En mayo de 2003, un Boeing 727 que alguna vez perteneciera a American Airlines, con el registro N844AA, voló sin autorización en el Aeropuerto Internacional de Quatro de Fevereiro en Angola y posteriormente desapareció su registro, para siempre.
La historia de por qué este avión se encontraba en Angola, se remonta a cuando un empresario sudafricano, Keith Irwin viajó a Miami para adquirir un B727 de 25 años de edad, a un costo de un millón de dólares, con el cual apoyaría un negocio de diamantes entre ambos países.
Sin embargo una vez en el país africano, el negocio que tenía con empresarios angoleses se vino abajo por lo que se encontró sin necesidad de usar su avión y lo dejó estacionado en Luanda.
Eventualmente, el mismo Irwin huyó del país, luego de “recibir” supuestas amenazas (las cuales no están comprobadas; el sudafricano nunca terminó de pagar su B727).
Los antiguos dueños del B727 enviaron a un ingeniero de vuelo, Ben Charles Padilla, así como a John Mikel Mutantu, oriundo de la República Democrática del Congo, para que trabajaran en el avión y lo dejaran en un estado de aeronavegabilidad y lo llevaran de vuelta a Estados Unidos.
Así, la noche del 23 de mayo de 2003 con luces apagadas, en completo sigilo y sin autorización, la aeronave rodó hacia la pista y despegó dirigiéndose hacia el sudoeste rumbo al océano Atlántico.
“Nunca estuvo claro si fue robado por motivos de seguro o si fue robado con la intención de ponerlo a disposición de personajes desagradables o si fue un intento terrorista concertado deliberado”, señaló Mastin Robeson, comandante retirado de las fuerzas aéreas estadounidenses.
A pesar de las investigaciones y entrevistas a personas relacionadas con el incidente, aún no se han sacado conclusiones sobre el lugar donde se encuentra el B727 ni el paradero de la tripulación. Tampoco se sabe si aterrizó en algún otro país o si se accidentó.
Facebook comments