La industria de la aviación puede ser una de las más implacables. Márgenes extremadamente bajos en un sector intensivo en capital, factores externos imprevisibles, demanda volátil y una competencia feroz conforman un entorno en el que solo unos pocos pueden sobrevivir, afirmó John Grant, jefe de analistas de OAG.
Expresó que para ganar ventaja competitiva, las aerolíneas se apoyan en estrategias de marketing, cobertura de red, alianzas estratégicas, fidelidad de marca y productos atractivos.
“Algunas logran el éxito; otras quedan atrapadas en una especie de tierra de nadie, incapaces de romper un ciclo de problemas crecientes. JetBlue parece encontrarse justo en esa situación”, afirmó el experto.
JetBlue debutó en febrero de 2000 como una aerolínea de bajo costo fresca y atractiva que ofrecía un nivel de servicio comparable al de las grandes compañías tradicionales de Estados Unidos. Rápidamente se ganó una reputación por su buen servicio y enfoque diferenciador. En sus mejores años, como 2019 y 2023, ofreció hasta 44.5 millones de asientos, pero tras recortes recientes, su capacidad se ha reducido a poco más de 40 millones de asientos en el presente año.
JetBlue siempre ha sido vista como una aerolínea desafiante, pionera en servicios a bordo y percibida como una opción de valor. A diferencia de otras low-cost, evolucionó hacia un modelo híbrido. Algunos hitos de esa transformación incluyen: la introducción de Mint, su clase ejecutiva; acuerdos de código compartido e interlíneas; lanzamiento del programa de viajero frecuente JetBlue True Blue y su programa de tarjeta de crédito co-marcada.
Estas adiciones, aunque positivas en términos de producto, aumentaron costos y complejidad operativa.
Los resultados financieros de 2024 reflejan esta tendencia, con una notable caída respecto a 2023. El propio CEO ha manifestado su preocupación por el desempeño de 2025, mientras otras aerolíneas generan ganancias, JetBlue sigue sin lograrlo.
El mercado doméstico estadounidense es de los más competitivos del mundo. JetBlue concentra alrededor del 60% de su capacidad en Nueva York y Florida, lo que la expone a una batalla intensa con grandes aerolíneas tradicionales y de bajo costo.
Por otro lado, Estados como California y Texas ahora representan apenas el 5% de su red, con menos de 200,000 asientos asignados en 2025. En 2017, operaba cinco millones de asientos desde California. Se han eliminado 23 rutas en los últimos dos años. Aunque la salida de estos mercados se justificó por su falta de rentabilidad, el regreso al enfoque en la costa este aún no ha dado resultados.
Esta reconfiguración interna también sirvió para impulsar su expansión internacional: en 2025, el 21% de su capacidad se destina a rutas internacionales, frente al 14% en 2017.
“Sus vuelos al Caribe son importantes, pero las rutas hacia Londres, París, Ámsterdam y Vancouver aún parecen marginales en términos de rentabilidad anual. Por ejemplo, en la ruta Nueva York–Heathrow, JetBlue posee solo un 4% de participación, compitiendo contra las tres alianzas globales y sus joint ventures”, afirmó Grant.
Una flota mixta que complica su operación
Un factor esencial en el éxito de las low-cost es una flota homogénea, ya que reduce significativamente los costos operativos. JetBlue rompió con esta regla en 2005 al incorporar los Embraer, de los cuales hoy tiene 24 inactivos. Actualmente opera unos 220 A320, 45 A220 y 12 ERJ170. Aunque esto permite ajustar capacidad según mercado, también eleva los costos operativos en un entorno cada vez más sensible al precio.
Todos estos factores colocan a JetBlue en una posición estratégica única, pero no necesariamente ventajosa, especialmente en un mercado que muestra señales de desaceleración.
Cada uno de estos elementos —Mint, tarjetas, programas de viajero— por separado parece insignificante, pero en conjunto han llevado a JetBlue al peligroso terreno medio entre low-cost y los operadores tradicionales.
El llamado “modelo híbrido” hoy es sinónimo de indefinición estratégica: ni es una aerolínea tradicional con las ventajas asociadas, ni es una low-cost con el enfoque absoluto en costos.
No es la primera vez que una aerolínea cae en esta zona gris. Algunas logran sobrevivir, otras fracasan o son absorbidas por compañías más grandes capaces de reestructurarlas. Muchas de las que subsisten en este espacio lo hacen gracias al respaldo estatal, algo que JetBlue —una empresa privada centrada en generar valor para sus accionistas— no tiene.
Nadie quiere ver fracasar a una aerolínea con una marca tan fuerte y leal. Sin embargo, pocas industrias son tan duras como la aviación. Nuevas alianzas estratégicas podrían aportar algo de esperanza, pero lo más probable es que JetBlue necesite una redefinición radical, una dirección clara y el respaldo de sus fieles pasajeros para salir adelante en este mercado cambiante.
“Personalmente, deseo que JetBlue lo logre; siempre han ofrecido buen servicio y puntualidad cuando los he utilizado. Espero que, en la forma que sea, sigan volando en los próximos años”, concluyó el directivo.