutica Naval de la Armada de los Estados Unidos (Ret.) Daniel Pedersen, reconocido como el fundador y primer oficial a cargo de la Escuela de Armamento de Aeronaves de Combate (Fighter Weapons School) de la Marina Estadounidense -mejor conocida por su sobrenombre Topgun -reflexionando sobre las características esenciales de las aeronaves de combate táctico señaló que… “…la verdad básica del combate aéreo permanece siendo la misma: no es la aeronave que gana la pelea, sino el hombre en la cabina. Volar es una actividad perecedera. Debe ser practicada constantemente y mantenida de manera consistente.” Las palabras de este hombre deben tener gran peso pues, así como la semana pasada hablamos del Coronel John Boyd (US Air Force) y sus grandes aportes a pensamiento militar contemporáneo, las aportaciones del Capitán Pedersen complementan considerablemente nuestra percepción de los insumos necesarios para la Seguridad y la Defensa Aérea.
La semana pasada abordamos la urgente necesidad de renovar y/o complementar nuestro parque aéreo militar para fines de Defensa y Seguridad. Se discutió sobre la necesidad de incorporar aeronaves de ala fija multipropósitos acordes a las necesidades nacionales y al contexto nacional e internacional del siglo XXI, aunque con completa honestidad lo mismo sería aplicable (con algunas adecuaciones, sin duda) a nuestra flota de ala rotativa militar y naval. A manera de recapitulación, en la reflexión semanal concluimos que México se vería fortalecido considerablemente si incorporamos aeronaves más sofisticadas con una visión flexible y adaptable, así como ampliamos nuestra doctrina para su adecuado y eficiente empleo.
Sin embargo, estos aportes se verían seriamente limitados si no fortalecemos al factor más importante: el elemento humano. Siguiendo con las sabias palabras del Capitán Pedersen, la capacitación y adiestramiento de nuestros pilotos militares y navales es igual de indispensable, particularmente en lo que se refiere a la formación, modernización y vigencia táctica y operacional. Sin duda los egresados de la Escuela Militar de Aviación, y su contraparte Aeronaval Mexicana, poseen un muy elevado nivel de profesionalismo, de rendimiento y de excelencia. Incuestionablemente son pilotos de ala fija y rotativa de alto valor agregado, y con un compromiso inflexible con el país y sus ciudadanos, y con un nivel de excelencia profesional a toda prueba.
Sin excluir lo anterior, una realidad difícilmente debatible al interior de las instituciones es el bajo número de horas de vuelo que los cadetes y oficiales poseen. Adentrarnos al número de horas de vuelo que la Escuela Militar de Aviación exige a sus cursantes para egresar como Pilotos Aviadores escapa a este artículo por cuestiones de confidencialidad, sin embargo, sobra decir que son insuficientes De hecho, es lamentable ver que la mayor parte de nuestros pilotos militares y navales no mantienen un número aceptable de horas de vuelo que les permita mantenerse actualizados y proficientes en la práctica aérea. Ahora bien, eso no implica que no sean competentes ni capaces; pero si nos dice que si queremos pilotos de combate altamente preparados debemos dedicar más tiempo a su preparación, capacitación constante y vigencia teórico-práctica.
La Armada de los Estados Unidos requiere que sus pilotos y tripulaciones aéreas mantengan un mínimo de 65 horas al mes para mantener su proficiencia técnica y profesional, y la Fuerza Aérea de ese mismo país requiere que sus pilotos mantengan entre 60 y 90 horas al mes de práctica de vuelo -dependiendo del tipo de aeronave en que se encuentren cualificados- para ser considerados como en Primer Orden. En el medio aéreo militar y naval mexicano nos encontramos lamentablemente muy distantes de esos estándares, reconociendo que un porcentaje considerable de nuestros pilotos se encuentran asignados a labores que no les permiten volar, y en consecuencia no pueden adquirir, desarrollar y/o mantener un elevado nivel de destreza en el aire.
Por otro lado, las Fuerzas Armadas de México poseen una relativa baja proporción de pilotos aviadores. Desde el sexenio pasado una trágica realidad que debemos reconocer es que paulatinamente muchos aviadores experimentados han dejado a las instituciones en búsqueda de otras vías de desarrollo profesional en el medio civil. Esto ha creado una crisis al interior de las instituciones, pues poco a poco cada vez hay menos pilotos experimentados. Debido a ello, los pocos oficiales, jefes y capitanes que quedan deben convertirse en “multipropósito”, es decir, deben “hacerle de todo”. Y si son Diplomados de Estado Mayor Aéreo o Naval mucho más.
Reza el dicho popular que “el que mucho abarca, poco aprieta”. En esta discusión es autoevidente que, si no especializamos a nuestros pilotos militares y navales en su profesión elegida y los asignamos a otras labores, difícilmente podrán ser eficientes en su ámbito de competencia. Es así como siguiendo con la discusión de la semana pasada, mientras que necesitamos aeronaves multipropósito que complementen nuestro parque aéreo, necesitamos capital humano especializado que pueda obtener su máximo desempeño y rendimiento de manera eficiente y permanente.
Para que este personal pueda especializarse debemos invertir en su formación, en su desarrollo y en su capacitación continua de manera teórica y práctica. Debemos invertir en su formación, y abrir los ojos a prácticas profesionales internacionales que nos permitan desarrollar nuevas aproximaciones a los retos y oportunidades de la Defensa y la Seguridad Nacional Aérea y Aeroespacial. Debemos dedicar recursos para que nuestros pilotos militares y navales vuelen -por obvio que parezca, esta es su razón de ser- y para que adquieran, mantengan y amplíen su eficiencia y desempeño profesional.
Debemos invertir en enviar a nuestros pilotos a ejercicios inter y multinacionales, a prepararse en nuevas aeronaves, y a ampliar los conocimientos que dan razón a su ejercicio profesional. Es así como podremos dar cumplimiento al adagio silencioso de aquellos aviadores que fama internacional: uno de ellos que inspiró al desarrollo de aeronaves más eficientes y letales, y otro que formó a los pilotos más reconocidos del mundo por su profesionalismo. Sean estos ejemplos a seguir y lecciones aprendidas.
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