La primera vez que tuve el gusto de escuchar hablar al hoy gran amigo y muy conocido en el ambiente aeronáutico mexicano el capitán Héctor Dávila Cornejo, fue hace ya más de dos décadas, cuando trataba en alguna conferencia un tema que me es muy cercano: Charles A. Lindbergh.
¿Qué cree usted que tienen en común Dávila y Lindbergh, además de ser pilotos y autores de textos?
¡Son dos personajes que se caracterizan por su valentía y determinación!
Y es que si bien al norteamericano se le conocía como “Lucky Lindy”, lo cierto es que su gesta de volar solo y sin escalas entre Nueva York y París en mayo de 1927 no tuvo nada que ver con el azar, sino con la visión y tenacidad del famoso aviador, quien una vez puesta la mira en el Premio Orteig ofrecido al primero que lograse volar sin escalas entre Nueva York y París o las costas de Francia, o entre París y Nueva York o las cosas de los Estados Unidos, no perdió el rumbo hacia conseguir su meta.
Dávila por su cuenta, no solamente con su prestigiada revista “América Vuela” en publicación desde el año 1992, sino también desde 1997 con AeroExpo, nacida originalmente en Acapulco, Guerrero, Dávila ha dado muestras de gran resiliencia empresarial, algo en lo que hay que reconocer ha tenido mucho que ver su equipo de trabajo en el que han destacado personalidades como Enrique Lira y Tere Reyes.
Luego de un receso de cuatro años a partir de su 17ª edición en el año 2020, en buena medida provocado por el impacto de la pandemia del Covid-19, nos enteramos que AeroExpo volverá al Aeropuerto Internacional “Adolfo López Mateos de Toluca”, Estado de México, los días 23 al 25 de abril próximos, noticia que este columnista saluda con particular gusto por dos razones: la primera y por mucho la más importante, es el que la iniciativa privada vuelve a organizar una de las más importantes ferias aeronáuticas de América Latina, si bien enfocada principalmente en la aviación general y ejecutiva, haciendo un muy necesario contrapeso a la Feria Aeroespacial México (FAMEX) a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional. La segunda razón es más bien personal, toda vez que habiendo tenido el privilegio de ser parte de AeroExpo en por lo menos seis de sus ediciones comenzando por su inolvidable realización, me da mucha alegría que Héctor Dávila siga adelante con el proyecto y me haya invitado a volver a ser parte de él.
Sobra decir que le deseo todo el éxito del mundo a AeroExpo 2024, como se lo deseo a cualquier otro emprendimiento privado en el seno de una aeronáutica mexicana que no se puede dar el lujo de terminar siendo militarizada por completo, tal y como de seguir las cosas ocurrirá. Es más: deseo que AeroExpo vuelva a ser otra vez la mayor feria aeronáutica de México.
De esta manera, desde ahora invito a mis estimados lectores a anotar AeroExpo en sus agendas de los días 23, 24 y 25 de abril, para reunirnos, para hacer negocios, para actualizarnos y para seguir luchando codo a codo por el sano desarrollo de las actividades de aviación civil y militar en México.
Ma dará enorme gusto saludar a mis amigos y lectores en Toluca esos días, en un evento que le debemos, insisto, a la determinación y profesionalismo de ese gran promotor aeronáutico al que me he referido varias veces en esta entrega. ¡Enhorabuena!
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