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23/11/2024

Entre aerochairos y aerofifis te veas

Juan A. José / Miércoles, 15 Junio 2022 - 00:06

Ando con la espada desenvainada, bueno, más bien con las manos desenvainadas, para colocarlas sobre el teclado y dejarlas hacer lo suyo a cuatro de sus dedos, así es; no empleo como debería la totalidad de mismos a la hora de escribir; no sabe usted cómo me arrepiento de haber elegido a la carpintería en lugar de la mecanografía como taller en la secundaria. En fin…

Lo cierto es que heme aquí, “inspirado” nuevamente por la calidad de los comentarios y noticias que emanan “de Palacio”, redactando una nueva columna de opinión, esta vez en relación a una de las más perversas y hay que decirlo, nocivas estrategias que el actual primer mandatario federal ha seguido a lo largo de su ruinoso sexenio: polarizar a los mexicanos, a los que, sin vergüenza y con gran arrogancia, les habla desde el mañanero púlpito cual ese “Cristo” cuya reencarnación intenta atribuirse, el cual afirmaba: “quien no está conmigo, está contra mí”. De esta manera, como clásico de fútbol se nos ha colocado a los mexicanos en dos bandos cada vez más antagónicos y peligrosamente irreconciliables: los llamados “Fifis” y los “Chairos”, cualquiera que sea el significado real de los términos.

La inspiración y la motivación no solamente para concebir este texto, sino para difundirlo, se alimentan de constatar esta tarde como en mi adorada patria, nuevamente, poco a poco, se está volviendo una afrenta al gobierno, es decir, un riesgo, ejercer ya no digamos el periodismo, algo que nunca he afirmado realmente hacer, sino siquiera la libre expresión, que bien sabido y con justicia, es algo que disfruto practicar.

¿En qué lado del campo me debo ubicar? ---me pregunto, digo, porque eso de estar en medio de la línea de batalla está muy feo, toda vez que muchos de los misiles cargados de mierda lanzados desde ambas trincheras terminan cayéndole a uno, aún en el muy querido estadio de los aeronáuticos en el que hay quienes, tomando en cuenta mis opiniones, me califican como “aerochairo” como quienes me definen como todo un “aerofifi”.

Quizás encontrar la respuesta a tan existencial cuestionamiento radica, como tantas cosas en la vida, por comenzar a saber quién es uno en realidad, atendiendo por ejemplo ese aforismo griego que, según el periegético Pausanias estaba inscrito en el templo de Apolo en Delfos, que leía: “Conócete a ti mismo”.

Si tomamos en cuenta que tal y como despectivamente un otrora amigo me repudió por el pecado de haber nacido, en sus palabras “en cuna de oro” y si a eso le agregamos que con toda esa virtual “Montaña Rusa” que ha sido mi vida, me he dado el lujo de haber puesto el pie en más de 40 países, a los que he accedido en alguno de los 1239 vuelos que hasta la fecha he realizado, que se me pagó una carrera de piloto, se me disparó la compra de mi primer auto y hasta la membresía en un club de golf y tenis, sería muy sensato que me autodefina como un “Fifi” de cepa.

Pero… si les comparto que desde escuincle he tendido a favorecer una mejor distribución de la riqueza, que mi mayor frustración académica ha sido el no haber estudiado en la UNAM, que disfruto más fumarme un churro en Zicatela que una copa de Champán en Cancún, que cuanto más austero es lo que compro soy más feliz, que considero al socialismo moderado (a la europea occidental)  la mejor de las ideologías, que me encanta comer antojos mexicanos en la calle, que prefiero al metro para ir al centro de la ciudad, que me encanta la trova, que no soporto a los “niños bien” y que filosóficamente me defino como un humanista secular, rayando desde el agnosticismo en la incredulidad, entonces no sé qué puedo tener de “Fifi”.

¿No será que en realidad no hay tal cosa que la izquierda y la derecha y que todos somos en algún momento tan conservadores o liberales como las circunstancias nos obliguen a ello? 

Es más, en tiempos en los que, ante la magnitud de la debacle de la gestión aeronáutica en México la “gente de aviación” tal y como la mayoría de mis compatriotas lo están terminando de hacer, nos estamos radicalizando, ¿no sería bueno olvidar etiquetas y mejor concentrarnos en defender a nuestra aviación, con el consiguiente beneficio que ello aportaría a la patria?

Cuando las alas de un avión se componen de dos elementos, uno con luz roja en el extremo y otro con luz verde, la falta de alguno de ellos le impide volar. Si los del ala derecha nos estamos peleando con los de la izquierda, los que pagarán los platos rotos son quienes, al centro, confiaban en ellos para trasladarse de manera segura por vía aérea.

Ya no le sigamos el juego ni al falso Mesías, ni a los nuevos Ches Guevaras, ni a los nuevos  Franciscos Francos. Pensemos en nuestros hijos y nietos, pensemos en nuestra aeronáutica y pensemos en esta tierra generosa en la que, por lo menos quien firma esta nota, tuvo el privilegio de nacer y crecer, por cierto en tiempos en los que podía presumir a nivel internacional el contar con una aviación de primera.

 

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