Twitter: @rsotomorales
Para resolver el problema de resolver la conectividad a través del transporte aéreo en México no sólo es necesario contar con la infraestructura aeroportuaria que la resuelve, sino que los costos para los operadores de transporte aéreo en dichas infraestructuras deben ser adecuados para que la operación junto con el crecimiento sostenible financieramente sean “viables económicamente”. De otra forma no será posible el crecimiento en el sector.
Contrario a lo que pudiera parecer, las ganancias marginales de los operadores no son tan amplias en comparación con sus contrapartes, los concesionarios aeroportuarios. Además que los manejos de riesgos, la administración de deuda y cumplimientos de arrendamientos de flota, los pasivos laborales y el comportamiento del mercado significan ajustes constantes de proyección financiera. Y si esto lleva a números negativos se pone en juego la salida del operador. Las tarifas de los servicios aeroportuarios y los TUA siguen subiendo y esto pone en juego la viabilidad económica de los planes de crecimiento con sustentabilidad de las aerolíneas.
Por si fuera poco, el no tener resuelto el tema de la saturación de la CDMX y la falta de definición de cuándo y cómo se comenzarán los trabajos en Toluca y Santa Lucía, así como no tener claro y verificado el cuidar la seguridad operacional con tres aeropuertos operando simultáneamente, lleva a la incertidumbre y ese factor juega en contra en la industria de la aviación con mayor sensibilidad que contra otros sectores.
La viabilidad económica de un proyecto es determinada por la diferencia entre el costo y beneficio del mismo. Para que una aerolínea sea negocio, no sólo no debe perder, debe ganar, y si para ganar tiene que abrir nuevas rutas, debe invertir, gastar y luego recuperar. Esto se proyecta a futuro, sin embargo, los administradores aeroportuarios deben de ser aliados, hoy más que nunca, para que se trate de un crecimiento conjunto, no asfixiante para los operadores.
Los aeropuertos hacen inversión continua y constantemente estudian y llevan a cabo construcciones o remodelaciones que buscan optimizar sus espacios para generar mayor uso de la superficie concesionada y por tanto rendimientos. También cuenta con sus propias proyecciones pues la numeralia es como la espuma de una cerveza: se ve subir y ensancharse; pero también corre el peligro de derramarse si supera el límite del recipiente, generando pérdida de producto.
De la décadas de los setenta a finales del 2010, la razón más habitual por la que un operador salía del mercado era por falta de viabilidad económica al dejar de poder de controlar y bajar sus costos de operación. Hoy en día, las aerolíneas, después de seguridad operacional, buscan mantener en todo momento dicha viabilidad, ensayando nuevo modelos de negocios, más allá del low-cost, o de los clubes de descuentos, beneficios y membresías que añadan valor a la experiencia de viaje. Por su parte, los concesionarios aeroportuarios buscan cada vez más alentar una experiencia diferencial para el pasajero transeúnte que cada vez pasa más tiempo en el aeropuerto consumiendo bienes y servicios.
No tiene sentido que las tarifas de servicios aeroportuarios, complementarios o de renta de locales comerciales suba de forma independiente a los requerimientos de crecimiento de los operadores. Sería “matar a la gallina de los huevos de oro”.
Una vez más, hoy, ante el nuevo régimen político y su peculiar manera de enfrentar los retos del transporte aéreo, el sector, tanto lado tierra como lado aire, debe estar más unido que nunca.
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