Con miles de aviones puestos en tierra a causa de las restricciones de vuelo y baja demanda, los servicios meteorológicos también se han visto afectados, ya que la información recopilada por los aviones es utilizada por los meteorólogos para realizar el pronóstico del tiempo.
Esta situación podría traer consecuencias en la precisión de los pronósticos climatológicos, pues “en términos de importancia, los datos de los aviones suelen estar entre los cinco primeros”, de acuerdo con Chris Davis, investigador del Centro Nacional de Investigación Atmosférica en Boulder, Colorado.
La mayoría de los informes provienen principalmente de los Estados Unidos, Europa Occidental y Japón. Tan solo en la Unión Americana se registran alrededor de 250 millones de observaciones meteorológicas anualmente, dijo Susan Buchanan, portavoz del Servicio Meteorológico Nacional de los EEUU.
No es la primera vez que se presenta esta situación. Después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos y la posterior puesta en tierra de aeronaves a nivel mundial, las mediciones meteorológicas sufrieron afectaciones.
En 2001, el Centro Europeo para Pronósticos Meteorológicos de Medio Rango perdió entre el 4 y el 5% de su capacidad de modelado. A raíz del COVID-19, el Centro vio una caída del 45% en los informes desde el 1 de marzo, y prevé que esta situación continúe hasta el verano.
De igual manera, el Centro Europeo calcula que si se elimina la totalidad de datos provenientes de aviones, la habilidad de pronóstico a corto plazo para los parámetros de temperatura y viento caerían en aproximadamente 15%.
Sin embargo existen buenas noticias. Según Davis, los modelos de pronóstico del tiempo han mejorado desde 2001 y existen redundancias en las observaciones, lo que produce compensación si es que se llegan a perder fuentes de datos.
“El sistema se puede ajustar de modo que otras observaciones absorban parte de la holgura. No es perfecto, pero es bastante resistente”, dijo el investigador.
De esta manera, los globos meteorológicos, lanzados dos veces al día desde 850 estaciones en todo el mundo, y la vigilancia vía satélite, pueden absorber el impacto generado por la baja en observaciones realizadas desde aviones, y adicionalmente.
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