Los aviones se encuentran entre algunos de los artefactos más confiables diseñados por la humanidad, están hechos para operar de manera segura, incluso en las condiciones más extremas.
Sin embargo, las tormentas de polvo en las operaciones de las aeronaves resultan peligrosas durante el despegue, aterrizaje y rodaje, en esos casos es cuando resulta más necesario saber si hay un camino despejado por delante.
La disminución de la visibilidad, también hace que sea más difícil para los controladores de tránsito aéreo manejar de manera segura las aeronaves en los alrededores, además de que aumenta el riesgo de que dos o más de ellas colisionen en un aeropuerto o cerca de él.
En esos casos, los vuelos hacia los aeropuertos en donde las condiciones son de mucho polvo, a menudo se desviarán con el propósito de reducir el riesgo para los pasajeros y la tripulación de vuelo.
Otro efecto que las tormentas de polvo pueden tener en las operaciones de las aeronaves, es que pueden causar fallas mecánicas en los sistemas responsables de su correcto funcionamiento, según la información de Simpleflying.
Un ejemplo es el sistema pitot-estática, que se encarga de establecer la velocidad y la altitud de un avión.
Otro caso es el pack de aire acondicionado, que se encarga de hacer circular aire fresco por todo el habitáculo; los bloqueos causados por la entrada de polvo, en cualquiera de estos sistemas, pueden tener efectos catastróficos, señaló el portal web.
Además, las tormentas de polvo causan graves daños a los motores de una aeronave, que por lo general no es evidente de inmediato, sino que se produce durante un largo periodo de tiempo, a la espera de una exposición continua al polvo.
Por fortuna, este tipo de daño puede detectarse a tiempo y prevenirse con inspecciones de rutina y prestando atención al deterioro del rendimiento de un motor con el tiempo.
Aunque las tormentas de polvo son un fenómeno poco común, en mayor medida han comenzado a ser más frecuentes en los últimos años debido al cambio climático, por lo que las aerolíneas y operadores de aeronaves deben invertir e identificar soluciones que protejan sus aviones de los efectos adversos de las tormentas de polvo en el futuro.
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