
Cada tres años aparece una recurrente obsesión por los pasillos del Palacio Legislativo y del Senado: los legisladores creativos. En general, se trata de diputados o senadores que viven en diversos Estados de la República o bien, viajan con cierta frecuencia a otros destinos, y por una razón u otra se enfrentan a algunas vicisitudes del transporte aéreo. Cosa de todos los días, porque así es el aerotransporte, pero nada que no exista en otras latitudes.
Lo que pasa es que, una vez elegido o designado legislador (a) la persona considera que ya lo sabe todo y que por ello va a modificar al transporte aéreo para que, desde su óptica, “funcione bien”. Y esto incluye de todo: desde el que quiere que haya decretos que obliguen a las empresas a viajar de un aeropuerto a otro, que bajen las tarifas por decreto, que los horarios se modifiquen o que, como acaba de ocurrir, se prohíban prácticas que son propias del negocio aéreo, como la sobreventa de boletos (u overbooking) porque les parece “un abuso”.
La verdad es que la creatividad es grande. Lo malo es que muchos de los que lanzan nuevas iniciativas no conocen el negocio aéreo y con ello muchas veces ponen en peligro a las aerolíneas nacionales. De hecho, hace unos años la idea de introducir el Cabotaje en el transporte aéreo del país estuvo a punto de realizarse, afortunadamente eso se frenó porque fue posible mostrar a los legisladores los efectos devastadores de semejante iniciativa.
Por esos días, un par de legisladores, la morenista María de los Ángeles Ballesteros, oriunda de Teziutlán, Puebla y el legislador del Partido Verde, Luis Orlando Quiroga, de Nuevo León, lanzaron iniciativas para prohibir la sobreventa, seguramente porque tuvieron u observaron, o alguien se quejó con ellos de algún contratiempo en un vuelo comercial.
La sobreventa es una práctica común y aceptada en todo el mundo y en México está regulada por la Ley de Aviación que permite a las aerolíneas sobrevender un máximo del 5% de su capacidad. Organismos como la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) calculan que apenas el 0.1% de los pasajeros se ve afectado por este mecanismo, mientras que es muy claro que muchos pasajeros con boleto y reservación suelen no llegar a su vuelo por diversas causas, lo cual no significa que posteriormente no hagan uso de ese boleto para un vuelo posterior.
Por lo regular, es en las temporadas altas cuando se llegan a ver casos en que un avión tiene menos asientos que los que se vendieron para ese vuelo en particular. Quizás el caso más famoso fue el protagonizado por el Doctor David Dao, estadounidense de ascendencia asiática que fue expulsado a rastras por fuerzas de seguridad del aeropuerto de Chicago en abril de 2017.
No obstante, esto no es la regla. Lo normal es que las aerolíneas busquen voluntarios que reciben beneficios por ceder su lugar. Lo importante es que la práctica existe porque dejar vacío un lugar es una enorme pérdida, en una industria donde el margen es bajísimo y por lo regular hay altas y bajas en cada trimestre. Ignorar esto sólo puede provocar más vulnerabilidad en la industria. Urge que los legisladores se pongan a estudiar. E-mail: raviles0829@gmail.com
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