Después de más de 50 años de la primera llegada del ser humano a nuestro satélite natural, varias potencias espaciales se han propuesto volver a pisar su superficie, pero esta vez con planes más ambiciosos y complejos. ¿Qué están haciendo y por qué lo hacen?
Estados Unidos lidera el proyecto Artemis, que pretende enviar astronautas a la superficie de la Luna en 2025, incluyendo a la primera mujer. Además, planea establecer una presencia sostenible en la órbita y la superficie lunar, con la colaboración de socios internacionales como Canadá, Japón, Australia y la Unión Europea. El objetivo final es prepararse para el gran salto: ir a Marte.
Pero Estados Unidos no está solo en esta carrera. China ha demostrado su capacidad y ambición espacial al lograr el primer alunizaje suave en el lado oculto de la Luna en 2019, y al traer muestras lunares a la Tierra en 2020. Su plan es construir una estación espacial propia, llamada Estación Internacional de Investigación Lunar, enviar una misión tripulada a la Luna en 2030, y explorar los recursos naturales del satélite.
Rusia, por su parte, ha anunciado que se unirá a China en un programa conjunto para crear la estación de investigación lunar. Rusia también tiene previsto enviar sondas robóticas a la Luna y desarrollar un cohete superpesado capaz de transportar astronautas y cargas útiles.
La Unión Europea también participa en esta carrera, aunque de forma más modesta y cooperativa. Su principal contribución es el módulo de servicio Orión, que proporcionará energía, propulsión y soporte vital a la nave Orión que llevará a los astronautas estadounidenses a la Luna. Además, la Agencia Espacial Europea (ESA) tiene proyectos propios para enviar misiones científicas y comerciales a la Luna, y para desarrollar una infraestructura de comunicaciones y navegación lunar.
Ante este panorama, ¿qué podemos esperar para los próximos 10 años? Es difícil hacer predicciones exactas, pero podemos aventurar algunos escenarios posibles. Lo más probable es que Estados Unidos logre su meta de volver a enviar humanos a la Luna en 2025 o poco después, aunque tal vez con retrasos y dificultades técnicas y presupuestarias. China seguirá avanzando en su programa lunar, y quizás alcance a Estados Unidos en la década de 2030. Rusia tendrá que superar sus limitaciones económicas y políticas para mantenerse en la competencia. La Unión Europea seguirá siendo un socio clave para Estados Unidos, pero también buscará su propio espacio de liderazgo e innovación.
¿Qué consecuencias tendrá esta nueva carrera hacia la Luna para el futuro de la humanidad? Dependerá de cómo se gestione la cooperación y la competencia entre los actores espaciales. Por un lado, puede haber beneficios científicos, tecnológicos, económicos y sociales derivados de la exploración y explotación de los recursos lunares. Por otro lado, puede haber riesgos de conflictos, tensiones y violaciones del derecho internacional espacial. Por eso es importante que se establezcan normas claras y consensuadas para garantizar una actividad lunar pacífica, sostenible y equitativa.
¿Qué pueden hacer los países en desarrollo para incorporarse a esta carrera? Lo primero es reconocer que el espacio no es un lujo sino una necesidad. El espacio ofrece oportunidades para mejorar la calidad de vida de las personas, para impulsar el desarrollo económico y social, y para fortalecer la soberanía y la seguridad nacional. Los países en desarrollo pueden colaborar entre sí y con otros socios para acceder al espacio de forma eficiente y rentable. También pueden aprovechar los beneficios de la cooperación espacial internacional, participando en programas multilaterales o bilaterales que les permitan acceder a datos, conocimientos y recursos espaciales. Finalmente, pueden contribuir a la gobernabilidad global del espacio, defendiendo sus intereses y derechos como usuarios legítimos del espacio ultraterrestre.
La nueva carrera hacia la Luna es una oportunidad histórica para la humanidad. Pero también es un desafío que requiere responsabilidad, visión y cooperación. No se trata solo de llegar primero o de llegar más lejos. Se trata de llegar juntos y de llegar mejor.
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