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11/10/2024

Los reportes y la seguridad

Gonzalo Carrasco / Miércoles, 21 Agosto 2024 - 01:00

Una aeronave DC-10 de la aerolínea bandera de México, hace más de treinta años manifiesta un daño severo, casi colapso total, en la pierna del tren de nariz en la ciudad de Nueva York durante el rodaje hacia la pista para despegue, por fortuna, el avión no despegó, no hubo consecuencias fatales, sí se dañó la aeronave y esta tuvo que ser remolcada al hangar para la revisión y reparación con las consecuentes demoras. Se encontró que el importante componente, tren de naríz, había sufrido varias veces fuertes golpes sin que estos fueran reportados por los tripulantes de los vuelos que realizó el avión los últimos veinte días, tiempo que se calculó que se presentó el aterrizaje brusco. 

Años después en la ciudad de Tijuana, Baja California norte, otro avión DC-10, de la misma empresa, al despegar en la pista 27 y retractar el tren de aterrizaje, el carrito del tren principal izquierdo se separó del cuerpo de la pierna dejándolo sobre la pista y comprometiendo la seguridad de la aeronave que solo quedó con la pierna sin el carrito con las cuatro llantas, es decir, solo el muñón. El avión regresó a realizar un aterrizaje de emergencia sumamente comprometido ya que debía realizar el toque del tren izquierdo con solo el muñón sabiendo que la fricción generada podía provocar un incendio y quizá perder la aeronave. No hubo pérdidas fatales, solo se lastimó el primer oficial por quemadura de las palmas de las manos a la hora de deslizarse por la cuerda de escape, fue necesario hospitalizarlo.

Tiempo después, en la misma aerolínea, en un DC-9-32 al mando de un Asesor/Instructor dando adiestramiento en ruta a un primer oficial fue reportado un aterrizaje brusco, esto se hace con el propósito de que el avión sea minuciosamente revisado por posibles daños, sobre todo estructurales. El Mecánico encargado de recibir el avión tomó nota del reporte del Asesor/Instructor y el aeroplano fue conducido al hangar para que se le realizara una revisión completa. Al día siguiente el Capitán Asesor/Instructor recibió una llamada del Subdirector de Operaciones quien le citó en su oficina en el aeropuerto de la Ciudad de México. El avión había sufrido daño severo en ambos pilones de los motores producto de una serie de aterrizajes bruscos que no fueron reportados, se puede decir, le comentaron al Capitán, que la aeronave estuvo operando en esas condiciones por espacio de más de un mes sin que alguien se percatara del problema y como el inspeccionar profundamente los pilones de los motores se lleva un tiempo considerable esto se llevó a cabo hasta que fue reportado.

En el primer caso si se hubiera reportado a tiempo el aterrizaje brusco y más aún el toque de la pista con el tren de nariz, el avión habría sido inspeccionado, se hubieran dado cuenta de que las condiciones del avión no eran del todo seguras y se reemplazaba el tren de aterrizaje de nariz de ese DC-10 y se acabó todo, con cero riesgo para los pasajeros que estuvieron a nada de despegar y quizá al aterrizaje en su destino se hubiese colapsado con consecuencias inimaginables, pero por supuesto nada seguras. En el segundo caso, también de un DC-10, el riesgo fue mayúsculo, gracias al adiestramiento tan completo de los pilotos y lo experimentado del comandante del vuelo no hubo pérdidas que lamentar. Las consecuencias fueron, un cierre de pista por más de cuatro horas, daños en la pista de aterrizaje, hospitalización de uno de los primeros oficiales por quemadura de segundo grado en ambas palmas de las manos, posible demandas a la línea aérea, movilización con un avión similar al aeropuerto de San Diego para rescate de los pasajeros afectados por el evento y otros daños más.

En el tercer evento el riesgo potencial fue el peligro de desprendimiento de alguno de los motores o de ambos con consecuencias sumamente graves, quizá pérdida del avión y fatalidades que sin duda hubiera habido. En aviación nada puede dejarse a la suerte, todo debe ser planeado y calculado, nada es para inventarse, el avión, la capacitación, las revisiones de mantenimiento a las aeronaves, rutinarias o extraordinarias hacen qué espectro de riesgo se disminuya considerablemente a niveles aceptables. En cualquiera de los tres casos mencionados sucedidos en México, del cual el autor tuvo conocimiento o vivencia se arriesgó de más, con solo reportar a tiempo, como se sugiere constantemente vía boletines, manuales o de manera verbal, nada hubiera pasado, nada se hubiera arriesgado al punto de provocar fatalidades que pondrían las cosas en verdad problemáticas para las empresas. Déjenme añadir que el reportar lo que sucede en los vuelos es de pilotos profesionales, así de enfático quiero ser, el no hacerlo puede empeorar las cosas cuando quizá no hubieran estado tan mal y denota que los pilotos no tienen ni idea de lo que está pasando aparte de que puede hacerlos cómplices de algún accidente. Mejor que optes por emitir un reporte voluntario y se arreglen las cosas, no comprometas a otros de algo que a ti te sucedió y, demuestra tu profesionalismo.

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