Tengo el gusto de haber conocido a muchos controladores de tráfico aéreo en México. En su mayoría profesionales expertos de primer nivel comprometidos principalmente con la seguridad de las operaciones en nuestra industria aérea, trabajadores responsables y con un alto sentido de ética
Esa generación de controladores de la que habló está siendo sustituida, por razones naturales, por una nueva dentro de la cual, desde luego, se desarrollan nuevos profesionales y nuevas ideas.
Es de suponerse y deseamos que vengan igualmente comprometidos mientras alcanzan la experiencia necesaria para seguir haciendo un trabajo que hasta hoy ha puesto sin duda a nuestros controladores de tráfico aéreo Mexicanos reconocidos entre los mejores del mundo.
Sus condiciones de trabajo no son fáciles y nunca lo han sido, no sólo por lo que se requiere para controlar aviones llenos de pasajeros todos los días y a veces en condiciones sumamente complicadas, sino por haber estado y estar bajo presiones que vienen desde el exterior de las salas y torres de control, pero esas presiones externas son un tema para tratar en el futuro.
Aunque las voces poco a poco se van haciendo familiares a través de los audífonos y bocinas, no son muchos los pilotos que se conocen personalmente y comprenden el trabajo de un controlador de tráfico de área, terminal o de torre de control.
Lo mismo sucede con los controladores que se encargan de administrar el tráfico aéreo en nuestros cielos que a veces tampoco parecen comprender realmente el delicado trabajo que se lleva a cabo en las cabinas de vuelo de las diferentes aeronaves.
Allá por los años 90 y siendo yo VicePresidente del Colegio de Pilotos Aviadores de México (CPAM), se formó una comisión controladores/pilotos cuyo objetivo era el conocimiento de persona a persona, el intercambio de ideas y experiencias y la búsqueda de soluciones a todo tipo de posibles conflictos técnicos.
A través de la propia comisión se logró convencer a las administraciones Aeroméxico y Mexicana de Aviación, así como a diferentes autoridades y sindicatos para que controladores de tráfico aéreo tuvieran acceso a las cabinas de vuelo y ocupar el tercer asiento con boletos de cortesía para que pudieran ser testigos presenciales de la manera en que se ver el control de tráfico en general tal y como lo veían los pilotos en condiciones de vuelo real. Por otra parte, también grupos de pilotos fuimos invitados para acompañar en turnos completos a controladores de tráfico aéreo durante el desarrollo de su trabajo en salas y torres de control con el mismo objeto de ver su trabajo, conocerlo y obtener una nueva perspectiva que va mucho más allá de las simples voces a través de los audífonos.
La comisión controladores/pilotos pudo funcionar bien durante poco más un año dejando muy buenas experiencias, y el intercambio de conocimientos e ideas ayudó a conocer mejor la importancia que tiene el factor humano en las seguridad de las operaciones aéreas aumentando, por otra parte, la confianza profesional y el respeto por el trabajo por parte de uno y de otro.
Tristemente, en algún momento y de manera incomprensible las aerolíneas nacionales empezaron a poner obstáculos para autorizar boletos de cortesía para que los controladores pudieran volar en cabina en rutas nacionales dejando trunca la posibilidad de poder hacerlo en rutas internacionales, como ya se tenía previsto, y lo cual por razones obvias, hubiera dado también una nueva perspectiva y una invaluable experiencia sobre el trabajo en áreas de control en el extranjero.
Ojalá que El Colegio de Pilotos Aviadores de México y ASPA de alguna manera pudieran retomar esta idea y llevar a cabo los pasos necesarios con autoridades y administradores de aerolíneas nacionales para reactivar esta comisión Controladores / Pilotos que dejó tan buenas experiencias durante su corto tiempo de funcionamiento.
Este esfuerzo de intercambiar ideas, experiencias y conocimientos técnicos in situ entre pilotos y controladores de tráfico aéreo seguramente sería un paso más para seguir garantizando la seguridad de los miles de pasajeros que a diario abordan los aviones de nuestras líneas aéreas.
Cualquier esfuerzo que se haga en nombre de la seguridad aérea vale mucho la pena.
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