El nivel de inflación en México está alrededor del 7.5%, y ese podría ser quizá un monto adecuado y comprensible de aumento al precio que hoy se debe pagar por concepto de examen médico a personal técnico aeronáutico, si este aumento fuera considerado seriamente.
La Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC), haciéndose cargo ahora de los exámenes médicos a este personal, subió hace unos días una página con los nuevos costos, en donde había decidido un excesivo aumento del 215%, lo que ponía un precio por cada examen médico de alrededor de los 7 mil pesos.
Así permaneció durante unos días, causando enojo y sorpresa en la comunidad aérea y luego, mágicamente, apareció la página nuevamente con la cantidad anterior, de 2,039 pesos, sin mayor aclaración.
Nadie ha dicho si fue un error o se arrepintieron ante las protestas de la comunidad aeronáutica, y nadie ha comentado qué fue lo que realmente sucedió o lo que tienen en mente para el futuro.
Quizá se trató de un “buscapiés” voluntario para medir los ánimos, o en verdad se trató de un simple error, lo cual no resulta muy creíble.
De cualquier manera, al costo del examen médico regular, hay que aumentar el que se cobra en los laboratorios autorizados porque, además, ahora se exige un estudio adicional, que puede costar hasta otros 2 mil pesos.
Así, tenemos un total de alrededor de 4 mil pesos, siendo necesario, además, cubrir el costo del trámite de licencia que se quiera realizar, con un precio de 1,835 pesos.
Hablando de pilotos comerciales, este examen médico debe hacerse cada año y, en otros casos, dependiendo de la edad, cada seis meses, pero además se deberá realizar examen médico extra dentro de los últimos 90 días, si es que se quiere realizar algún trámite adicional en AFAC, aun teniendo un examen vigente.
Cuota aparte es el que se debe cubrir si el trámite tiene que ver con exámenes teóricos y prácticos, de titulación y cédula profesional en el Centro Internacional de Adiestramiento de Aviación Civil (CIAAC), lo que aumenta, junto con la cantidad que se debe pagar por la carrera de piloto comercial, el costo total de una licencia por primera vez.
Por otra parte, es necesario cumplir con la presentación de una serie de documentos y copias, que las autoridades ya deberían tener en sus bases de datos o en sus archivos, porque son solicitadas siempre y en cada ocasión y para cada trámite.
En otros países sólo se debe pagar el examen médico, presentar una identificación oficial, junto con el examen anterior, y en países del primer mundo, como en Estados Unidos, este último requisito ni siquiera es necesario.
El examen médico, en sus diferentes grados avalado por la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) y doctores especialistas de Aviation Medical Examiner (AME), autorizados en Estados Unidos (que, por cierto, son varios miles distribuidos por todo el país), tiene hoy un costo promedio de entre 125 y 150 dólares, regulados por una guía especial para médicos examinadores y un rígido reglamento, vigilado por la propia FAA.
Debemos decir que los pilotos de Aeroméxico tienen cubierto el pago de exámenes médicos y revalidación de licencias y capacidades, por parte de la empresa, porque así se tiene firmado en el contrato.
Es la administración de la aerolínea la que debería pegar el grito en el cielo por cualquier aumento, que viene a representar una buena cantidad de pesos en sus finanzas, por concepto de exámenes y capacidades para todo su personal que requiere una licencia.
Como sea, las protestas de la comunidad aeronáutica son constantes, porque las autoridades de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) y AFAC no solo no avanzan en sus diferentes procesos, sino que parece que caminan hacia atrás y siempre encuentran una nueva forma de complicar lo que debería ser un sistema eficiente y eficaz, que pueda garantizar el funcionamiento y desarrollo de nuestra industria aérea.
Quizá sería el momento adecuado para solicitar la comparecencia de los más altos mandos de nuestra autoridad aeronáutica ante nuestros legisladores, para que todos podamos entender porqué las cosas no están funcionando como se supone que deben funcionar en una agencia federal, que ya debería haber recuperado la categoría 1.
Hay que recordar que son todavía 32 eventos pendientes de revisión por parte de FAA en su próxima auditoría (cuando sea que ésta pueda ser), en lo que debería estar trabajando la AFAC para mejorar y estandarizar sus procesos, de acuerdo a reglas internacionales de seguridad, y lograr de nuevo la certificación a categoría 1.
No será aumentando requisitos, y poniendo obstáculos en trámites a personal técnico, como lo va a lograr.
Lo hemos dicho y lo repetimos: presupuesto necesario, mejoramiento de la infraestructura, personal experto, suficiente, capacitado y acceso a la nueva tecnología para lograr eficiencia.
Por el contrario, está probado que AFAC ha logrado alimentar y aumentar cada día un sistema burocrático rampante, que ya raya en niveles de total ineficiencia, inoperancia e incompetencia.
Esa ineficiencia y esa burocracia han probado, en muchas partes del mundo, que son el perfecto caldo de cultivo de todo tipo de componendas y corrupción.
En fin, ni los civiles y mucho menos los militares han logrado poner orden y hacer eficiente a una agencia federal que hasta hoy, y después de más de tres años, sólo ha logrado un cambio, que es el cambio de nombre.
Vaya, en AFAC ni siquiera hay capacidad para entregar rápidamente un simple documento firmado y sellado, o licencia en plástico, que puede demorar hasta dos meses o más.
Nuestra industria aérea, de la que dependen más de millón y medio de empleos, y que aporta miles de millones de dólares al país, parece estar bajo ataque.
Todas las nuevas propuestas gubernamentales, que incluyen el cabotaje aéreo, están poniendo obstáculos al desarrollo y éxito de una industria que hoy tiene todos los elementos para crecer y desarrollarse como nunca en su historia, con las importantes ventajas sociales y económicas que eso puede significar para México.
Mientras la incapacidad y la ineficiencia siguen rondando, las aerolíneas extranjeras, de por sí ya habiendo ganado espacios, por culpa de nuestra degradación a categoría 2, se afilan las uñas para brincar sobre el gran pastel que significa el posible cabotaje aéreo en México.
Esperemos que nuestros legisladores o, en su caso, la Suprema Corte de Justicia de la Nación lo entiendan y lo eviten, por el bien de la industria aérea y por el bien de nuestro México.
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