
El incidente de la cápsula Starliner de Boeing, ocurrido el 6 de junio de 2024, que luego de una estancia de prolongada de nueve meses tuvo desenlace satisfactorio -con el apoyo de SpaceX- este 18 de marzo, ha generado un profundo análisis sobre el nivel de seguridad en las operaciones espaciales de los Estados Unidos (EE.UU.), especialmente en lo que respecta al desarrollo tecnológico y la preservación de la vida de los astronautas, en el marco de la nueva carrera espacial comercial (NCE) y el NewSpace. La NCE presenta tanto oportunidades como desafíos para el programa espacial de los EE.UU., sin embargo, requiere urgentemente una estrategia integral que combine la seguridad en las misiones espaciales, innovación tecnológica y la adaptación a un entorno global geopolítico en constante cambio.
Después de casi un año de retraso por una serie de problemas técnicos, la cápsula Starliner de Boeing despegó de Cabo Cañaveral, Florida, el 5 de junio de 2024, en el cohete propulsor Atlas V de United Launch Alliance (ULA), posteriormente, continuó sola su trayecto hasta la órbita que la llevó a la Estación Espacial Internacional (EEI), a 400 kms. sobre la Tierra. La Starliner, misión de prueba de vuelo tripulado de Boeing, llevó a los astronautas de la NASA Butch Wilmore y Suni Williams a la EEI, quienes originalmente debían probar los sistemas de la nave durante ocho días y regresar en esta a la Tierra; no obstante, estos planes se modificaron inesperadamente el 6 de junio. La NASA y Boeing evaluaron durante meses los problemas registrados, fallas técnicas de propulsión y fugas de helio (complejas y difíciles de reparar en el espacio), lo que postergó en varias ocasiones el retorno de los astronautas. La misión se convirtió en una de las más largas de la NASA en la que Wilmore y Williams, al final tuvieron una prolongada estancia; nueve meses varados en el espacio. El 24 de agosto de 2024, la NASA decidió mantener a los astronautas en la EEI, dado que la nave no era segura para traerlos de vuelta, por lo que la cápsula Starliner regresó a la Tierra vacía -sin tripulación- en modo autónomo, el 7 de septiembre de 2024, mientras que los astronautas finalmente regresaron a la Tierra el pasado 18 de marzo de 2025 en la cápsula Dragon de SpaceX.
La Starliner representa un llamado de atención que ha encendido las alertas para la NASA y la industria espacial estadounidense, luego del incidente se están tomando medidas para reforzar los protocolos de seguridad, diversificar los proveedores de transporte espacial y garantizar la seguridad de los astronautas. La NCE y el NewSpace han desencadenado una serie de implicaciones significativas en materia de seguridad espacial, geopolítica (astropolítica), desarrollo e innovación tecnológica para el programa espacial comercial de los EE.UU., donde el nivel de la seguridad en las misiones y operaciones espaciales de los EE.UU. debe ser la máxima prioridad.
Entre las implicaciones relevantes para los EE.UU. destacan los siguientes aspectos estratégicos relacionados con la seguridad, ciberseguridad y defensa, entre otras consideraciones:
- Implicaciones geopolíticas y estratégicas. Este incidente ocurre en un contexto de creciente competencia espacial global, en el que los EE.UU. están buscando mantener su liderazgo en la exploración espacial, y la seguridad y fiabilidad de sus sistemas de vuelo tripulados son cruciales para este objetivo que le permita consolidar el dominio espacial. La seguridad espacial también tiene implicaciones para la seguridad nacional, ya que el espacio se está convirtiendo en un dominio cada vez más importante para las operaciones militares y de inteligencia. Para nadie es un secreto que la fuerza espacial de los estados unidos / US Space Force (USSF), está fortaleciendo sus capacidades de vigilancia y defensa en el espacio, para garantizar la protección de los activos espaciales estadounidenses y de sus aliados en Europa y Asia.
- Desafíos tecnológicos y seguridad de los astronautas. Los problemas técnicos con la Starliner, como las fugas de helio y los fallos en los propulsores, subrayan la complejidad de la tecnología espacial y los desafíos para la ingeniería espacial, inherentes al desarrollo de sistemas de vuelo tripulados. Por ello, la seguridad de los astronautas debe ser siempre la máxima prioridad. La NASA está tomando medidas para garantizar que cualquier futura misión de la Starliner cumpla con los más altos estándares de seguridad. De ahí que sea necesario un mayor esfuerzo por aumentar la transparencia en los procesos de desarrollo y prueba, y por fomentar una mayor colaboración entre la NASA y sus socios comerciales para identificar y mitigar todo tipo de riesgos.
- Competencia y militarización del espacio ultraterrestre. La participación de actores privados y de otras naciones, como China India, Japón Emiratos Árabes Unidos y Rusia, intensifica la competencia por el acceso a recursos espaciales (la Luna y otros cuerpos celestes) y la influencia en el espacio. Esto impulsa a los EE.UU. a mantener su liderazgo tecnológico y a fortalecer su capacidad de respuesta ante posibles amenazas. La creciente dependencia de los activos espaciales para comunicaciones, navegación y vigilancia aumenta la vulnerabilidad ante ataques. Esto lleva a un debate sobre la necesidad de desarrollar capacidades de defensa espacial y a la preocupación por la proliferación de armas en el espacio, en el que los EE.UU. buscan reconfigurar y fortalecer sus alianzas con otras naciones para eventualmente compartir costos y capacidades en la exploración espacial y defensa, donde la colaboración con empresas privadas también se vuelve crucial para impulsar la innovación y la competitividad. La creciente presencia de China, India y Rusia en el espacio plantea desafíos geopolíticos para los EE.UU., en los que la competencia por el dominio espacial se convierte en un elemento clave de la seguridad internacional, a partir de la rivalidad estratégica entre estas potencias.
- Seguridad espacial y regulación. El aumento creciente de los satélites y desechos espaciales en las órbitas de la Tierra plantea desafíos para la gestión del tráfico espacial y la prevención de colisiones. Lo que requiere una mayor cooperación internacional en los organismos multilaterales especializados (UN COPUOS y UIT, entre otros) y fuera de estos, para establecer normas y regulaciones que garanticen la seguridad y la sostenibilidad a largo plazo de la actividad humana en el espacio. Los sistemas espaciales son vulnerables a ataques cibernéticos, lo que plantea riesgos para la seguridad nacional. Es necesario fortalecer la ciberseguridad de los activos espaciales y desarrollar capacidades de respuesta oportunas y efectivas ante posibles ataques. Es importante recordar que el Tratado del Espacio Ultraterrestre (ONU, 1967) establece que el espacio es para el uso pacífico de toda la humanidad, por lo que debe evitarse su militarización y emplazamiento de armas. No obstante, las tecnologías espaciales emergentes y la nueva carrera espacial obligan a la revisión y creación de nuevos acuerdos (actualización del derecho espacial a nivel multilateral) acordes con el desarrollo tecnológico de las potencias espaciales y el escenario geopolítico actual y futuro.
Más allá de las implicaciones geopolíticas, políticas, económicas y científicas derivadas del incidente, para los EE.UU., la NASA, el programa espacial de los EE.UU. y el sector espacial estadounidense en general, en el contexto de la competencia por el dominio espacial avivado por la rivalidad en la geopolítica espacial (astropolítica) y la comercialización del espacio; también surgen implicaciones secundarias para el programa comercial de la NASA, la empresa Boeing (Rival de SpaceX) y la nave experimental Starliner.
Implicaciones para Boeing y la nave Starliner
Impacto en la confianza y la diversificación. Las dificultades de la Starliner acentúan la dependencia de la NASA de SpaceX para el transporte de astronautas a la EEI y los vuelos tripulados a la Luna. Una cuestión seria que plantea preocupaciones sobre los retrasos y problemas técnicos que a su vez generan dudas sobre la fiabilidad de la nave, la evidente necesidad de diversificación de proveedores y la seguridad del acceso a la estación espacial; lo que sin duda afectará la confianza de la NASA en futuros clientes. Este incidente representa un golpe significativo para la reputación de Boeing en el sector espacial (especialmente en comparación con el éxito de SpaceX y su cápsula Crew Dragon), así como para el papel de la industria en el programa de Servicio de Cargas Lunar Comercial / Commercial Lunar Payload Services (CLPS), y la resiliencia del programa espacial estadounidense. Por ello, el incidente ha llevado a una reevaluación exhaustiva de los protocolos de seguridad y los procesos de certificación para naves espaciales tripuladas; consecuentemente, la NASA está reforzando sus estándares de supervisión y exigiendo mayores garantías de seguridad a sus socios comerciales. La incursión masiva de empresas privadas (NewSpace) como SpaceX, Blue Origin, ULA, Virgin Galactic, Lockeed Martin, Northrop Grumman, Sierra Space, Axiom Space, Intuitive Machines, entre otras, cambia el panorama, ya que estas empresas tienen capacidades que antes solo tenían los gobiernos. Esto implica la necesidad urgente de nuevas regulaciones y también nuevas alianzas entre los gobiernos y dichas empresas.
Costos adicionales. La prolongación de la misión implicó costos adicionales para Boeing, tanto por el mantenimiento de la nave como por los recursos necesarios para resolver los problemas técnicos; costos que afectarán la rentabilidad del programa Starliner y su competitividad en el mercado.
Retraso en el programa. Los problemas de la Starliner retrasan el programa de vuelos tripulados de Boeing, lo que afecta su capacidad para competir con SpaceX en el transporte de astronautas a la ISS y a otros destinos espaciales; toda vez que la credibilidad de la nave quedó muy afectada por las dificultades que enfrenta. Las fugas de helio y los fallos en los propulsores evidencian desafíos técnicos significativos que Boeing debe superar para garantizar a la NASA la seguridad y fiabilidad de la Starliner y su posible utilización en otras misiones espaciales.
Implicaciones para la NASA. Está obligada a reevaluar sus contratos con clientes como Boeing y a considerar varias alternativas para el transporte de astronautas. A partir de ahora, la agencia espacial exigirá mayores garantías de seguridad y fiabilidad antes de aprobar futuros vuelos tripulados.
Impacto en la investigación. Los retrasos en las misiones afectarán la programación de investigaciones científicas en la ISS y para el programa Artemis, debido a la necesidad de garantizar la seguridad de los astronautas. La NASA debe buscar soluciones para minimizar el impacto de estos retrasos en sus objetivos científicos, más allá de estos, la prioridad principal de la NASA es la seguridad de los astronautas por lo que persistirán las preocupaciones sobre su seguridad en las misiones futuras.
Mayor competencia en la nueva carrera espacial comercial. El incidente con la Starliner intensifica tangencialmente la competencia entre Boeing y SpaceX, otras empresas privadas y las agencias espaciales de diferentes países en el mercado espacial, lo que también genera implicaciones geopolíticas y económicas. De la misma forma, los problemas de la Starliner pueden afectar la inversión en el sector espacial y la confianza de los inversores en las empresas privadas que participan en la exploración espacial.
Características de seguridad de la Crew Dragon de SpaceX que si garantizan el retorno seguro de los astronautas varados en la EEI en el vuelo de aproximadamente 17 horas. Una vez que la nave se desacopló de la EEI, realizó una serie de quemaduras de motor para salir de órbita y comenzar su descenso. El reingreso a la atmósfera terrestre es una fase crítica del viaje, seguida del despliegue de los paracaídas y el amerizaje en el océano. La nave cuenta con un diseño de cápsula resistente y aerodinámico que protege a la tripulación durante el reingreso a la atmósfera terrestre. El escudo térmico de la nave está diseñado para soportar las altas temperaturas generadas durante el reingreso. La nave cuenta con sistemas de control redundantes para garantizar que las funciones críticas, como la navegación y el control de la orientación, puedan seguir funcionando incluso en caso de fallo de un componente. La Crew Dragon está diseñada para poder operar de forma autónoma, lo que significa que puede realizar maniobras sin la intervención humana, lo que puede ser muy útil en caso de que surja alguna falla o complicación. SpaceX ha llevado a cabo extensas pruebas de la Crew Dragon, tanto en tierra como en vuelo, para verificar su rendimiento y fiabilidad en diversas condiciones.
La Crew Dragon de SpaceX se ha consolidado como una nave espacial confiable y segura para el transporte de astronautas, gracias a una serie de características de seguridad avanzadas en su robusto diseño. La Crew Dragon está equipada con un sistema de escape de lanzamiento integrado que puede alejar rápidamente a la cápsula de un cohete Falcon 9 en caso de emergencia durante el despegue. Este sistema ha sido probado rigurosamente y proporciona una capa adicional de seguridad para la tripulación. Asimismo, la nave utiliza un sistema de cuatro paracaídas principales para un aterrizaje suave y preciso en el océano; en caso de fallo de uno de los paracaídas, los demás están diseñados para garantizar un aterrizaje seguro. Afortunadamente, los meses de espera terminaron de manera favorable para la tripulación, sin embargo, el lamentable incidente ha dejado una huella indeleble en el programa comercial de vuelos tripulados de la NASA, donde la seguridad de los tripulantes es y debe ser siempre un asunto de máxima prioridad para la exploración espacial de cualquier gobierno o empresa.
“Los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de sus autores y pueden o no reflejar el criterio de A21”
Facebook comments