El desarrollo y la exploración espacial traen consigo infinidad de posibilidades con miras a proyectar a la humanidad en el espacio. La industria espacial es altamente riesgosa y, al igual que otras industrias, enfrenta grandes desafíos, dados los altos costos en investigación, desarrollo, innovación y formación de capital humano altamente especializado, por lo que se apoya en las simulaciones para realizar investigación científica y validar tecnologías. Además de estos retos, el sector enfrenta las acometidas de los detractores del desarrollo espacial, que frecuentemente argumentan que el hombre no llegó a la Luna el 16 de julio de 1969, o que los recursos destinados a la exploración podrían resolver los grandes retos sociales y económicos en la Tierra, entre otras cuestiones del espacio que critican o descalifican.
Las polémicas en torno al espacio nunca faltan, por ejemplo, las controversias en torno a las diferentes acepciones sobre las personas que salen de la atmosfera terrestre: astronautas, cosmonautas, taikonautas, viajeros o exploradores del espacio, turistas espaciales, etcétera, sin que seamos capaces aún de generar acuerdos y consensar términos internacionalmente aceptados en una taxonomía apropiada, debido a cuestiones de carácter ideológico, entre otras razones.
Recientemente, el debate se ha dirigido a la diferenciación de quienes, luego de un extenso entrenamiento y formación, pueden ostentar el grado de astronautas tras calificar y participar en una misión tripulada al espacio exterior, y aquellas personas que solo realizan estancias de investigación y viven una experiencia de simulación en la Tierra de condiciones adversas y hostiles, propias de una misión espacial, que ponen a prueba la supervivencia y adaptación de los participantes en las misiones de investigación espacial simuladas.
Me refiero a las “Misiones análogas”, las y los “Astronautas análogos”. La discusión se centra en la diferencia existente en la formación que recibe un astronauta, en calidad de participante en una misión espacial tripulada al espacio exterior, que lo distingue del “Astronauta análogo”, una persona que con alguna formación universitaria y mucho interés por las misiones espaciales tripuladas (fuera de su alcance), paga el costo de participar en una misión análoga que ofertan algunas instituciones privadas (e.g. Mars Desert Research Station, Utah, EUA; NEEMO de la NASA, EUA; LunAres Research Station, Pila, Polonia; Analog Astronaut Training Center, Varsovia, Polonia; Poland Mars Analogue Simulation (PMAS) de Space Generation Advisory Council (SGAC); Hábitat Marte, Rio Grande do Norte, Brasil; Mc Murdo Station, Círculo Polar Ártico; Estación Antártica Concordia; y Chill, ICE, Islandia, entre otras), que cuentan con las instalaciones (sitios confinados especialmente construidos para emular la vida en el espacio) en desiertos, cráteres y volcanes, sin luz natural, en condiciones artificiales similares a las de otros planetas, sus ciclos de día y noche, con altas y bajas temperaturas, que ofrecen una experiencia controlada a sus usuarios; en las que éstos se alimentan con productos similares a los que ingieren los astronautas en sus misiones al espacio y permiten, entre otras cuestiones, observar el comportamiento humano ante estas situaciones. Lo cual, sin duda alguna, puede servir de preparación para una misión espacial futura real.
De ahí que las misiones análogas, en las que participan “astronautas análogos”, sean muy importantes para preparar a potenciales astronautas para las misiones espaciales tripuladas, que bien pueden ser experimentados profesionales aspirantes participar en una misión al espacio, o bien estudiantes universitarios, cuyo interés profesional busca tener un acercamiento con las actividades espaciales en el terreno de la simulación de entornos espaciales extremos. Las misiones análogas pueden enfocarse en aislamiento, confinamiento, radiación y de reposo en cama, estudios que ofrecen a los científicos datos relevantes sobre cómo el cuerpo humano se adapta a la microgravedad.
De esta forma, si analizamos la terminología utilizada, misiones y astronautas análogos, debemos considerar que la mayoría de las definiciones de diccionario coinciden en que, el término “análogo”, se aplica para describir una analogía, una función similar o similitud entre una y otra cosa. Con lo cual, el simple hecho de añadir la palabra análogo, otorga esa connotación al significado de misión o astronauta. Como tal, no existe registro sobre una fecha, evento o persona a la que se atribuya el haber acuñado el término “Astronauta análogo”, sin embargo, es ampliamente utilizado por las agencias espaciales y reconocidos personajes del sector espacial, que impulsan grandes proyectos de exploración humana en la Luna y Marte.
Cabe destacar que el programa de las misiones Apolo de la NASA ya contaba con misiones análogas que, en ese entonces, formaban parte de la preparación de los astronautas para probar y validar experimentos, instrumentos científicos y sistemas de telecomunicación, que posteriormente serían parte de las misiones espaciales tripuladas, y que hoy son experiencias que ofrecen las propias agencias espaciales y varias empresas de manera comercial.
En el ámbito espacial nacional, desde 2016 son varios los mexicanos que han participado en este tipo de misiones, entre los que destacan -en ambos géneros- Carmen Félix, Carlos Salicrup, Juan Carlos Mariscal, Tania Robles, Genaro Grajeda, Danton Bazaldúa, Luz Miranda Atilano, Karen Guerrero, Anna Laura Rodríguez, Mónica Álvarez, entre muchos otros. En 2023, la Fundación Acercándote al Universo A.C. (FAU), que tengo el honor de presidir, se organizará -a través de FAU Youth- la Primera misión latinoamericana de investigación análoga sobre Marte-España 2023 en AstroLand Interplanetary Agency, comandada por la directora juvenil de FAU.
Las estaciones espaciales análogas son un instrumento de investigación científica profesional de gran relevancia, en las que México requiere invertir en su ruta hacia el desarrollo espacial. Es un ámbito en el que la FAU está dispuesta a colaborar con la Agencia Espacial Mexicana (AEM), FAMEX y organismos privados y académicos como la FEMIA, FUMEC TechBA Aerospace y el COMEA, entre otros actores, para promover la inversión en este sector, así como en los parques temáticos espaciales, en la parte de entretenimiento.
El tema de los astronautas análogos en Latinoamérica se tornó relevante –de manera coyuntural a mediados de diciembre 2022-, particularmente en las redes sociales, luego de que la ingeniera colombiana Giovanna Ramírez, quien ha formado parte de misiones análogas, fuera exhibida públicamente por algunas personas de su país -incluido el youtuber Astronáutico (a quien le envío respetuosos saludos)-, en abierto desacuerdo por ostentarse como “Astronauta análoga”. La polémica derivó en que la organización Sociedad Nacional Espacial de Colombia (denominación similar a la National Space Society, NSS, con sede en Washington DC, EUA), expresara mediante un comunicado de prensa que “A la fecha no existe ningún ciudadano colombiano, hombre o mujer, que ostente el título, categoría o certificación como astronauta”. Aunque el debate en redes sociales sugirió que la ingeniera formó parte de la Junta Directiva de NSS Colombia, lo cual no puede verificarse en su sitio web, en construcción.
Más allá del incidente, considero oportuno e importante dilucidar el asunto, con el propósito de contribuir a un debate constructivo e impulsar una iniciativa seria, que busque que el término “Astronauta análogo” pueda ser ampliamente debatido y -en la práctica- ser aceptado internacionalmente. La FAU y un servidor me ofrezco a invitar a todos aquellos expertos en la materia que gusten sumar sus ideas a un diálogo constructivo, y pongo a su disposición el foro especializado en temas del espacio Café Espacial Series (que transmite Cabina 11 Cadena Global, TV satelital), que me honro en dirigir y conducir. Lo anterior, en el ánimo de evitar exponer al escarnio a jóvenes latinoamericanas, cuyo único interés profesional es el de incursionar y abrirse paso en el competitivo sector espacial, ampliamente dominado por el género masculino.
En el escenario de un eventual debate sobre el ser o no un astronauta análogo, la frase “Ser o no ser, esa es la cuestión” -referencia en la literatura universal, inmortalizada por William Shakespeare en la obra Hamlet- nos ofrece la posibilidad de una sana reflexión al representar una pregunta fundamental de la experiencia humana, atribulada por las tensiones que producen el atrevimiento y la realidad, confrontada ante situaciones triviales como la necesidad de decidir -en este caso en particular- sobre la utilización de una denominación legal para un profesional de la actividad espacial.
En la FAU, conscientes de la importancia de la simulación en la industria espacial (para la formación de capital humano especializado, investigación y validación de tecnología en ambientes controlados a muy bajo costo, entre otras ventajas), como ya se mencionó, apoyamos a la juventud latinoamericana a involucrarse en las misiones análogas, a través de la división FAU Youth, en el entendido de que, al menos en México, este debate no ha trascendido, lo cual no quiere decir que no exista; aunque en la práctica la utilización de ambos términos (misiones y astronautas análogos) está ampliamente aceptada, debido a que son figuras que las entidades que las realizan las utilizan cotidianamente.
De esta forma, considerando los antecedentes expuestos y sin la mínima intención de generar controversia alguna, proponemos respetuosamente -a quienes estén en desacuerdo con la utilización del término Astronauta (tripulante) análogo- que mientras se consensua, desde foros como la UN COPUOS, un acuerdo internacional al respecto, se utilicen alternativas al término en discusión, congruentes con el objetivo de las misiones análogas; desde la FAU proponemos considerar las siguientes opciones para denominar a las misiones y astronautas análogos: Experiencia espacial análoga; Investigación científica espacial análoga y explorador espacial análogo.
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