Históricamente, la exploración y utilización del espacio exterior han sido impulsadas por motivaciones geopolíticas, y el siglo XXI está siendo testigo de un amplio interés por la exploración espacial, denominado "nueva carrera espacial" (NCE). Esta nueva era de la exploración espacial está marcada por la participación tanto de potencias espaciales establecidas como de otros actores espaciales emergentes, cada uno de los cuales busca ampliar su presencia más allá de la atmósfera terrestre. En este contexto, son varias las implicaciones geopolíticas que se derivan de la NCE, que -como internacionalista- examino bajo diversas categorías: estratégicas, económicas, astropolíticas, tecnológicas y diplomáticas.
Implicaciones estratégicas. El espacio ultraterrestre se ha convertido en un dominio de importancia estratégica para las naciones debido a su gran potencial para proporcionar ventajas militares. Las capacidades espaciales como lanzar satélites con fines de reconocimiento, comunicación y navegación otorgan una ventaja militar significativa. Los países con capacidades espaciales avanzadas -spacefaring nations- pueden vigilar a sus adversarios, mejorar la defensa antimisiles y garantizar la seguridad de las comunicaciones de sus respectivas fuerzas armadas.
La NCE alimenta una atmósfera altamente competitiva entre naciones, especialmente entre las potencias espaciales tradicionales como Estados Unidos, Rusia y China. Otros actores emergentes como la India, EAU, los países europeos y entidades privadas como SpaceX, Northrop Grumman, Lockheed Martin, Blue Origin, Virgin Galactic, ULA, entre otros, también están ampliando su influencia en el espacio. Esta competencia -sin duda- conduce a la humanidad a un dilema de seguridad (particularmente desde las perspectivas nacional y espacial, como ya lo hemos analizado previamente en esta columna), donde las acciones de un país para mejorar sus capacidades espaciales son percibidas como una amenaza por otros, lo que lleva a una escalada intensiva de desarrollos militares basados en el espacio.
Implicaciones económicas. La exploración espacial y las actividades comerciales en el espacio tienen un vasto potencial económico para las naciones y empresas que están incursionando en la tendencia del New Space y la seguridad espacial. La NCE ha provocado un aumento de las inversiones en industrias relacionadas con el espacio, como la fabricación de satélites, los servicios de lanzamiento, el turismo espacial y la minería de asteroides; en breve el desarrollo de infraestructura espacial (orbitadores, estaciones espaciales, hoteles espaciales, etc.) también tendrá un gran auge y generará grandes negocios. El desarrollo de estas industrias tiene el potencial de impulsar las economías, generar empleo e ingresos para los países y las empresas privadas participantes.
La competencia en los mercados espaciales -previsiblemente- dará lugar a rivalidades económicas, disputas comerciales y preocupación por las prácticas desleales. Los países pueden imponer sanciones a las tecnologías de uso dual relacionadas con el espacio y la militarización de éste, e inclusive adoptar medidas proteccionistas para salvaguardar sus industrias espaciales nacionales.
A medida que las agencias espaciales y las empresas privadas intenten acceder a los recursos lunares y explotarlos, podría surgir la competencia, lo que podría dar lugar a tensiones económicas y conflictos -por las zonas con esos recursos- entre las naciones y afectar a las relaciones comerciales internacionales. Esto hace necesaria la negociación de acuerdos y normas internacionales para garantizar el uso responsable, equitativo y pacífico de esos recursos. En la NCE los Estados Unidos, líder indiscutible, y China, con su ambicioso programa espacial, -ambos con un amplio historial conflictivo a nivel comercial, político, y de espionaje en la Tierra- se proyectan como los potenciales colonizadores iniciales con sus respectivos aliados. En ese escenario, es importante interpretar cuál de los dos bloques será el primero en explotar el gran potencial económico y estratégico inherente al control y desarrollo del espacio cislunar. En la siguiente entrega analizaré los bloques espaciales regionales emergentes.
Implicaciones astropolíticas. La incursión humana en el espacio exterior ingresó en una nueva fase en la que las nuevas realidades geopolíticas y los conflictos vigentes en el planeta, se proyectan en las iniciativas científicas, tecnológicas, militares y económicas de los Estados que compiten y se reagrupan en bloques (por un lado, Estados Unidos y sus socios en Artemis y por otro China, Rusia y sus respectivos aliados); lo que vislumbra la necesidad urgente de una negociación multilateral, en materia de gobernanza espacial, para la exploración y la minería en la Luna, estaciones en el polo sur, en Marte y eventualmente en otros planetas.
La actividad de las spacefaring nations en la Luna tiene amplias implicaciones geopolíticas, entre ellas, la In-Situ Resource Utilization (ISRU), que se refiere a la práctica de utilizar los recursos que se encuentran en un cuerpo celeste (en este, caso la Luna), para apoyar la exploración humana y los eventuales esfuerzos de colonización. La Luna posee diversos recursos que podrían aprovecharse para sostener futuras misiones lunares e incluso servir de plataforma para exploraciones espaciales en Marte y más allá.
Entre los recursos más significativos de la Luna se encuentran el agua lunar, principalmente en forma de hielo en los polos, es un recurso crucial para las futuras misiones. El agua puede utilizarse para consumo humano, cultivar y producir oxígeno para respirar e hidrógeno como combustible para cohetes. La superficie de la Luna está cubierta de una capa de polvo fino y pequeñas rocas llamada regolito, el cual puede procesarse para extraer materiales útiles como metales y oxígeno. El Helio-3 en la Luna, un isótopo que puede utilizarse en futuros reactores de fusión nuclear para la generación de energía limpia. Las implicaciones geopolíticas de la ISRU en la Luna son significativas y multifacéticas, entre ellas destacan las siguientes.
Dominio económico y tecnológico. Las naciones o entidades privadas que establezcan un acceso y control tempranos sobre los recursos lunares pueden obtener ventajas económicas y dominio tecnológico en la exploración espacial, de ahí la importancia estratégica de la NCE. La capacidad de extraer y utilizar eficientemente los recursos lunares inevitablemente conducirá a significativos avances en las industrias espaciales, como la producción de combustible para cohetes (estación de servicio), que será crucial para las misiones al espacio profundo, Marte en principio.
Dinámica de poder global. Los recursos de la Luna se convertirán en un nuevo punto de inflexión de la dinámica en las relaciones de poder mundial. Los países y empresas con capacidad para acceder a los recursos lunares y explotarlos ejercerán una influencia significativa en los asuntos internacionales. La ISRU en la Luna puede requerir la colaboración internacional para compartir conocimientos, experiencia y costos. Sin embargo, los desacuerdos en torno a la propiedad y los derechos sobre los recursos también plantearán problemas diplomáticos y potenciales conflictos.
Implicaciones tecnológicas. La exploración espacial genera de manera constante avances tecnológicos significativos. La NCE impulsa la innovación en diversos campos, como la propulsión de cohetes, la robótica, los nuevos materiales, la ciencia de datos, big data, IoT y la inteligencia artificial. Estos avances tecnológicos tienen un efecto en cascada en otras industrias, dando lugar a tecnologías derivadas (spin-off) que benefician a la sociedad en su conjunto.
La rivalidad geopolítica en el ámbito de la tecnología espacial también puede suscitar preocupación por la proliferación de tecnologías de uso dual (militar). Las tecnologías desarrolladas para la exploración espacial, como los sensores avanzados o los láseres de alta potencia, pueden tener también aplicaciones militares. El intercambio comercial de tecnología espacial puede convertirse en una cuestión delicada, en la que los países (alianzas fluctuantes) cooperen de forma selectiva, en función de sus intereses geopolíticos; en este momento, la guerra en Ucrania y la tensión por una posible invasión china a Taiwán generan riesgos de una eventual escalada del conflicto al espacio.
Implicaciones diplomáticas. La NCE influye en las relaciones diplomáticas entre los países y moldea la cooperación internacional post Ucrania. Aunque existen importantes casos de colaboración en proyectos espaciales, como la Estación Espacial Internacional (EEI) y el Telescopio Espacial James Webb, la competencia en el espacio ultraterrestre implica la potencial tensión de los lazos diplomáticos.
El Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre, firmado en 1967, constituye el marco jurídico fundacional de las actividades espaciales y promueve la exploración del espacio con fines pacíficos, para beneficio de la humanidad. Sin embargo, a medida que se intensifica la NCE, se incrementa la preocupación por posibles violaciones del tratado o por la necesidad de actualizarlo -generando nueva regulación sostenible con visión de largo alcance hacia el futuro- para hacer frente a los crecientes retos que impone el desarrollo espacial, como son los desechos espaciales y la militarización del espacio, entre muchos otros.
La diplomacia espacial de las potencias también se emplea como herramienta de proyección de poder blando. Los países que desarrollan y ejecutan con éxito ambiciosas misiones espaciales pueden ganar prestigio e influencia internacional, mejorando su posición diplomática en la escena mundial.
Más allá de las implicaciones estratégicas, económicas, astropolíticas, tecnológicas y diplomáticas, la sostenibilidad a largo plazo de la actividad espacial humana será un asunto de atención prioritaria. Los recursos de la Luna pueden permitir misiones sostenibles, al reducir la necesidad de transportar todos los suministros esenciales desde la Tierra. Esto posibilitará el desarrollo de una presencia humana permanente en la Luna y contribuirá a los esfuerzos de sostenibilidad espacial a largo plazo. Ante este inminente escenario, deben establecerse protocolos estrictos para proteger y salvaguardar el entorno lunar, y velar que las actividades ISRU en la Luna no causen daños medioambientales irreversibles.
La NCE está remodelando el panorama geopolítico al elevar el espacio a un ámbito de importancia estratégica, económica, astropolítica, tecnológica y diplomática. A medida que los países y las entidades privadas compiten por ampliar sus capacidades espaciales, pueden surgir nuevas tensiones geopolíticas. Para gestionar estas implicaciones, la cooperación internacional y el compromiso diplomático serán cruciales para lograr el equilibrio entre competencia y colaboración, garantizando que la exploración espacial siga beneficiando a toda la humanidad, al tiempo que logran minimizarse los posibles conflictos y riesgos. La ISRU en la Luna tiene el potencial de revolucionar la exploración espacial y abrir vastas oportunidades económicas. Sin embargo, también implica riesgos y desafíos geopolíticos que requerirán de una extensa cooperación internacional para garantizar un uso responsable, equitativo y pacífico de los recursos lunares en beneficio de toda la humanidad.
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