Lo escuché de su propia voz en el marco de una reunión en la que ambos fuimos convocados el año 2023 relacionada con la creación de la nueva aerolínea militarizada del Estado Mexicano, hoy día volando vergonzosamente con la marca y logotipo de Mexicana de Aviación. La voz era la del empresario Daniel Chávez Morán, al frente de Grupo Vidanta y además integrante del Consejo Asesor de Negocios del expresidente López Obrador, quien reconoció que si alguna vez no ha logrado éxito financiero con alguna de sus empresas eso le ocurrió cuando fundó y operó una aerolínea chartera de pasajeros, llamada “Aero Feliz”, operando a partir del año 1990 con base en el Aeropuerto Internacional “Gustavo Díaz Ordaz” de Puerto Vallarta, Jalisco, vuelos que duraron apenas pasaditos dos años hasta el 1992 cuando su única aeronave, un Boeing 737-200, fue devuelto a su propietario. Dicho en pocas palabras: a este exitoso empresario chihuahuense, tal y como ha sucedido a muchos de sus pares, caso del ingeniero Carlos Slim que participó en la creación de Volaris, bien sabido también cercano a AMLO, le fue muy mal con su aventura de tener su propia aerolínea.
Las preguntas son obligadas: ¿Y por qué no le comentó eso a López Obrador cuando seguramente este le expresó su intención de crear la nueva aerolínea gubernamental? Si efectivamente sucedió, ¿será que el expresidente simple y sencillamente, terco como muchas fuentes lo refieren y los hechos lo confirman, no le hizo caso?
Lo cierto estimado lector es que con o sin la recomendación del ingeniero Chávez, el tabasqueño se salió con la suya de poner de regreso a volar la marca Mexicana, me imagino en buena medida con el aval, si es que no por iniciativa de algún general de división del Ejército o la Fuerza Aérea Mexicana, y claro está, a costa de un erario federal mexicano que bien sabido ya no se da a abasto para cubrir siquiera las necesidades esenciales de mis compatriotas en rubros tan vitales como son la seguridad pública, la salud y la educación, pero debe seguir subsidiando su altamente deficitaria operación con miles de millones de pesos. No hay que olvidar que una de las señales de alarma que deben ser tomadas en cuenta por las autoridades aeronáuticas responsables a la hora de avalar la continuidad de las operaciones de una concesionaria son las malas finanzas que bien sabido contribuyen a que los vuelos pudieran resultar ya no muy eficientes que digamos, sino simplemente seguros. Estoy seguro que esto no preocupa mucho que digamos en el seno de la autoridad mexicana, subordinada a los mismos altos mandos militares de los que depende la aerolínea.
La verdad es que me hubiese encantado que en su desacertada gestión como Presidente de la República alguien le hubiese hecho ver al anacrónico político que a base de engaños se ganó la confianza de la mayoría de los votantes mexicanos que eso de los avioncitos comerciales es un juego tan caro que no cualquiera puede jugarlo y más con el dinero ajeno, en este caso el de nuestros impuestos.
Pero qué ingenuidad la de este columnista de pensar en la posibilidad de que un funcionario público capaz de terminar, recurriendo a la más absurda de las encuestas, con la última oportunidad sostenible que le quedaba al Valle de México de contar con ese aeropuerto de primer mundo que tanto necesita con tal de cumplir un capricho, pudiera haber comprendido en voz de quien sea, que crear la nueva aerolínea con base en Santa Lucía era sumar un error a otro. A la luz de todo lo que se ha dado a conocer en estos días respecto a Mexicana de Aviación soy de la idea que es tiempo de volver a poner en tierra a esa icónica marca del aerotransporte mexicano y devolver esos tres Boeing 737-800 que opera a la Fuerza Aérea Mexicana que tanto los necesita para cumplir con sus funciones esenciales. Desgraciadamente a cómo se las gastan los cuatroteros, no descarto que aún ante la catástrofe financiera de la operadora, la necedad emanada desde Palenque y replicada desde Palacio Nacional siga siendo privilegiada sobre el sentido común. Al tiempo…
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