Uno de los problemas que aquejan a la aviación mexicana es la falta de claridad en cuanto al papel que juegan en ella el gobierno, la empresa privada, los profesionales y trabajadores de la industria y, últimamente, los militares. Todo pareciera indicar que hoy el papel de la industria es el de fijar la postura de equilibrio, cuando el gobierno debiera ser justamente el que organice y armonice a los actores en juego.
Tal vez la mayor confusión venga del hecho de que el gobierno y el sector de defensa han mezclado sus objetivos y sus encargos, al punto que ya ni los legisladores pueden diferenciar quién es quién y, por lo tanto, las iniciativas de ley que se presentan ante las Cámaras simplemente se dan por buenas, sin medir muchas consecuencias de lo que implican.
Lo mismo puede decirse de los distintos sectores oficiales. En la prisa por darle al aeropuerto “complementario” al de la Ciudad de México -léase el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA)- una viabilidad anticipada, se hacen excepciones al espíritu normativo -que debiera ser equitativo con todos los sectores-, para permitir a las empresas paraestatales -léase militares- tener participación accionaria en aeropuertos y aerolíneas al mismo tiempo.
Ni hablar de la idea de abrir los cielos del país al Cabotaje. Ni en sus sueños más guajiros los mega-neoliberales presidentes de la Comisión de Competencia, como Fernando Sánchez Ugarte y Eduardo Pérez Mota, hubieran soñado con lograr esa apertura, porque la izquierda nacionalista mexicana se los hubiera comido vivos. Pero vivimos tiempos inéditos y los extremos se tocan.
Y en el fondo, lo que sucede es que, en materia de industria de transporte aéreo, hemos perdido la brújula y hoy no hay ni rumbo, ni altura ni velocidad. Ello a pesar de que tanto el subsecretario de Transporte como el director de la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) han mostrado que el sector no solo les parece prioritario, sino que están tratando de rescatarlo en medio de las divergencias que supone que tantos “expertos” le hablen al oído al presidente para convencerlo de las ideas más peregrinas.
No es de extrañar que con tantas señales encontradas, el sector se encuentre en el limbo y sea difícil vislumbrar un camino que dé certeza a los agentes de la industria. Pero sin duda urge que esto ocurra.
Por eso cobra mayor importancia que los agentes críticos del sector se pongan de acuerdo para delinear una política de Estado, que incluya las visiones de todos los involucrados, para que la industria aérea nacional se consolide como un pivote del crecimiento y el desarrollo regional.
No se trata de hacer cartitas a los Santos Reyes, sino de estudiar qué le conviene a la aviación en el largo plazo, basados en las mejores prácticas de naciones que hayan realizado este ejercicio y hoy su industria aérea sea puntal del crecimiento económico. De lo contrario, por muchos aeropuertos, muchas aerolíneas y muchos buenos deseos que existan, no habrá un rumbo cierto para la aviación mexicana. ¡Nos urge!
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio. E-mail: raviles0829@gmail.com
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