Una de las ganancias que la Categoría 2 que la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA) impuso a México, derivado de la auditoría de seguridad en el primer semestre del 2021, fue la consigna de devolverle a la autoridad aeronáutica, en este caso la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), el área de Medicina de Aviación, la cual había sido removida para pasarla a Medicina Preventiva del Transporte, donde estuvo durante décadas.
Esta idea de “consolidar” los servicios de exámenes médicos de todos los operadores de transporte, tenía que ver con el “ahorro” de recursos pero sobre todo, con la ignorancia acerca de la especificidad de un área como ésta. ¿Por qué tendría que dársele a los exámenes médicos un tratamiento especial?, solía decir uno de los directores de Medicina Preventiva del Transporte con algo de sorna, porque en su autosuficiencia pensaba que los tripulantes “exageraban”, como si mostrar lo que es lógico fuera como un sesgo elitista.
Estamos hablando del Dr. Aguilar Zínser, que allá en el año 2000 fue incapaz de enfrentar los cuestionamientos de los especialistas en esta disciplina durante un Foro en el Congreso de la Unión. Ya desde entonces, hace casi un cuarto de siglo, había una enorme incomprensión de por qué esta especialidad era tan importante que, ahora, en la segunda década del siglo, es requisito sine qua non para aprobar una auditoría de seguridad y asegurar el cumplimiento de regulaciones bajo los anexos de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI).
La Medicina de Aviación se enfoca en primer lugar a la prevención, pero también a la supervisión del estado de salud óptimo del Personal Técnico Aeronáutico (PTA). Hacer de manera concienzuda los exámenes del PTA es una garantía para los pasajeros y es indispensable partir de las condiciones específicas en las que se desarrolla el trabajo de estos profesionales para comprender que, lejos de ser un tema “elitista” es una condición que merece ser considerada con seriedad, porque puede requerir mayores esfuerzos o rendimientos físicos retadores más exigentes y también puede ser emocionalmente estresante, pues las pernoctas fuera de casa, los cambios de horarios y las condiciones de altitud, presión barométrica, concentración de oxígeno, variaciones de humedad, temperaturas y demás, también pueden constituir una presión extra, sobre todo cuando se presentan continuamente.
Hay muchos factores que la Medicina de Aviación debe medir con parámetros específicos, por ejemplo, la capacidad auditiva, o la correcta definición de los colores, ya no digamos la presión arterial, la obesidad o la diabetes, que, en niveles altos, son lo que podría llevar a una determinación de “no apto” para los tripulantes que hacen sus exámenes.
Un factor que es crítico y que hace apenas unos años pasaba casi desapercibido, es la fatiga de vuelo (contribuyente en muchos accidentes), el jet lag o la ansiedad, cuestiones sobre las cuales hay que investigar mucho.
Asimismo, es muy importante para los propios pasajeros. ¿Quién no ha oído hablar del “síndrome de la clase turista”? Una condición que puede causar trombosis, además de otras afecciones como la falta de oxígeno que puede perturbar un juicio objetivo.
El doctor Edgar Rivas Pelayo, actual director de Medicina de Aviación, tiene muy claro el reto. Ojalá se logren las metas propuestas. E-mail: raviles0829@gmail.com
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