Ahora sí, el niño concebido hace unos meses fue presentado ante la sociedad; la esperada por muchos, Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC) mexicana ya es un organismo oficial que de manera inmediata entró en funciones para sustituir a la antigua y, hablando de prisa, ya obsoleta Dirección General de Aeronáutica Civil. Me llena de orgullo, ya que la historia de su concepción no estuvo exenta de caminos sinuosos, recorridos tortuosos, pospuestas inexplicables y esperas angustiosas. Si bien es cierto que hubo alguna presión por parte de Estados Unidos a través de la FAA también debemos reconocer que imperó la voluntad política para que se viera la necesidad de un nuevo concepto de regular la aviación civil en este país que día con día ve incrementada su participación a nivel local pero también regional y mundial.
Muchas de las actividades que se realizaban en la antigua DGAC serán ahora llevadas a cabo en el nuevo organismo, ni quien lo niegue, pero que este último necesita del oxígeno de todos los participantes para vivir y de manera correcta y útil, es algo que no podemos negar. El simple hecho de poder hacer los arreglos estructurales, por cierto impostergables algunos, le imprimirá la dinámica sin la cual puede perder vigencia aún antes de entrar en franco funcionamiento. Ahora sí, las viejas prácticas que se dice ha tenido la autoridad, imaginadas algunas, pero más que ciertas, quizá demasiadas más, deberán orillarse u ocupar el nicho de algún museo, aquí ya no tendrán cabida. Ahora que tengo la oportunidad de mirarla de cerca me doy cuenta de la gran magnitud del compromiso que la nueva agencia tiene a cuestas y que si no existe una verdadera voluntad de cambio, de alineamiento con las necesidades del sector el esfuerzo habrá sido en vano.
Una regla básica radica en no querer inventar el hilo negro, práctica, a veces, socorrida por los mexicanos. En el medio de la aviación, a nivel mundial, se suele seguir el sendero de las grandes empresas, esto no está mal pero no debe olvidarse que el nuestro es un pueblo muy especial, con una historia muy diferente a la de otras naciones, la económica ha atravesado grandes baches y no se diga la política que ha sufrido verdaderos golpes de timón que han influido en el ánimo de la gente. No podemos negar que vivimos, hace muchos años, en un mundo globalizado, que lo que sucede a casi cualquier nación repercute, en mayor o menor grado, en otras, esto va en la medida de la mayor o menor dependencia de una o de otra. Los esquemas de negocio deben considerarse tomando en cuenta estas premisas cuya ignorancia nos dará escenarios posibles muy alejados de lo que se requiere para solventar con éxito los mil y un problemas que se presentan en cualquier negocio y no solo el de la aviación.
El gran reto de la AFAC radica en estar a la altura de las grandes agencias rectoras de la aviación civil en el mundo y, sin contemporizar demasiado, respetar los preceptos básicos llevados por aquellas y que han demostrado su relevancia y resultados. En nuestro país, las empresas consideradas como parte de la industria aérea deben recibir, por parte de estado, reglas claras, de qué es lo que se busca con tales o cuales leyes y reglamentos. No podemos ignorar que las empresas están hechas para obtener ganancias y el hacerlo deberá contener el beneficio social que en cualquier estado de derecho se busca, tampoco debemos dejar de pensar que las escuelas también son un negocio y qué bueno que lo sea. Para la AFAC la meta debe ser, sin nunca eludir su responsabilidad de regular las actividades aéreas civiles, velar por los intereses de toda la industria aérea, líneas aéreas, talleres aeronáuticos, escuelas de las diferentes especialidades, la búsqueda de la seguridad a toda costa en cada una de las operaciones aeronáuticas, llevar pleno control de lo que en materia de aeronáutica civil se hace en el país.
Esto nos llevar a pensar que la AFAC no debe buscar mayor conveniencia que la de lograr crear las condiciones justas, apegadas a derecho, para que la industria aeronáutica, cuente, en general, con un ambiente propicio para su correcto desarrollo y fortalecimiento. Una de las principales razones que me tienen al cien por ciento en la responsabilidad que ahora tengo y que se han convertido en reto personal, fue mi preocupación por los demasiado constantes accidentes e incidentes que se viven en el país. Algo está pasando, algo no está haciéndose bien, alguien no está haciendo bien su trabajo, debemos descubrirlo y corregir el rumbo y la AFAC, nuestra agencia, la de todos los actores de la industria aérea, es el gran punto de partida para cambiar de fondo muchas prácticas que no están dándonos resultados. Las cosas se hacen, eso es algo que no podemos negar, los aviones están volando, el personal que lo opera tiene certificaciones y licencias y todo el que hace posible esto, igual sucede con los aeropuertos, con los talleres, con las escuelas, y con todo lo que rodea a la aviación. Lo que tampoco podemos negar es que no todo se hace bien, siguen dándose accidentes e incidentes, todavía tenemos muchas inconveniencias en el desarrollo de la aviación, y en este punto y a manera de conclusión deberíamos preguntarnos ciertas cosas: ¿están todos los actores al día de lo que está sucediendo? ¿Estamos conscientes, todos, tanto industria como autoridades de que debemos aportar más, para estar mejor? ¿Será que estoy pensando, escuelas, líneas aéreas, autoridades, en el país y no solo en mi conveniencia personal?
Mi compromiso personal ha sido y seguirá siendo el hacer, desde donde he participado y participo en el maravilloso mundo de la aviación, todo aquello que esté a mi alcance y coadyuve a lograr una aviación más segura, más eficiente y mucho más digna del gran país en el que vivo.
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