Las aerolíneas están receptivas para hacer un mayor uso de la bioturbosina en sus vuelos, sin embargo el costo sigue siendo muy alto por lo que el país deberá buscar esquemas para incentivar su uso y que el precio sea más competitivo, señalaron expertos del Clúster de Bioturbosina y del Centro Mexicano de Innovación en Bioenergía (CEMIE-BIO).
En entrevista con A21, el ingeniero Alfredo Ramos Aparicio señaló que los dos grandes retos que enfrenta la industria del biocombustible en México (y en el mundo) es la falta de infraestructura y los altos costos de la materia prima con la que producen la turbosina sustentable.
“En otros países hay políticas claras para compensar esos precios de los gobiernos y cumplir con las metas (de crecimiento sustentable). En México eso implicaría un cambio en las leyes, como subsidiar de alguna manera o compensar con incentivos a las aerolíneas” puntualizó.
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— CEMIE-BIO gaseosos (@cemiebiogas) 22 de febrero de 2019
A su vez, el doctor Alejandro Ríos, director del Consorcio de Investigación en Bioenergía Sostenible en la Universidad de Khalifa (Emiratos Árabes Unidos), indicó que el Clúster de Bioturbosina en México tiene que trabajar de la mano con Pemex y sus filiales para impulsar el proceso de tratamiento y reconversión.
El objetivo es simple: impulsar el uso de combustibles que ayuden a mitigar el cambio climático. La industria a nivel mundial lo sabe y ha lanzado varias estrategias a lo largo del siglo XXI. La última de ellas es CORSIA (Plan de Compensación y Reducción de Carbono para la Aviación Internacional), la cual busca que las emisiones de CO2 en 2050 sean menores que las de 2005.
El camino es largo: hace diez años producir un litro de combustible alternativo costaba cuatrocientas veces más que un litro de turbosina normal. Hoy en día, la diferencia se ha reducido drásticamente, sin embargo la apuesta sustentable continúa entre 1.5 y 3 veces más cara, e incluso en algunos mercados alcanza la paridad.
Eso ha provocado que, cada vez con más frecuencia, las aerolíneas anuncien con bombo y platillo el uso de biocombustibles hechos con base de una infinidad de materias primas en ciertos vuelos comerciales.
Por ejemplo, a inicios de este año, Etihad y Boeing anunciaron el lanzamiento de un vuelo comercial que utilizará biocombustible derivado de plantas cultivadas en agua salada.
Watch how we prepared for our biofuel flight to Amsterdam on a Boeing 787 during @ADSWagenda. This is the world’s first flight powered by homegrown biofuels, developed from saltwater Salicornia plants in a sustainable facility at @Masdarcity.#FuellingTheFuture #InAbuDhabi pic.twitter.com/upUoIy5EGj
— Etihad Airways (@EtihadAirways) 16 de enero de 2019
En definitiva, la industria ha crecido en los últimos años, se han presentado muchos desarrollos e innovaciones, lo cual ha provocado una evolución acelerada. Sin embargo, también ha crecido “con pies de plomo”, añadió Ríos, quien también fue, durante once años, director de ASA Combustibles.
Al ser un industria global, se requiere que todos los actores -gobiernos, aerolíneas, industria agromexicana, constructoras, productoras y hasta pasajeros- sincronicen sus esfuerzos, normativas y regulaciones para evitar el dobleteo. Y esto, toma tiempo, además de esfuerzo.
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