Para impulsar la producción de bioturbosina en el país, diversos organismos firmaron un memorándum de entendimiento para el desarrollo de este combustible a través de residuos, jatrofa, hidroprocesamiento, azúcares y alcoholes.
El uso de biocombustibles producidos de forma sostenible reduce el ciclo de vida de las emisiones de dióxido de carbono de 50 a 80 por ciento, en comparación con los combustibles derivados del petróleo convencional, según el Departamento de Energía de Estados Unidos.
A través del memorándum, el Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (IPICYT) dirigirá el desarrollo de biocombustibles de aviación, más la participación de 17 instituciones, entre ellas Aeroméxico y Boeing, nueve centros de investigación del Conacyt, Pemex, Qener y Tratamientos Reciclados del Sureste.
Además del Instituto Mexicano del Petróleo, el Instituto Masdar de Ciencia y Tecnología en Emiratos Árabes Unidos y el Instituto Mixto BioEnergía de Estados Unidos.
El CEO de la Oficina de Transferencia de Conocimiento Qener, Alfredo Ramos, explicó que a lo largo de cuatro años la misión del consorcio es integrar esfuerzos, capacidades y recursos para desarrollar líneas de investigación y tecnologías para la producción de bioturbosina, así como ser reconocidos a nivel nacional e internacional en la materia.
En el acto, llevado a cabo en el Centro Internacional de Instrucción de Aeropuertos y Servicios Auxiliares, precisó que la producción de bioturbosina se llevará a cabo a través de residuos, jatrofa, hidroprocesamiento, azúcares y alcoholes.
Por su parte, el presidente de Boeing Internacional, Marc Allen, comentó que desde 2009 comenzaron a trabajar en un proyecto con Aeroméxico para utilizar biocombustibles, como parte de las acciones sobre los retos ambientales.
La acción fue el desarrollo de un mapa conjunto para pensar cómo aprovechar los recursos locales, agrícolas y también los de innovación, talento y los centros de energía. Ese mapa se traduce en investigación, y después en avances como el uso de plantas talofitas. Seguimos avanzando, siete años después ahora con el clúster de biocombustibles, dijo.
Comentó que en aproximadamente cuatro años deberá llegar la primera planta de producción piloto para fijar la misión para los siguientes cinco años, en donde se estaría convirtiendo en una instalación de producción de escala industrial que transforme la aviación.
En este sentido, consideró necesario la participación de las autoridades, de las aerolíneas, así como de los fabricantes y de los centros de investigación para desarrollar lo anterior.
El director de Relaciones Institucionales de Aeroméxico, Carlos Torres, recordó que la aerolínea realizó entre 2000 y 2012 diversas acciones en torno al tema, como el uso de bioturbosina para un vuelo entre México y Madrid, así como 52 vuelos entre el país y Costa Rica, además desde Montreal a Río de Janeiro.
Por ello, dijo que se concentrarán en la aplicación de medidas operacionales y tecnológicas para reducir aún más las emisiones, aun cuando se deben mejorar los servicios de aeronavegación e infraestructura aeroportuaria.
En tanto, el coordinador de las Unidades de Negocios de Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), Jorge Nevarez, expuso que actualmente cuentan con 40 mil litros de turbosina, con los que se están realizando pruebas, pero con el clúster se busca reducir los cuellos de botella y costos en el plan piloto.
A partir de este esfuerzo, los institutos nos ayudan a identificar las materias primas convenientes, la extracción y refinación para después venderla a las aeronaves”.
Como parte del compromiso de Boeing para proteger el medio ambiente y apoyo a largo plazo de crecimiento sostenible para la aviación comercial, la empresa tiene proyectos de biocombustibles activos en Estados Unidos, Australia, Brasil, China, Europa, Oriente Medio, África del Sur y Sudeste de Asia.
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