La construcción de la segunda pista en el Aeropuerto Internacional de Guadalajara, encabezada por el Grupo Aeroportuario del Pacífico (GAP), fue una proeza de ingeniería y de coordinación logística que enfrentó desafíos significativos, así lo destacó Martín Zuazueta, director del aeropuerto.
Destacó los obstáculos que conllevó desarrollar una obra de esta magnitud sin interrumpir las operaciones diarias en una de las terminales aéreas más importantes de México.
Durante la “Safety week GAP 2024”, el director señaló que la construcción, iniciada en mayo de 2021, avanzó en un contexto donde la proximidad de las operaciones en la pista ya existente fue un factor crucial. Este desafío requirió de una planificación meticulosa, considerando el flujo constante de vuelos y la necesidad de evitar interferencias operativas.
“Trabajar en un espacio con tráfico constante nos llevó a diseñar rutas específicas para el personal y los vehículos, y a implementar estrictas medidas de seguridad”, explicó Zuazueta.
Añadió que desde el inicio, se estableció un sistema de acceso restringido y seguro para los trabajadores, con el fin de minimizar el riesgo de incidentes en la zona de construcción.
La nueva pista de 3,538 metros de longitud y 45 metros de ancho, promete aumentar la capacidad del aeropuerto en un 50% a 70% en el largo plazo, pero su construcción exigió una gestión rigurosa del tráfico aéreo y de las operaciones en tierra.
De acuerdo con el directivo, GAP tuvo que coordinar a las aerolíneas, las autoridades de aviación y un equipo de hasta 2,800 trabajadores. Para ello, se implementó un sistema de gestión de seguridad operacional que facilitó la coordinación entre todas las partes involucradas.
“Este sistema fue clave para gestionar los riesgos y evitar cualquier interrupción mayor en los vuelos, lo que a su vez exigió adaptarse a normativas específicas y cambios en la nomenclatura de la nueva pista”, destacó Zuazueta.
El directivo subrayó la importancia de mantener una comunicación efectiva en cada fase del proyecto. A medida que la obra avanzaba, GAP organizó talleres y boletines informativos para actualizar a todas las áreas operativas sobre los cambios en los procedimientos y las medidas de seguridad, además de renovar manuales operacionales.
“La adecuada comunicación con nuestro equipo fue fundamental para que cada uno estuviera al tanto de los riesgos y los nuevos protocolos”, comentó.
Además de los desafíos técnicos, la seguridad fue una prioridad constante. Durante el proceso, se realizaron auditorías internas y externas para asegurar que se cumplieran todos los procedimientos de seguridad al pie de la letra.
“La capacitación de nuestros trabajadores fue esencial. Se invirtió tiempo y recursos en entrenar a cada miembro del equipo en los estándares de seguridad necesarios”, enfatizó Zuazueta.
Más allá de la pista, el Aeropuerto Internacional de Guadalajara modernizó su infraestructura, incluyendo una nueva calle de rodaje y una plataforma de aviación general.
Según el director de la terminal, esta ampliación no solo aumentó la capacidad de conectividad, sino que posicionó al aeropuerto como un referente en la región. Sin embargo, el verdadero reto radica en mantener esta infraestructura operativa y adaptarla a las crecientes demandas del sector aéreo en los próximos años.
“Este proyecto ha representado mucho más que una ampliación física. Fue una prueba de colaboración y compromiso entre todas las partes involucradas, demostrando que la seguridad operacional puede convivir con el crecimiento y la modernización”, concluyó Zuazueta.
