“Cualquier piloto puede describir la mecánica del vuelo, pero lo que puede hacer su mente está más allá de cualquier descripción” - Barry Goldwater
Hace aproximadamente 52 años que abordé un avión para hacer mi primera hora de vuelo como estudiante para piloto aviador comercial.
Recuerdo a Mike, mi instructor, quien me dio la primera lección de vuelo, diciéndome “abre los ojos”.
Con el tiempo y las horas allá arriba, pude comprender que no se refería al modo literal, moviendo los párpados hacia arriba, sino a que debería tener, durante toda mi carrera, un enfoque y concentración completos, mientras estuviera tras los controles de un avión, ya fuera grande o pequeño.
Al decirme “abre los ojos”, se refería a lo que hoy podemos entender cómo decir no a la complacencia y a mantener siempre una plena conciencia situacional.
Son tantas y tantas cosas que un piloto debe tener en mente y en ocasiones -durante crisis o emergencias- tan poco tiempo para reaccionar, que aquellos que tienen una visión completa, el conocimiento y por tanto, mayor control posible de su entorno mientras vuelan, ya tienen garantizado en alto porcentaje la seguridad para su tripulación, sus pasajeros y su aeronave.
La alta tecnología que los pilotos aviadores tienen hoy en las manos al poder volar aeronaves totalmente computarizadas y sistemas muy sofisticados, garantiza de por sí un alto índice de seguridad en las operaciones aéreas, pero esa tecnología también tiene sus veredas y conflictos.
El hecho de saber manejar los sistemas más adelantados de la historia de la aviación no quiere decir que sean totalmente comprendidos, lo cual puede convertir aún piloto aviador profesional justamente en un operador o programador de sistemas.
Algunos de los accidentes aéreos de los últimos años han tenido involucradas decisiones o errores de juicio, debido quizá a la falta de información o conocimiento sobre alguno de los sofisticados sistemas a los que me refiero.
Los pilotos actuales pueden volar un avión “heavy” con un solo dedo programando computadoras y sistema de guía de vuelo y lo hacen muy bien, especialmente los más jóvenes pero está demostrado que muchos de ellos no tienen todas las habilidades necesarias para volar su avión en condiciones completamente manuales y sin ayuda de piloto y aceleradores automáticos y demás computadoras.
Debido a lo anterior, algunas aerolíneas en México y especialmente en otros países del mundo, ya cuentan con un programa de entrenamiento en simuladores el cual contempla una sesión adicional de 4 horas de trabajo, dos veces al año en condiciones completamente manuales, para mantener las habilidades de vuelo “a mano” de sus pilotos.
Más allá del aspecto puramente físico, de los requerimientos de uso de pies y manos y la debida programación de computadoras para volar un avión, es necesario tener una total preparación mental para hacerlo.
Las computadoras no lo hacen todo y su operación depende de lo que un piloto haga con ellas, desde saber encenderlas.
Si se programa un error, la respuesta del sistema seguramente será un error y si hay algún grado de complacencia o falta de conocimiento por parte de quien programa es ya, sin duda, el inicio de la cadena de eventos que puede llevarlo a una situación indeseable, incluso desde antes de iniciar su vuelo.
Después de 17 años como instructor de vuelo, puedo decir que aprendí a detectar a los mejores pilotos y sus diferentes cualidades y puedo asegurar, de acuerdo con mis experiencias, que lo mejor que un profesional de la industria puede tener es la capacidad de adaptación a cualquier situación tanto en vuelo como en tierra.
Saber adaptarse con calma y reaccionar adecuadamente en condiciones de emergencia ha salvado muchas vidas y una sola prueba fue el accidente en el río Hudson y el comportamiento profesional del capitán Sullenberger y su tripulación, quienes dieron muestra de su buena preparación, suficiente conocimiento de su equipo, manejo de estrés y, desde luego y principalmente, de plena conciencia situacional para actuar salvando las vidas de todos sus pasajeros durante una ingestión de aves y paro de los dos motores de su Airbus A320.
Los tiempos que vivimos son difíciles y los pilotos comerciales muchas veces tienen la mente puesta en los problemas cotidianos, pero volar un avión repleto de seres humanos requiere tener los cinco sentidos puestos en el avión, sus sistemas y su entorno.
Por muchas horas que pueda durar un tramo de ruta nunca se debe permitir caer en la complacencia, que es ese animal maldito que ronda siempre, buscando el error para atacar con toda su fuerza.
Decían los abuelos que “la confianza mata” y eso sin duda también aplica a la industria aérea.
Todos los que se involucran en la operación de una aeronave de uno o de 500 pasajeros, ya sean despachadores, técnicos de mantenimiento, sobrecargos y pilotos, entre otros, deben evitar la complacencia y mantener plena conciencia situacional en todo momento para evitar errores.
Tener la habilidad mental para saber reconocer el primer error que normalmente inicia una cadena de ellos y que pueden terminar en una situación inminente de riesgo o accidente, es lo que distingue a un aviador profesional de un programador u operador de computadoras, porque de eso dependen vidas humanas y equipo muy valioso.
“Abre los ojos” aplica para todos, empezando con los administradores y hasta el último elemento encargado del aseo de los aviones.
Hacer las cosas perfectamente conscientes de su importancia y hacerlas bien distingue al ser humano de un simple robot y en aviación es una necesidad vital saber la diferencia.
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