La codificación de los aeropuertos comenzó en los años 30 en Estados Unidos, cuando los pilotos encontraron una forma cómoda de identificar los lugares, además de que el transporte aéreo crecía exponencialmente: según las estadísticas del Museo Nacional del Aire y el Espacio del Smithsonian, el número de pasajeros de aviones comerciales pasó de 6,000 en 1930 a 1.2 millones en 1938.
Jim Scott, Director de Artemis Aerospace, comentó que, inicialmente, se adoptó un código de dos letras del Servicio Meteorológico Nacional (NWS) para identificar las ciudades, pero no todas las ciudades tenían una identidad NWS y el crecimiento de nuevos aeropuertos lo hacía poco práctico. Además, el uso exclusivo de dos letras hacía que pronto se agotaran las combinaciones disponibles.
Los aeropuertos empezaron a elegir sus propias identidades de tres letras, lo que permitía un total de 17,576 permutaciones, pero no fue hasta la década de 1960 cuando surgió el sistema que conocemos actualmente.
Regulado por la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA), con sede en Montreal, el código único de cada aeropuerto se publica dos veces al año en el Directorio de Codificación de Líneas Aéreas de la IATA.
Finalmente, Jim Scott comentó que, además de los aeropuertos, también se asignan códigos IATA a las terminales de transbordadores, trenes, autobuses y helicópteros que comparten la emisión de boletos y el traslado de equipajes con las compañías aéreas. Su uso es vital para el buen funcionamiento de la industria aérea, que depende de los códigos para las reservas, la gestión de equipajes y el movimiento de pasajeros y mercancías.
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