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20/05/2024

Lo que mal empieza...

Francisco M. M… / Miércoles, 29 Marzo 2023 - 22:36

“El hombre que comete un error y no lo corrige, comete un error todavía mayor”, Confucio.

A un año de su inauguración, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) sigue dando de qué hablar, pero no precisamente por su desarrollo y eficiencia sino justamente por todo lo contrario.

Haga lo que haga el gobierno de la 4T (incluyendo su ridículo himno), hasta hoy no ha habido manera de que este aeropuerto alcance el  mínimo necesario para ser un aeropuerto eficiente, operativa y  financieramente autosuficiente.

Según datos del propio gobierno federal,  el AIFA tiene pérdidas por cuatro millones de pesos al día, y del 10 de abril al 30 de junio de 2022, fue subsidiado con casi 145 millones de pesos, más todos los millones que se hayan acumulado desde entonces a la fecha.

En cuanto al aspecto operativo, hay que decir que tiene pocos vuelos diarios, que sabemos que son, de alguna forma, obligados y que no mueven el número de pasajeros necesarios para que las aerolíneas lo consideren productivo.

Por su parte, el aeropuerto Benito Juárez, a pesar de tener más de 70 años de antigüedad y de tener años de haber sido declarado como saturado, aun a pesar de sus importantes problemas, sigue de muchas maneras cumpliendo, aunque sea a jalones, las aspectativas de pasajeros y aerolíneas.

Tal y como lo dice el administrador del AICM, el vicealmirante en retiro, Carlos Velázquez Tiscareño, la reducción de 61 a 52 operaciones por hora, no ha servido de nada para disminuir la saturación, debido a que las aerolíneas hoy tienen aeronaves con mayor capacidad de pasajeros, lo que lógicamente sigue manteniendo el exceso de tráfico de pasajeros.

Hoy se manejan hasta 400 operaciones menos al día, pero el número de pasajeros que transitan por las dos terminales del AICM, no solo no ha disminuido sino que han aumentado sensiblemente.

En enero y febrero pasados, se manejaron más de 7 millones y medio de pasajeros, lo que representa 21% más que en los mismos meses del año pasado, y la tendencia sigue en  aumento.

El vicealmirante Tiscareño tambien ha dicho que, aún con ambos aeropuerto operando a maxima capacidad, la saturación en los dos complejos no tendría remedio, y eso que no se ha tomado en cuenta la saturación de tráfico en el espacio aéreo y el caos que sería la operación simultánea de dos aeropuertos bajo estas condiciones.

Por todo lo anterior, quizá es el momento de que el gobierno federal empiece a reconocer que las cosas se hicieron mal desde el principio, empezando con la cancelación del aeropuerto de Texcoco, el cual, por cierto, hoy deberían haber estado terminado y cumpliendo eficientemente con la demanda del hub más importante de Latinoamérica, con todos sus beneficios.  

Está claro que la cancelacion del proyecto Texcoco no solo ha costado muchos millones de dólares, que han sido tirados al caño, sino que sigue costando una buena cantidad de dinero, que nuestros hijos deberán pagar durante los próximos 30 años.

A grandes males, grandes remedios, y el AICM no puede ser abandonado y dejar caer, así como así, toda su infraestructura operativa.

Quizá es el momento de cambiar por completo la estrategia, dejar la “pobreza franciscana” a un lado y tratar de inyectar recursos económicos para rehabilitar el Benito Juárez, en todo lo necesario, incluyendo el retomar el proyecto de construcción de la terminal 3.

De hecho, están por terminarse los trabajos de cimentación de la terminal 2 y, pronto, se iniciarán trabajos de rehabilitación en calles de rodaje y una de las pistas pero, además, urge la reorganización y modernización de salas de última espera, recintos de migración y aduanales y de entrega de equipaje.

Este tipo de reorganización y ampliaciones se han realizado con éxito en muchos aeropuertos internacionales alrededor del mundo.

Quizá es el momento de mantener el AIFA como un aeropuerto especializado en carga aérea, desde luego una vez que sea habilitado para ello en un 100%.

La aviación oficial (incluyendo el hangar presidencial) y la aviación ejecutiva podrían ser trasladados y también mantener este aeropuerto como lo que siempre fue, la base de la Fuerza Aérea más estratégica e importante del país.

Quizá es el momento de retomar la idea y continuar con el proyecto Texcoco para tenerlo listo en un par de años.

No cabe duda de que, el general Pastor y el vicealmirante Tiscareño, están haciendo lo que pueden, con los recursos económicos y humanos que tienen para administrar sus respectivos aeropuertos, pero tristemente deben aceptar que la estrategia aeroportuaria de México ha sido, quizá, la mayor falla del sexenio, así lo deberían hacer saber públicamente y también directamente al presidente López Obrador.

Su formación militar los obliga, constitucionalmente, a manejarse en el mejor interés de la ciudadanía, con alto sentido de ética y responsabilidad, y eso esperamos de todos los miembros de nuestras Fuerzas Armadas, que hoy todavía tienen nuestro apoyo y reconocimiento.

En fin, que la responsabilidad en la falla de la estrategia aeroportuaria, desde la todavía inexplicable cancelación del proyecto del aeropuerto de Texcoco, hasta la ineficiencia del AIFA, como sabemos, viene a recaer en una sola persona, junto con todos aquellos que lo convencieron de cometer este grave error.

Lo malo es que han resultado tan soberbios e ineficientes, que han sido incapaces de reconocerlo y actuar en consecuencia para mejorar, en todos sentidos, a nuestra industria aérea.

Nuestra aviación va a sobrevivir y se va a seguir desarrollando, porque el mundo no es solo México, además de que siempre ha demostrado que esta industria resulta vital en la vida económica, social y política del todo el planeta. 

Todavía tenemos un poco de tiempo para poner las cosas en su lugar en nuestra industria aérea, y así evitar que los mexicanos seamos los últimos en abandonar la fiesta después de lavar los platos.

Merecemos más, sin duda.

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