Las aerolíneas estadounidenses enfrentan turbulencias no sólo en los cielos, sino también en sus operaciones terrestres, debido a los problemas continuos de Boeing con la producción y entrega de sus aviones, especialmente el 737 MAX.
Esta situación obligó a que las aerolíneas realicen ajustes significativos, desde recortes en sus horarios de vuelo hasta pausas en la contratación de personal de cabina, según información de Daily Revolution.
Southwest Airlines, que opera una flota exclusiva de Boeing, redujo significativamente sus expectativas de recibir menos aviones de los previstos para este año. Esto ha llevado a la aerolínea a recortar su capacidad de vuelo y replantear su guía financiera, lo que resultó en una caída del 14% en el precio de sus acciones tras el anuncio.
Por su parte United Airlines decidió pausar la contratación de pilotos durante dos meses y buscar alternativas en Airbus para cubrir las brechas creadas por los retrasos de Boeing.
Alaska Air también manifestó que sus planes para el año están en la cuerda floja debido a la incertidumbre en torno a las entregas de Boeing.
La investigación de la Agencia Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) tras el incidente con Alaska Airlines, provocó una reducción significativa en la producción de Boeing. Su objetivo era producir 38 aviones al mes; sin embargo, en enero sólo entregaron 25 aviones y en febrero 17.
El panorama es complicado tanto para Boeing como para las aerolíneas que dependen de sus aviones.
Mientras la armadora estadounidense trabaja para superar sus problemas de producción y regresar a su capacidad objetivo; las aerolíneas se ven obligadas a adaptarse a una realidad donde los planes de expansión y crecimiento deben ser moderados o incluso postergados, afectando no sólo sus operaciones sino también sus perspectivas financieras.
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