Los datos del Banco Mundial muestran que las tasas de desempleo global han ido disminuyendo constantemente desde el pico que acompañó a la crisis de COVID-19 y ahora están por debajo de sus niveles prepandémicos.
La Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) indicó que si bien esto es cierto en todos los grupos de países, es más pronunciado en las economías avanzadas, pues la tasa de desempleo en este sector ha caído más rápido que en otros lugares y se mantiene cerca de mínimos históricos del 4.5% a mediados de 2023.
En términos generales, las implicaciones para la aviación son dobles, por una parte las bajas tasas de desempleo significan que hay más personas que tienen empleos, ingresos estables y respaldan la demanda de transporte aéreo, sin embargo no alcanzan para ocupar los puestos técnicos o de mayor capacitación.
Pero por otro lado, la escasez de personal y habilidades se ha vuelto más generalizada y evidente en el mundo pospandemia. Se han reportado desafíos con la contratación en toda la cadena de valor de la aviación, desde los servicios de asistencia en tierra hasta el personal de las aerolíneas y los controladores de tráfico aéreo, con interrupciones operativas visibles en varios países desde 2022.
De esta manera, los mercados laborales ajustados han llevado a que los salarios nominales aumenten a un ritmo mayor que la inflación subyacente.
Desde 2015, en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) la inflación central alcanzó aproximadamente el 25% el 23 de marzo, en comparación con un crecimiento aproximado de la remuneración laboral por unidad de trabajo del 33%.
Si bien el desempeño financiero de las aerolíneas está mejorando con respecto a las pérdidas históricas registradas durante la pandemia, la industria enfrenta obstáculos en varias categorías de costos, las dos más importantes de las cuales son el combustible y la mano de obra.
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