La necesidad de viajes más sostenibles se ha convertido en una demanda ante el incremento en los efectos del cambio climático, pero aún no es realmente claro si existe una mejora en sostenibilidad o si las compañías aprovechan este concepto para realizar el llamado “lavado verde”, del cual ya han sido acusadas varias empresas.
Un estudio encontró que el 50% de los viajeros globales admiten que las noticias referentes a este tema han influido en su comportamiento de viaje, y el 81% cita la sostenibilidad como un factor importante al planificar un viaje.
El indicador ambiental de la huella de carbono en la industria ha resaltado la urgencia de hacer que los viajes sean más sostenibles, por ello el sector de la aviación respondió a la creciente demanda de viajes más sostenibles, con campañas que mostraban biocombustibles, aviones eléctricos y esquemas de compensación de carbono.
La publicidad de cielos "más verdes" puede tranquilizar a los usuarios, pero en ocasiones no queda claro si solamente se trata de lavado verde (greenwashing), término que fue presentado por primera vez al público por el ecologista Jay Westerveld en un ensayo de 1986 que criticaba la política de una cadena hotelera para reducir el consumo de toallas, en un intento de solamente ahorrar dinero.
El término es una combinación de "verde", que simboliza la conciencia ambiental, y "blanqueo" (whitewashing), que se usa para señalar un intento de evitar que las personas descubran los hechos reales sobre una situación.
Este concepto entró en la conciencia pública cuando se dirigió a empresas acusadas de engañar a los consumidores al afirmar que los productos o servicios son amigables con el medio ambiente cuando en realidad no lo son.
De acuerdo con una publicación de Aerotime Hub, esta técnica engañosa ha encontrado cada vez más un lugar entre sectores diferentes, y las afirmaciones de sostenibilidad exageradas se han convertido en parte de las estrategias de marketing de numerosas corporaciones y para muchos, la industria de la aviación es un excelente ejemplo de "lavado verde".
Si bien la aviación representó poco más del 2% de las emisiones globales de carbono en 2022, los motores de los aviones emiten otras sustancias, como hollín, vapor de agua, azufre y óxidos nitrosos, los cuales tienen un impacto sustancial en la atmósfera superior.
Estas emisiones dan como resultado fenómenos como estelas persistentes y se estima que son alrededor de tres veces peores que el impacto solo del dióxido de carbono (CO2), según la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA).
Si bien muchas organizaciones de aviación y transportistas han comenzado a lanzar las llamadas iniciativas "verdes", a menudo se han encontrado con acusaciones de "lavado verde".
Hay aerolíneas que han priorizado el uso parcial de combustible de aviación sostenible (SAF) en sus vuelos comerciales, incluidas British Airways, Jet Blue, Lufthansa, Scandinavian Airlines, Virgin Australia y Virgin Atlantic.
Y aunque es un paso importante hacia la reducción de las emisiones de carbono, estas afirmaciones a menudo no tienen en cuenta las emisiones del ciclo de vida completo de los biocombustibles.
La investigación publicada por la Royal Society en 2022 encontró que, si bien SAF tiene el potencial de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, es posible que no cumplan con los estrictos objetivos de emisión.
Según el Centro de Aviación (CAPA), a fines de junio de 2023, las aerolíneas habían operado colectivamente poco menos de 499,000 vuelos propulsados por SAF.
Además, las ganancias podrían verse contrarrestadas por problemas ambientales como la acidificación, la eutrofización, el aumento del uso del agua, la deforestación y la pérdida de biodiversidad.
La investigación de la Royal Society también advirtió que, al menos por ahora, "no existe una alternativa neta cero clara o única al combustible para aviones".
La industria de la aviación está entusiasmada con el desarrollo de aviones eléctricos como parte clave de la solución para lograr cero emisiones. Incluso las empresas destacan en exceso su inversión en tecnologías futuras, como aviones eléctricos o propulsados por hidrógeno, dando una impresión inflada de su compromiso medioambiental.
Noruega anunció que requiere que todos los vuelos de corta distancia sean eléctricos para 2040 y está previsto que tres prototipos del Heart ES-30 eléctrico despeguen para su primer vuelo de prueba en 2026.
Sin embargo, el 80% de las emisiones de la industria de la aviación provienen de vuelos de pasajeros de más de 1,500 kilómetros. Actualmente no hay planes para desarrollar este tipo de aeronaves con la capacidad de realizar vuelos más largos.
“Suponiendo que tenemos grandes avances en la tecnología de baterías, con baterías que son 30 veces más eficientes y 'densas en energía' que las actuales, solo sería posible volar un avión A320 para una quinta parte de su alcance con solo la mitad de su carga útil”, afirmó Grazia Vittadini, directora de tecnología de Airbus, en julio de 2019.
Si bien algunas aerolíneas también usan tecnología eléctrica para aviones más eficientes en combustible, se espera que su mejora de eficiencia proyectada alcance solo hasta el 30% para 2050, según las estimaciones de Greenpeace.
Las aerolíneas también ofrecen a los clientes la opción de comprar bonos de carbono para compensar las emisiones generadas por sus vuelos. Si bien esto puede parecer una buena manera de contrarrestar el impacto ambiental, estos esquemas pueden ser engañosos y colocar la responsabilidad en el individuo en lugar de la empresa.
Ryanair introdujo esquemas de compensación de carbono desde julio de 2021, como una "Calculadora de carbono" y una opción de "Contribución parcial", que ofrece a los pasajeros una vía para compensar las emisiones de sus vuelos.
Sin embargo, en enero de 2023, la compañía aérea de bajo costo tuvo que revisar su esquema de compensación de carbono después de que la Autoridad de Consumidores y Mercados de los Países Bajos (ACM) descubriera que sus afirmaciones de sostenibilidad eran no verdaderas.
Por ello se le pidió aclarar que la compensación de carbono no hace inherentemente que volar sea más sostenible, y además debe proporcionar cálculos explícitos para las emisiones de carbono que se compensan y ofrecer más transparencia sobre los proyectos financiados por estos recursos.
“Las empresas deben ser honestas y claras sobre las afirmaciones de sostenibilidad que hacen. Incluso con los esquemas de compensación de CO2, pues volar sigue siendo una forma de viajar altamente contaminante. Las aerolíneas pueden ofrecer esquemas de compensación de CO2, pero no pueden dar la impresión de que la compensación de CO2 hará que volar sea sostenible”, dijo Edwin van Houten, director del Departamento de Consumidores de la ACM de los Países Bajos.
La ACM también criticó a Ryanair por sugerir que volar con la aerolínea era considerablemente más sostenible, lo que podría influir injustamente en la elección del consumidor. Actualmente sigue insistiendo en referirse a sí misma como la “aerolínea más ecológica y limpia de Europa”.
En marzo de 2023, la Comisión Europea (CE) adoptó una propuesta de Directiva sobre reclamaciones ecológicas (GCD), la cual está diseñada para regular la forma en que las empresas fundamentan y presentan declaraciones ambientales, lo que podría ayudar a proteger a los consumidores de anuncios engañosos y crear uniformidad en el marketing "verde".
En virtud de la GCD, el 22 de junio de 2023, varias organizaciones de consumidores de toda Europa, encabezadas por Testaankoop en Bélgica y la Organización Europea de Consumidores (BEUC), acusaron a 17 aerolíneas de “lavado verde”. Las aerolíneas bajo escrutinio incluyen grandes nombres como Air France-KLM, Lufthansa y Wizz Air.
Las organizaciones solicitan una investigación detallada sobre las afirmaciones ecológicas de estas compañías y piden reembolsos para los pasajeros que pagaron más pensando que estaban eligiendo un vuelo más "ecológico".
Además, en sus últimos informes anuales, varias empresas del S&P 500 con sede en Estados Unidos, incluidas BlackRock, United Airlines y Phillips 66, han abordado los riesgos potenciales del 'lavado verde' como respuesta al creciente escrutinio regulatorio y de los inversores en torno a las políticas ambientales y sociales de las corporaciones y prácticas de gobierno.
Se espera que la industria de la aviación se triplique en tamaño para 2050. Este crecimiento podría conducir inevitablemente a un mayor impacto ambiental. Ante proyecciones tan enormes, la necesidad de prácticas verdaderamente sostenibles se vuelve no solo deseable, sino vital.
Sin embargo, es importante reconocer que es poco probable que haya una solución única para todos los impactos de la industria de la aviación en el medio ambiente. En cambio, requerirá una combinación de múltiples enfoques y tecnologías.
Las nuevas tecnologías y esquemas deberán formar parte de una estrategia mucho más amplia y completa que incluya mejoras en la eficiencia de las operaciones aeroportuarias y de aeronaves, medidas reglamentarias para gestionar la demanda de viajes aéreos y la promoción de modos de transporte alternativos cuando sea posible.
La aviación tiene la responsabilidad de estar a la altura del desafío y hacer del concepto de vuelos más ecológicos una posibilidad en lugar de simplemente un eslogan de marketing pegadizo.
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