Es curioso cómo en México llevamos 50 años pensando en la solución aeroportuaria del Valle de México, con estudios y consultores al por mayor, y que no sea tan evidente algo que los urbanistas han dicho a lo largo de las décadas anteriores: el transporte es un elemento estructurador del desarrollo urbano y para ello, nada mejor que utilizar las decisiones en materia de construcción de grandes infraestructuras para darle a las ciudades, en particular a nuestra Megalópolis, el mejor ambiente para ordenar el crecimiento regional.
Construir un aeropuerto es una enorme oportunidad de lograr estos propósitos. Esto tenían en mente quienes elaboraron y consensaron el Programa de Ordenación de la Zona Metropolitana del Valle de México que se firmó en 1997 entre los gobiernos federal y estatales del Edomex y el entonces Distrito Federal, encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas.
Como en otros casos similares, la conectividad terrestre apuntala no sólo la conectividad aérea, en este caso al comunicar de forma eficiente y rápida al aeropuerto con la o las ciudades a las que sirve, sino que también apoya la creación de nuevos polos de desarrollo en áreas más alejadas de las manchas urbanas, para no presionar la capacidad de carga del territorio de las urbes.
Esto implica claramente que hay una conciencia de que un aeropuerto atrae inversiones y empleos, y por lo tanto viviendas y servicios adyacentes, por lo cual la conectividad terrestre se vuelve crítica. Un aeropuerto o una zona de desarrollo no conectada vía terrestre se muere sola.
Si existe la voluntad de hacer del AIFA un aeropuerto exitoso, una de las primeras cosas que debe hacer la actual administración es trabajar en tiempo récord en la conectividad que haga accesible esta infraestructura a los viajeros. Nunca se dirá lo suficientemente fuerte: un aeropuerto civil no existe sin aerolíneas y una aerolínea no existe sin pasajeros.
En el ya mencionado Programa de Ordenación de la Zona Metropolitana se esbozaron distintos medios de comunicación para descongestionar el crecimiento y llevar a la nueva población hacia zonas susceptibles de dar a los habitantes empleo, vivienda y servicios de calidad, como era el Valle de Tizayuca que está a menos de 20 kilómetros del AIFA.
Algunas de esas obras sí se han realizado, como es el Arco Norte, el distribuidor vial Puente Negro, al Circuito Exterior Mexiquense y otras vías concurrentes. Hay, sin embargo, algunas que no se han intentado, como el tren suburbano que tuvo un primer esbozo con el Buenavista-Cuautitlán y que podría tener el ramal hacia Tecámac y de ahí una espuela a Santa Lucía, pero eso requeriría de un plan de conectividad con la misma voluntad política que tuvo en su momento el AIFA.
También hay otras vialidades propuestas para descongestionar la salida de la Ciudad de México, pero para ello también sería necesario que el gobierno local pusiera su granito de arena en la búsqueda de soluciones. ¿Se logrará? Esta sería la única forma de darle viabilidad al nuevo aeropuerto y de llevar el desarrollo hacia la zona norte. A ver.
Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.
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