La aviación, como una de las actividades más necesarias para el desarrollo de una nación, que puede realizar cualquier país del mundo pero siguiendo los lineamientos especificados de manera abierta, es necesario que mantenga la forma de hacer las cosas como lo hacen los países que más han trabajado en el asunto. Son muchos, muy complicados unos, pero muy complejos algunos otros, aspectos que hay que cuidar, es esencial que sepamos que las cuestiones de seguridad no deben soslayarse. El precio que se paga por no considerar lo anterior es tener incidentes incontrolables y desatendidos, y con el tiempo esto puede llevarnos a accidentes que pueden cobrar vidas humanas.
No hay truco, si no se hacen bien las cosas se pasa a un estado de indefensión que pocas, pero muy pocas veces, admite rectificación, no se cree, porque la aviación es tan noble que “como nunca pasa nada” no es posible que pase. Es recomendable tomar en cuenta que se deben hacer las cosas y se revisen constantemente las formas para no incurrir en errores o se aleje la posibilidad de ello. A un par de años de terminar la cruenta, injusta y sorprendente guerra mundial, fue creado un organismo que buscó que las aviaciones en el mundo fueran más justas, que se manejaran con orden. Puso las reglas y se dedicó a darle a la aviación mundial un sentido más regional, pero proponiendo reglas que serían seguidas por todos los países del mundo, ese organismo internacional se llama OACI, o ICAO.
De la unión, reuniones periódicas, opiniones de todos y cada uno de los países que tuvieran una aviación comercial nacional, surgieron los anexos, que son 19, se han ido incrementando conforme ha habido necesidad de ampliarlos para que se cubran todos los aspectos que tienen que ver con la aviación. Es curioso porque algunas naciones no saben, o no quieren saber, de la importancia de seguir los acuerdos a los que llegaron todos en pro de una aviación segura. ¿La seguridad cuesta? Claro que cuesta y mucho y, a pesar de que, como mucho se maneja en el medio aéreo, el objetivo de la aviación no es la seguridad como primer propósito, todo lo que se haga en ella debe ir acompañada de seguridad.
Se puede ser muy seguro pero si no se consideran tantos otros factores, no funcionan las cosas, si no hay viabilidad financiera, operaciones eficientes, administraciones correctas, por más seguro que sea, simplemente no hay empresa. Algo que es común observar en el desenvolvimiento de una empresa, la cual obviamente se encuentra inmersa en la industria de la aviación, es que su actividad tiende a politizarse. Ahí es en donde vienen los problemas, porque mala la hora en que quieres obtener alguna ventaja de otra índole, distinta al objetivo que es transportar pasajeros en gran número muchas veces, de manera segura, eficiente y oportuna.
Celebro con agrado que los países miembros de los organismos internacionales, como los mencionados párrafos arriba, presionen y compartan revisiones a los devenires cotidianos del desarrollo de la aviación en sus países, es una forma de bajar los riesgos, de tener incidentes o eventualmente accidentes en el sector aéreo.
¿Qué hacer para encuadrar las actividades del sector en un contexto de eficiencia pero, sobre todo, de seguridad tanto en el desarrollo de la actividad como las tareas aledañas y conexas? La respuesta es simple, fijarse en la gente especialista, preparada, con experiencia, mientras más se tenga es mejor. Si se insiste en minimizar la importancia de la actividad aérea por compararla con alguna otra, no se superarán los inconvenientes que de por sí son muchos y que implican grandes gastos en tiempo y recursos financieros.
¿Es posible rectificar cuando las cosas no se están dando como se esperaban? Claro, y no sólo es posible, es necesario hacerlo so pena de permanecer en estado de “what” (permítaseme la expresión) y no tener ni idea de porqué están sucediendo las cosas. La actividad de la aviación no admite componendas irracionales ni invenciones infundadas ni ponderadas, los naipes se sostienen de pie mientras no venga alguien y los impulse, no es sólo que las pérdidas económicas mermen los intestinos de las empresas, que no es cosa menor, sino que se tienen latentes errores que pueden llevarnos a situaciones delicadas, peligrosas, que pueden costar vidas humanas que, por supuesto, no debe voltearse el rostro hacia el otro lado, hacia los panoramas bellos pero irreales, siempre hay que ver la realidad para no crear falsas expectativas que puede hacer que nos arrepintamos eventualmente.
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