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11/02/2025

Lamentables comentarios sobre el accidente en Washington de un Trump fuera de control

Juan A. José / Miércoles, 12 Febrero 2025 - 01:00

La noche del pasado 29 de enero fue una muy negra para la aviación; el accidente en las cercanías del Aeropuerto “Reagan” que desde Arlington, Virginia sirve a Washington, D.C., capital de los Estados Unidos, involucrando la colisión de una aeronave operada por una subsidiaria de American Airlines y un helicóptero del ejército norteamericano, dejando como resultado la muerte de las decenas de personas que volaban en ambos aparatos, puso de luto a la industria aeroespacial global y al pueblo estadounidense y ruso en particular, dadas las principales nacionalidades de los fallecidos, y perplejos a muchos analistas del quehacer aeronáutico. 

Y es que ni raudo ni perezoso, con esa arrogancia que le caracteriza y sin el menor respeto a las víctimas directas e indirectas, Donald Trump, el recientemente reelecto presidente de esa nación, a todas luces fuera de control, se atrevió, en mi opinión de manera irresponsable, a emitir en su red social apenas unos minutos después del accidente el siguiente mensaje:

“El avión estaba en una línea de aproximación perfecta y rutinaria hacia el aeropuerto. El helicóptero se dirigía directo al avión por un largo período de tiempo”. “Es una NOCHE CLARA (así con mayúsculas), las luces en el avión resplandecían, ¿Por qué el helicóptero no subió, bajó o giró? ¿Por qué la torre de control no le dijo al helicóptero qué hacer en lugar de preguntarle si vio el avión? Esta es una mala situación que parece que debió ser prevenida. NO BUENO!!!!”

¿Cómo es posible, me pregunto, que nada menos que un jefe de estado que no deja de ser un funcionario público elegido por su pueblo para ocupar temporalmente el puesto, y además en este caso uno sin formación y experiencia comprobable en materia de investigación de accidentes aéreos se haya atrevido a emitir una declaración como esta, que por lo menos a quien firma esta columna le hace sentir que le está atribuyendo la responsabilidad del accidente ya sea al piloto del helicóptero o al controlador de tránsito aéreo en lugar de esperar como corresponde a que las instancias pertinentes determinen qué pasó? ¿Qué investigador federal se va a atrever ahora a presentar causas probables distintas del accidente a las que el poderoso empresario y político neoyorkino en su enferma mente ya ha determinado y que para efectos populistas son virtuales hechos?

Caramba, si hasta en una conferencia de prensa el día posterior se atrevió a culpar por el accidente a los programas de diversidad, equidad e inclusión en la Administración Federal de Aviación, famosa por sus siglas FAA a cuyo personal descalificó en los términos más despectivos. ¿En serio? ¿Quién diablos se cree?

De por sí el deporte de especular sobre las causas de un incidente o accidente, claramente arraigado entre los aeronáuticos del mundo entero, en realidad no contribuye en lo más mínimo a mejorar la seguridad aérea y la percepción de la misma por parte del público, por el contrario, puede sumar a su deterioro, como para que ahora el narcisista presidente de la nación con la aviación civil y militar más grande del mundo se atreva a hacerlo. 

Es cierto, tal y como los accidentes de los Boeing 737-MAX lo demostraron, la FAA tiene enormes áreas de oportunidad que resolver en materia de su gestión de los temas de seguridad y dotación de personal en control de tránsito aéreo, pero politizar el tema no es la solución, sino evaluarla y proporcionarle aquello que requiere para que haga su labor tal y como la normatividad y los estándares aeronáuticos globales establecen. 

¡Claro que todo accidente puede ser prevenido! ¡Claro que hay cosas en lo acontecido que deben ser aclaradas!, pero de ahí a que el titular de la Casa Blanca y por ende el funcionario público de mayor nivel en Washington, D.C. de pronto se convierta en autoridad aeronáutica o en investigador de accidentes hay mucho trecho. Además, por lo menos hasta el momento de redactar el presente no veo que la comunidad aeronáutica global se haya expresado clara y contundentemente respecto a las indignas palabras de Trump, mismas que se suman a una serie de alarmantes e infundadas y por ende injustificadas declaraciones que ha hecho en el pasado sobre temas de la aviación civil de los Estados Unidos, que no son propias de un estadista.

“Hay que tener cuidado con los baobabs” lee el encabezado de una columna que mis editores me hicieron el favor de publicar en el número 226 de la edición impresa de la revista T21 en el año 2018 en la que, inspirado en el “Principito” de Saint-Exupéry, advierto que baobabs disfrazados de políticos amenazan con hacer explotar y por ende acabar con nuestro planeta, caso de un criminal convicto como Trump, hoy día convertido en un enorme peligro no solamente para su pueblo sino para la humanidad entera. 

“Los  artículos firmados  son  responsabilidad  exclusiva  de  sus  autores  y  pueden  o  no reflejar  el  criterio  de  A21”

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