El Beluga de Airbus, conocido por su distintiva forma redondeada y su icónica sonrisa pintada en la cabina, es una de las aeronaves más singulares del mundo y un pilar logístico esencial para el ensamblaje de aviones comerciales de gran tamaño.
Diseñado específicamente para transportar componentes sobredimensionados, este gigante de los cielos fue bautizado así por su similitud con la ballena beluga, debido a su cabina adelantada y la gran bodega que corona su fuselaje.
El modelo más moderno, el BelugaXL, lanzado en 2014, puede transportar hasta 51 toneladas y manejar piezas de hasta 63 metros de longitud. Esto le permite llevar, por ejemplo, la sección central de un A350 o dos alas completas de fuselaje ancho en un solo viaje. En comparación, la versión original BelugaST, introducida en los años 90, tenía una capacidad de 47 toneladas.
Las dimensiones del BelugaXL impresionan: es tan largo como dos ballenas azules y tan alto como un edificio de tres pisos. Su bodega puede albergar el equivalente a 26 automóviles pequeños o siete elefantes, según datos de Airbus.
Una de sus características técnicas más llamativas es el sistema de carga con apertura frontal, que permite levantar la nariz del avión a una posición casi vertical, facilitando el ingreso de cargas voluminosas como helicópteros o secciones completas de fuselaje. Esta solución estructural reduce significativamente los tiempos de carga y descarga, una ventaja operativa frente a otros aviones de transporte.
Más allá de su peculiar apariencia, el Beluga desempeña un rol fundamental: es el enlace aéreo que conecta fábricas de componentes en distintas partes de Europa con las líneas de ensamblaje final de Airbus, especialmente en Toulouse (Francia) y Hamburgo (Alemania).
Desde 2019, esta flota logística también se ha convertido en un símbolo del compromiso ambiental de la compañía. Airbus informó que todas sus operaciones internas con el Beluga utilizan combustible sostenible de aviación (SAF).
En 2024, la empresa alcanzó un 18% de uso de SAF, y tiene como meta elevar ese porcentaje al 30% para 2030, en línea con sus objetivos de descarbonización.
Así, el Beluga de Airbus no es solo una curiosidad aérea, sino una herramienta crítica para el funcionamiento eficiente, sostenible y continuo de la industria aeroespacial europea.